Bolívar: Todos somos todos

Una asamblea de todo el pueblo en la plaza de la ciudad para juzgar públicamente a los comisarios y la fiscal

A raíz de los últimos robos sufridos por familias de trabajadores y de productores, y ya hartos de que les metan droga a los chicos de la ciudad (y que encima haya una policía y una fiscalía -que de la mano del poder político- camine impunemente y ostentando poder económico, mafioso, amenazando a los vecinos), todo el pueblo de Bolívar -reunido por dos días en asamblea autoconvocada- decidió tomar el municipio y empezar de ahora en más, a realizar allí las asambleas del pueblo.

Es decir, que cada una de las asambleas autoconvocadas se trasladaron allí masivamente, ya no para reclamar, sino para constituirse en poder del pueblo; desplazando al Consejo Deliberarte y obligando al actual intendente ha hacerse cargo de la situación. Exigiéndole convoque a una asamblea de todo el pueblo en la plaza de la ciudad para juzgar públicamente a estos comisarios y la fiscal, para echarlos de la ciudad.

Cuestión que se logró y retumba como ejemplo hasta el día de hoy, reflejado en las palabras de otros comisarios, que dicen que “se sintieron juzgados y condenados en la plaza del pueblo”.

En la ciudad de Bolívar, en cada hogar, no se habla de otra cosa que de lo ocurrido. Autoconvocados, de ahora en más, se decide y se actúa en todos los temas. Autoconvocados, se echó a la policía y a la fiscalía, y se constituyó en asamblea permanente dentro del municipio dejando como inútiles títeres a la clase política. De paso, corrieron al ministro provincial de seguridad, prohibiéndole la entrada al pueblo; además de juzgar y echar de la asamblea popular a los diputados provinciales: José Buca, Juan Carlos Simon, Juan Carlos Moran, y Gladis González.

Es decir, cada parásito de la política fue expulsado, en medio del enardecimiento de miles de personas que los pusieron en un patíbulo donde fueron juzgados. Hasta algunos salieron descompuestos y en ambulancia.

Esta vez, el pueblo corrió a las mafias policiales y de la política, instituyéndose en un poder propio, autoconvocado;  definiendo de ahora en más para la sesión de la asamblea autoconvocada del pueblo, la consiga “Todos somos todos”.

“Nunca más quietos, ahora decidiendo sobre nuestras cosas, sobre nuestro futuro.”

Esta vez fue la inseguridad, mañana serán todos los temas: desde el salario a la inflación, lo que quedó muy clarito en la asamblea por parte de cada uno de los delegados autoconvocados que habló y golpeó con fuerza.

Allí se instaló que la asamblea no sólo no confía en las instituciones, sino que además, nunca más va a dejar de exigir con el aliento en la nuca, las decisiones que necesitamos como pueblo, les guste o no a los actuales funcionarios y a los que vengan.

La alegría popular fue tan grande que para festejar la victoria, se trasladó todo el pueblo a la ruta, la cortó y festejó con un gigantesco asado de todos; terminando el día con partidos de futbol y anécdotas de todo tipo, surgidas en estos dos años de autoconvocatoria, donde no faltaron las lágrimas por tanta emoción vivida en estos tiempos.

En el sentir del pueblo en estos tres días, jueves, viernes y sábado pasados, quedaron como los días más gloriosos vividos. Desde esta experiencia del pueblo, ya no se vuelve para atrás… Por más que hayan llenado la ciudad de operadores políticos de todas partes para tratar de convencer que había que terminar con la autoconvocatoria y la asamblea, y por más que paguen lo que sea al periodismo para que no difunda ni una sola palabra de todo lo ocurrido.

Lo que en verdad importa es que, en cada hogar del pueblo y la zona, no se habla de otra cosa, y eso no lo pueden borrar con nada.

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