El partido revolucionario, una herramienta política fundamental

La lucha de clases seguirá agudizándose y la misma irá dando forma a los próximos embates.

La clase dominante no tiene descanso. Terminado el acto electoral las medidas adoptadas el mismo lunes comenzaron un nuevo derrotero de incongruencias por parte del poder. En lo económico y en lo político por orden temporal, el “control “del dólar y la bravuconada patoteril de la presidente quejándose de los cortes de calle y movilizándose con la gendarmería para reprimir,  son muestras de una debilidad política estructural.

La oligarquía financiera quiere meter a la clase obrera y al pueblo en el orden institucional burgués y la clase obrera y el pueblo siguen su curso, con un ritmo más acelerado por fuera del orden institucional.

En este camino el movimiento revolucionario que aprieta en todos los sentidos y la clase obrera en particular  comienzan a asimilar las ideas de la revolución por una senda de movilización permanente. Políticamente se están expresando de infinitas formas.

Sin embargo aún las fuerzas populares y el proletariado no hemos alcanzado una unidad de acción pero comienzan a abrirse nuevas ventanas que están facilitando el proceso. Asimismo esa unidad revolucionaria  que cuenta con una base material extraordinariamente amplia y generosa se dificulta ante la insuficiente presencia  de una salida revolucionaria a cada acción realizada por las masas que en su mayoría son conquistas logradas.

Se hace necesario que el proletariado, especialmente las vanguardias movilizadas, con experiencias de luchas ya materializadas, eleven el nivel de compromiso en el fortalecimiento  de un partido de su propia clase con intereses de su propia clase que son los intereses también de todo el pueblo.

La inminencia de actos ofensivos de masas por reclamos de todo orden exige de una propuesta del proletariado ante todo el pueblo, un proyecto que se está instalando pero que todavía  va  por detrás de las situaciones que se avecinan.

La creación de herramientas políticas de masas que posibiliten la materialización de unidad de todo el pueblo en un gran movimiento revolucionario es sumamente necesaria. Simultáneamente, la unidad de la clase obrera específicamente, requiere también de un partido de la clase obrera que ayude a parir una etapa de revolución social.

Contamos ya con un destacamento provisto de una estrategia de poder, de tácticas y política, pero no es suficiente para lo que se viene. Trabajar en la construcción del partido no es una cuestión táctica, es fundamentalmente una cuestión estratégica

Y sobre ello tenemos que prestar atención especial y avanzar al unísono con todo el arsenal que el proletariado y el pueblo van gestando.

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