“Orgullosos de nuestros hijos”

La lucha de los estudiantes secundarios pone al desnudo la política educativa de los monopolios.

Hoy, desde la fuerte presión que vienen ejerciendo los estudiantes de las escuelas secundarias de la Ciudad de Buenos Aires, se realiza un movilización que concentra este y una serie de otros reclamos de diferentes sectores sociales. Se cumple además un nuevo aniversario de La noche de los lápices, acción represiva de la dictadura militar contra los estudiantes, ocurrida el 16 de septiembre de 1976 en la ciudad de La Plata.

A raíz de la toma de las escuelas, diferentes grupos de padres empezaron a juntarse para ver cómo acompañar a sus hijos y fortalecer esa lucha que los pibes encararon con total decisión y confianza en su propia fuerza. Publicamos textualmente una gacetilla de padres autoconvocados de una de las escuelas, que expresa en profundidad cómo este conflicto recorre a nuestra sociedad de punta a punta.

  • “Acompañamos, nos solidarizamos y nos sumamos a la lucha que encabezan los estudiantes secundarios de la ciudad de Buenos Aires.
  • Reivindicamos su derecho constitucional de peticionar a las autoridades, intervenir en forma democrática en las vicisitudes de la comunidad, expresar su pensamiento y organizarse para defender sus derechos.
  • Asumimos la responsabilidad que como adultos nos compete en el cuidado de nuestros hijos y los hijos de todos, en tanto sujetos de derecho, a una educación digna e igualitaria.
  • Coincidimos plenamente en la defensa de una educación pública en tanto derecho elemental que -junto con la salud, el trabajo y la vivienda-, corresponde se encuentre garantizado por el Estado para que pueda ser desarrollado en condiciones dignas en lo edilicio, institucional y en lo académico pedagógico.
  • Advertimos la falta de cumplimiento de los compromisos, de los plazos y de los planes de trabajo por parte del Ejecutivo. Es por ello que exigimos al Ministerio de Educación la ejecución del presupuesto aprobado para este año y al poder Legislativo el control del mismo, de acuerdo al mandato que se les diera.
  • Repudiamos todo intento de demonizar, delincuenciar y judicializar la lucha de los adolescentes. Entendemos que tales métodos procuran desviar la valiente iniciativa de los estudiantes secundarios a la hora de ejercer sus derechos en forma pacífica y democrática.
  • Sostenemos la respuesta política de la comunidad educativa en tanto el conflicto ha sido provocado por el gobierno porteño en estos términos. De tal modo, se unifica con la de los gremios docentes en defensa del salario y condiciones laborales.
  • Repudiamos todo intento represivo, persecutorio y discriminatorio con que amenazan los funcionarios del GCBA y sus cómplices, así como las agresiones perpetradas por los medios informativos a los estudiantes que manifiestan por sus derechos.
  • Compartimos con nuestros hijos las medidas que adopten en defensa de la comunidad educativa y acompañaremos desde el lugar que ellos requieran en tanto su escolaridad se inscribe en la vida misma que compartimos. Nos llena de orgullo y respeto la solidaridad y unión con que desarrollan la lucha por sus reivindicaciones, quebrando el miedo y el silencio que arrastra esta sociedad desde hace demasiado tiempo.
  • Coincidimos en que la toma ha sido el último recurso luego de un extenso camino recorrido en el intento de hacer escuchar estos y otros reclamos y que sólo frente a esta instancia el ministerio ha abierto un canal de diálogo, sin el cual no se hubieran acercado a las escuelas los equipos técnicos, ni se hubiera avanzado con ineficientes planes de obra, ni se hubieran propiciado las reuniones entre los representantes del movimiento estudiantil y ese Ministerio.
  • Padres de los alumnos del colegio Julio Cortázar”

Que cada vez se enseña menos, que los chicos no aprenden nada, que la educación está en crisis que los edificios se caen”, etc.: es el proyecto educativo de los monopolios. No es negligencia, no es desidia. Es una cuestión política. No es casual que las escuelas que mayores problemas de todo tipo arrastran son aquellas que tienen orientaciones educativas que no les interesan a los monopolios: maestro mayor de obras, bachilleres, magisterios, escuelas artísticas, etc. No importa en el barrio en que estén instaladas o al sector social al que se dirijan, sino qué contenidos se enseñan. La lucha de los estudiantes secundarios de las últimas semanas pone al desnudo todo esto y va, mucho más allá que la simple toma de escuelas. Apunta directamente contra la política educativa de los monopolios. El derecho a la educación en condiciones dignas, el derecho a aprender, a enseñar, a crecer, hace a la propia dignidad humana.

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