Hablemos claro sobre el proyecto nacional y popular

El  “proyecto nacional y popular” ha sido objeto de grandes declaraciones en los últimos días, ubicando al gobierno actual y su “modelo” como una continuación histórica con el supuesto proyecto que fue abortado por la sangrienta dictadura de Videla y Martinez de Hoz,  sin ninguna clase de reflexión sobre el  gobierno de Perón e Isabel y su política

Mas de una vez hemos planteado como se tergiversan los hechos ocurridos en la década del 70, recortándolos y utilizándolos para llevar agua para el propio molino.

Hoy, bajo el paraguas del “proyecto nacional y popular”, se acusa a aquellos que no renunciamos a seguir levantando aquellas banderas.

Queremos en este sentido, para que en particular los jóvenes conozcan la verdad sin filtros, traer viejas y emotivas palabras, las palabras de uno de los más lúcidos intelectuales revolucionarios, que no solo hablaba, sino que además le ponía el cuerpo a aquello que decía.

Allí se sintetizan parte de las bases del proyecto nacional y popular que conmovió a nuestro país en aquellos años, un autentico plan revolucionario, que nada tiene que ver con el bastardeo actual.

Esta cita fue extraída del semanario editado por la CGT de los Argentinos, CGT, del 8 de agosto de 1968, y el que las escribió fue el compañero Rodolfo Walsh:

EL PROGRAMA DE LA CGT DE LOS ARGENTINOS

“La historia del movimiento obrero, nuestra situación concreta como clase y la situación del país nos llevan a cuestionar el fundamento mismo de esta sociedad: la compraventa del trabajo y la propiedad privada de los medios de producción.

Afirmamos que el hombre vale por sí mismo, independientemente de su rendimiento. No se puede ser un capital que rinde un interés, como ocurre en una sociedad regida por los monopolios dentro de la filosofía libreempresista. El trabajo constituye una prolongación de la persona humana, que no debe comprarse ni venderse. Toda compra o venta del trabajo es una forma de esclavitud.

La estructura capitalista del país, fundada en la absoluta propiedad privada de los medios de producción, no satisface sino que frustra las necesidades colectivas, no promueve sino que traba el desarrollo individual… Los trabajadores de nuestra patria, compenetrados del mensaje evangélico de que los bienes no son propiedad de los hombres sino que los hombres deben administrarlos para que satisfagan las necesidades comunes, proclamamos la necesidad de remover a fondo aquellas estructuras.

Para ello retomamos pronunciamientos históricos de la clase obrera argentina, a saber:

  • La propiedad solo debe existir en función social.
  • Los trabajadores, auténticos creadores del patrimonio nacional, tenemos derecho a intervenir no solo en la producción sino en la administración de las empresas y la distribución de los bienes.
  • Los sectores básicos de la economía pertenecen a la Nación. El comercio exterior, los bancos, el petróleo, la electricidad, la siderurgia y los frigoríficos deben ser nacionalizados
  • Los compromisos financieros firmados a espaldas del pueblo no pueden ser reconocidos.
  • Los monopolios que arruinan nuestra industria y que durante largos años nos han estado despojando, deben ser expulsados sin compensación de ninguna especie.
  • Solo una profunda reforma agraria, con las expropiaciones que ella requiera, puede efectivizar el postulado de que la tierra es de quien la trabaja.
  • Los hijos de los obreros tienen los mismos derechos a todos los niveles de educación que hoy gozan solamente los miembros de las clases privilegiadas.

…Convencidos de que la inmensa mayoría de los argentinos comparten este programa, nos oponemos a cualquier gobierno que no lo ponga en practica.

Esto significa a cualquier gobierno, surgido de elecciones, de un golpe o de una bola de cristal, pero absolutamente a cualquier gobierno que no lleve adelante el programa de los trabajadores.”

Creemos que con esta cita no sólo aportamos al debate actual sobre cuál fue la verdadera lucha de los años 70, qué proyectos estaban en pugna, qué intereses de clase se defendían y expresaban, sino sacar del olvido a brillantes intelectuales comprometidos con su clase y con su pueblo, hombres como Rodolfo Walsh, tan venerados como deformados en estos días.

Como podemos ver, qué distinto contenido tiene el término proyecto popular según quien sea el que lo invoque, y sobre qué intereses concretos se afirme para ello.

El de los años 70, el que llevaron adelante  una camada de revolucionarios de diversas corrientes, de distintos orígenes, de practicas disímiles, pero unidos desde una clase y un pueblo, sigue siendo una tarea pendiente, una responsabilidad con todos los caídos, una obligación con la felicidad de los trabajadores y el pueblo.

(Quedan en el tintero algunas reflexiones sobre el periodo 1973-1976, motivo de otra nota.)

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