La lucha de clases pone las cosas en su lugar

Hay un máxima de la ideología burguesa dominante que es: “Todo lo que pueda resultar si se buscan cambios “radicales”, solamente será mayor sufrimiento para el pueblo”. Estos conceptos son el caballito de batalla del gobierno nacional a la hora de afirmar que mejor esto que “tenemos”, lo que hemos “construido”, a la amenaza de volver hacia atrás en los “logros” conseguidos. Así lo afirmo una vez mas la Presidenta en su lanzamiento electoral, mientras nos anunciaba que ahora todos podemos comprar un LCD a precios populares. Y para ello cuenta con una coro de intelectuales que arman y desarman teorías para sostener que este gobierno es lo mejor que nos podía haber pasado.

Horacio Gonzalez, director de la Biblioteca Nacional, lo dice con todas las letras en referencia a las luchas de los trabajadores: “Es una posición anticapitalista extrema y yo no la pienso de ese modo… porque pienso que el mismo concepto tiene que ser replanteado… al conjunto de la clase popular, si se la llevara a mayores sacrificios, creo que se produciría efectivamente un tipo de fisura social que podría terminar nuevamente en catástrofes que pagarían los que son más vulnerables, más desprotegidos”.

Simultáneamente el país es una hoguera de luchas y reclamos por condiciones de vida y de trabajo elementales. Los obreros de la empresa Naranpol, ubicada en la ciudad de Reconquista, están realizando medidas de fuerza porque sus salarios de bolsillo son de 1.840 pesos. Los trabajadores de la zafra en Salta no llegan a cobrar 50 pesos por día; los trabajadores que levantan la cosecha del pimiento salen de sus hogares a las seis de la mañana, regresan a las ocho de la noche, de domingo a domingo, para poder alcanzar los 1.500 pesos por mes, en una región en la que su subsuelo tiene reservas de gas que se exportan y la garrafa de 15 kg. cuesta 65 pesos. Y podríamos seguir llenando renglones y renglones con ejemplos de este tipo.

Habría que preguntarles a los señores intelectuales como Gonzalez, que tanto apoyan a festejan las políticas de este gobierno y se cuidan de posiciones “extremas”: ¿los trabajadores de la zafra y el pimiento pueden hacer el sacrificio de trabajar 12 a 14 horas diarias para llevarse miserables 1.500 pesos, y no pueden luchar por sacarse de encima el yugo de la explotación? ¿Deben tener más miedo a la lucha que a la miserable vida a la que los condena este sistema?

Sin embargo, la lucha de clases siempre pone las cosas en su lugar. Lejos de los temores intelectuales del Sr. Gonzalez y compañía (que en realidad, más que temores, son posiciones contra la revolución) el pueblo argentino da muestras de no resignarse a vivir la vida indigna del capitalismo, sea el del gobierno kirchnerista como el del gobierno de cualquier otro signo.

Este proceso es el que está abierto en nuestro país y que tengan por seguro que no se podrá frenar con la compra de televisores en cuotas. Tal es el grado de subestimación y desprecio que tienen por el pueblo argentino y por el que creen que, mientras ellos festejan el anuncio de la reelección de Cristina, la clase obrera y el pueblo están haciendo la cola para cambiar el televisor.

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