Hacia un acuerdo imposible

Para los días 3 y 4 de noviembre está programada la reunión del grupo de los 20, a la que va a asistir el ministro Budú en representación de Argentina.

Las expectativas que intentan despertar hacia dicho evento la oligarquía financiera y sus medios de difusión masiva, es que se va a lograr un consenso para las políticas internacionales, sobre todo en lo que respecta al salvataje económico a Grecia que es el punto más urticante, en este momento, para los intereses del capitalismo mundial.

Como paso previo, en estos días, se llevó a cabo una reunión entre Merkel (primera ministra de Alemania) y Sarkozy (presidente de Francia).

Al término de la misma, que duró varias horas, ambos mandatarios dieron una escueta conferencia de prensa en la que sólo manifestaron acuerdo en la calificar a la reunión como “muy política”, el resto de sus expresiones manifestaba el desacuerdo y las profundas diferencias que pretendían esconder inútilmente, tal como ocurrió las anteriores diez veces que se reunieron por el mismo tema.

Es que cuanto más se concentra y centraliza el capital mundial, más imposible se hace el acuerdo entre los dueños de esos capitales para emprender acciones conjuntas. Pues el monopolio elimina la competencia en las ramas específicas de la producción, pero aumenta, profundiza y torna más violentas las diferencias entre los capitales.

No hay cosa más ajena a la unidad que el capital, no hay cosa más insolidaria (si cabe el término) que el capital, no hay cosa más violenta que el capital.

Para que un capital se acumule, crezca, logre dominio en el mercado y en la voluntad de los Estados para que estos ayuden a su nueva acumulación y reproducción, debe competir a muerte contra sus similares.

Cuanto más territorios mundiales abarcan esos capitales, más caos en la producción generan, más violentos son los enfrentamientos económicos y políticos que producen, más lejanas las soluciones a todos los conflictos políticos con los pueblos a quienes deben apretar más las clavijas.

La contradicción que no pueden resolver es que este único camino que deben transitar: el de la acumulación, la reproducción, la competencia entre sí, genera situaciones insostenibles para los pueblos lo que agiganta la lucha de clases.

La unidad que los capitalistas requieren para enfrentar la lucha de clases contra los pueblos que se levantan, se ve obstaculizada por las diferencias y virulencia que acumulan entre sí.

Triste destino este de la oligarquía financiera, momento histórico en el que ha amasado tanto poder económico el cual es acompañado por una terrible debilidad política frente al oponente más peligroso que cualquier cosa existente en el planeta: los pueblos movilizados y rebelados contra sus políticas.

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