Santucho, un pensamiento igual a la palabra y la acción

Robi Santucho, comenzó a transitar el camino de la inmortalidad antes de haber caído en combate el 19 de julio de 1976.

Sus cualidades personales fueron el motor que impulsó tal cosa. Su entrega revolucionaria, su claridad política, sus convicciones ideológicas y una serie de características que las masas supieron ver en él. Es de destacar, además, aportes teóricos -tales como el tema de la conquista del poder, la cuestión del poder local y el poder dual- que tanta importancia tienen para la época en que vivimos hoy.

De esto se ha escrito mucho, tanto aquellos que valoramos la impronta perdurable que dejó en la memoria de la clase obrera y el pueblo, como aquellos que no descansan en su intento de desprestigiarlo o transformarlo en una estatua de bronce inalcanzable y sin vida.

Pero lo fundamental, lo que conjugó sus virtudes con el elemento que lo convirtió en faro revolucionario, fue el P.R.T.

La fusión del individuo con la organización colectiva es lo que hace que los hombres puedan convertirse en dirigentes capaces de sobrevivir a su muerte. En este caso, el hombre con el partido de la clase obrera determinado a la lucha por la conquista del poder.

Por eso, desvincularlo a Santucho del P.R.T., no es un acto casual. Es, más bien, un acto político con intenciones de dar vuelta las cosas al mejor estilo burgués.

Sus más fervientes enemigos, en un aparente acto de reconocimiento, destacan la coherencia del Robi entre el pensamiento, la palabra y la acción. Algunos de ellos, enemigos político-ideológicos disfrazados de “escritores” o “intelectuales”, lo han llegado a comparar con personajes de la burguesía de quienes también destacaban esa misma coherencia. Aunque se “olvidan” de que la coherencia de Santucho tenía que ver con su lucha por la conquista del poder, por la revolución socialista.

Pero, en la sociedad capitalista, de las dos clases fundamentales existentes, es decir, la clase obrera y la burguesía, la única capaz de generar personas que tengan coherencia entre el pensamiento, la palabra y la acción, es la clase obrera.

Pues siendo la actividad central y fundamental del ser humano, la producción y reproducción de la humanidad, cada clase tiene un comportamiento diferente que la determina en todas sus conductas.

Para la producción, la burguesía aporta el capital y se lleva la ganancia que es el producto del trabajo del obrero. Para hacer eso, necesita mentir, esconder el mecanismo de robo cotidiano a que somete a los obreros y a toda la sociedad. Así se comporta en su actividad diaria y en consecuencia, lleva esa conducta a todos los planos. La dulzura con la que explica la explotación y justifica su parasitismo, contrasta con el hambre que genera a las mayorías, la vida miserable, las privaciones, y otras decadencias…

Eso se expresa en política, en ideología, en las instituciones del sistema construidas a imagen y semejanza de esa clase, etc.

Por eso, ningún individuo de la burguesía podrá nunca tener coherencia entre su discurso “popular”, su pensamiento reaccionario, y su acción zigzagueante según el curso que le permita la lucha de clases. Y esa incoherencia, tratan permanentemente de ocultarla, disimularla. No tienen interés de que la verdad se conozca, todo es falso y mentiroso.

La clase obrera por su parte, es la que cotidianamente trabaja para producir y crear todo lo existente, su mayor interés objetivo es el bienestar de sus semejantes porque sabe que un individuo solo no es capaz ni de poner a funcionar un medio de producción. Su realización y satisfacción como persona está indisolublemente ligada a la realización y satisfacción de todo el conjunto social. Por eso está determinada a conocer la verdad, a tener una visión crítica de lo que hace para mejorarlo permanentemente, y piensa en los métodos y caminos que la pueden conducir mejor a sus objetivos de desarrollo social.

La clase obrera y demás sectores populares son la única cantera de personas como el Robi capaces de pensar, decir y hacer en un solo sentido, en un sentido de progreso, revolucionario, redentor de nuestra dignidad como pueblo.

Por eso la única posibilidad de fundir las capacidades individuales con las organizaciones colectivas nacidas con un proyecto social que reivindique al ser humano, es la que existe en la clase obrera y demás sectores populares que asuman los intereses históricos de la revolución socialista.

Son éstas algunas de las enseñanzas que podemos agradecerle a nuestro histórico secretario general del P.R.T.

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