En la guerra por los capitales: ¿faltan capitales o sobran capitales?

Ayer, en un acto en el que estuvieron presentes la presidenta Cristina Fernández Vda. de Kirchner, el gerente global de la automotriz Fiat, Sergio Marchionne, el director de la misma empresa en Argentina, Cristiano Ratazzi, y la ministra de industria Débora Giorgi, se anunció que a partir de una inversión de 1.250 millones de pesos, dicho monopolio amplía sus negocios para la fabricación planificada en 90.000 automóviles Palio, además de la producción de maquinaria agrícola a través de las marcas Case New Holland y Fiat Powertrain.

Dice la noticia que de esa inversión, 830 millones de pesos fueron “prestados” por el Estado a una tasa fija de 9,9% en pesos.

Si tomamos en cuenta que en los últimos dos años los automóviles 0 Km aumentaron un 40% (20% anual), queda claro que un préstamo con esa tasa es más que un regalo. Y luego, el mismo Ratazzi se preocupa por la inflación (ver nota de fecha 03-04-2012 en esta página).

En el discurso la ministra Giorgi destacó que aquellas empresas que integren sus productos con autopartes locales más rápidamente «son las que tomarán ventajas sobre las otras, ya que así ahorran en logística, se vuelven más competitivas y tienen mejor rentabilidad».

Según datos de la misma noticia, Fiat compra partes y piezas producidas en Argentina por 100 millones de pesos al año, tanto para automóviles como maquinaria agrícola (lo cual es el 1,59% del valor total de venta de los 90.000 autos, sin tener en cuenta la maquinaria agrícola), y está llevando a cabo un programa de desarrollo de proveedores locales (léase, empresas cautivas o satélites del mismo monopolio -¿dónde está la industria “nacional”?) para ir incrementando las compras locales hasta alcanzar en 2016 (o sea un cálculo improbable) compras por 700 millones al año. Lo cual es nada respecto de los montos de producción proyectados.

A esto hay que sumarle el pago de $ 600,00 que el Estado le aporta por cada obrero contratado de la firma.

Como vemos, todas mentiras para justificar un negocio al que aporta todo el pueblo laborioso para beneficio de una empresa monopolista.

Mientras tanto, no hay fondos para ayudar a las víctimas del temporal que azotó a Buenos Aires, no hay plata para aumentarles a los docentes, no hay dinero para los trabajadores de las diversas industrias y comercios, no hay fondos para hospitales, carreteras, transportes, etc.

Como vemos, capitales sobran y no faltan en nuestro país (ver, además, notas del día 06-04-2012 en esta misma página).

El problema es que el Estado no los destina a resolver las necesidades del pueblo ni los va a destinar si no se ve obligado a hacerlo. Porque este Estado al servicio de los monopolios y sus gobiernos de turno no son parte de la solución sino parte del problema que tenemos los trabajadores y pueblo argentino. Por eso, cada lucha, cada conquista, es un tranco más para el pueblo y una nueva herida para la oligarquía. Cuanto más trabas tenga el sistema, cuanto más complicada sea esta sociedad para la realización de los negocios monopolistas, más los debilitaremos, más habremos avanzado en el camino de su derrota.

Todo esto constituye la base del planteo revolucionario sustentado en que es necesario transitar el camino de la profundización la lucha de clases contra la oligarquía financiera dueña de los monopolios, disputando la riqueza que producimos con nuestro esfuerzo con la mira puesta en la revolución y la construcción del socialismo.

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