La clase obrera obstaculiza los negocios de los monopolios y profundiza sus contradicciones

“De cada 10 días de trabajo se ha podido trabajar 6,5 en forma normal. Lo que ha ocurrido ha sido terrible para la operación”, declaró Horacio Cester, Vicepresidente de Relaciones Gubernamentales (es decir operador político) de Sinopex Argentina.

La petrolera Sinopec, (China Petrochemical Group) es  la mayor de Asia que desembarcó en febrero último adquiriendo o fusionándose  -esto nunca se sabrá en  el juego de ingeniería de los capitales de la oligarquía financiera- los activos que la estadounidense Occidental Petroleum (Oxy) tiene en Argentina, por valor de 2.450 millones de dólares. Quedándose de esta forma con reservas de unos 393 millones de barriles de petróleo y está compuesta por 23 unidades de producción y explotación, de las cuales 19 se encuentran en operación.

Este funcionario cuestionó seriamente al gobierno de Santa Cruz y, por elevación al gobierno nacional, por la situación de inestabilidad productiva que se vive, debido a los conflictos de los obreros petroleros, crisis que les hizo perder producción. A la vez que criticó el marco regulatorio aprobado en la provincia que obliga a las operadoras a reparar el pasivo ambiental histórico y al cuidado del medio ambiente”. Consideró que es un marco duro para las operadoras, porque exige compromisos de inversión y ambientales”. También criticó la política de “la obligación de contratar personal que vive en Santa Cruz”.

Este cuestionamiento de fondo a las políticas vigentes -que como sabemos ha producido en la últimas décadas una verdadera catástrofe humanitaria y ambiental en las regiones petroleras con miles de expulsados de la producción, salarios de hambre, miseria generalizada, y contaminación de todo tipo- son las que hoy son cuestionadas para ajustar “el modelo nacional y popular” a las voraces necesidades de la oligarquía financiera para afrontar su crisis mundial.

Pero sus aspiraciones han encontrado a una clase obrera dispuesta a no retroceder a no dejar pasar ninguna de sus políticas de avasallamiento de sus intereses como lo han demostrado los conflictos de las últimas semanas.

Hemos entrado en una etapa de lucha de clase contra clase donde el primer paso es la construcción de un movimiento revolucionario que sea de acumulación política para avanzar hacia la confrontación decisiva que permita terminar definitivamente con el capitalismo en nuestro país.

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