Las penas son de nosotros… los negocios son ajenos

Beneficios a costa de una mayor explotación a los que trabajamos y el achatamiento de nuestros salarios.

Recientemente, en la Expoagro que se realiza en Baradero, empresarios, industriales y dirigentes del campo “estrecharon lazos”, en un encuentro que la prensa de la burguesía definió como «casual».

El presidente de la Asociación Empresaria Argentina (AEA), Jaime Campos; el presidente de la Unión Industrial Argentina (UIA), Héctor Méndez; el presidente de Federación Agraria Argentina (FAA), Eduardo Buzzi; el presidente de Fiat Auto Argentina, Cristiano Rattazzi, y el ex presidente de la Rural, Luciano Miguens, junto a buena parte de la cúpula de todas estas cámaras y entidades, permanecieron un largo rato charlando de “política”.

«Estamos en un momento preocupante para el país. Por eso vamos a definir una serie de puntos en común, objetivos que nos interesa trabajar, en definitiva, bases que queremos poner para que todos los sectores podamos progresar», fue la frase de cabecera que explicaba el encuentro, que es una muestra más  de cómo los representantes de los monopolios definen día a día sus objetivos en común y deciden los lineamientos que “debe llevar adelante el Gobierno para la recuperación de la producción”.

«El campo y la industria son dos sectores integrados, no antagónicos. El campo necesita de la industria y la industria del campo», dijo Méndez, demostrando que a la hora de los negocios las diferencias desaparecen: todos bien juntitos a ver cómo consiguen mayores beneficios –con el Estado a su servicio- y a costa de una mayor explotación a los que trabajamos y el achatamiento de nuestros salarios.

Cuando a la foto del encuentro sumaron a Cobos, a Duhalde, y a de Narváez, quedaba bien claro en quiénes están poniendo fichas para intentar que tome el timón cuando el barco K ya no pueda seguir llevando a buen puerto sus ganancias, producto de la crisis política generada por el ascenso popular y sus luchas.

«Los tiempos cambian», contestaban con una sonrisa socarrona los gerentes monopolistas cuando se los consultaba sobre “diferencias o disputas” del pasado.

Es cierto, cambian; como también están cambiando las perspectivas que tenemos como país, en la medida que el proyecto revolucionario continúa su avance y consolidación, en plena disputa con los intereses de esta manga de facinerosos, responsables de todas nuestras angustias y pesares.

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