La lucha salarial es parte de una contienda más grande y debemos actuar como clase

Las luchas salariales son una lucha por la parte de la torta que la burguesía no quiere repartir.

Como siempre pasa, hay un vocero de la burguesía que sale a decir lo que realmente preocupa a esa clase.

El presidente de la COPAL (Coordinadora de Industrias de Productos Alimenticios), Daniel Funes de Rioja, declaró que lo que “más preocupa” a ese sector es “la suba de los costos laborales”, léase las subas salariales. Ni las trabas a la importación, ni la inflación, ni si la expropiación de YPF les va a garantizar la energía a la industria (tal como lo promociona el gobierno); lo que más les preocupa, lisa y llanamente, es la suba de los salarios.

Al explayarse, compara que el salario de un obrero del sector en la Argentina “ronda los 12/13 dólares/hora” y que en Brasil es de “8 dólares”, para luego aclarar que la “cuestión no pasa por deprimir los salarios, sino por aumentar la productividad”.

Más claro echarle agua: no deprimir el salario significa no bajarlo de 13 a 8 dólares /hora nominalmente, sino hacerlo “aumentando la productividad”. De esta forma el Sr. Funes de Rioja dice: que el obrero argentino produzca más en los mismos o menores tiempos de producción, para que mi plusvalía aumente, aunque siga pagando los 13 dólares.

No está mal que un representante de la burguesía monopolista hable con tanta claridad. Por el contrario, lo que expresa es la profunda debilidad política de su clase en el intento por disciplinar al proletariado argentino. Su intención real sería poder bajar de 13 a 8 dólares la hora de trabajo, más aumentar la productividad, más todo o que pudiera hacerse para acrecentar su plusvalía. Pero la lucha de clases lo impide y claramente este es el escenario que se presenta en las discusiones paritarias en marcha y las que se avecinan.

No sólo es el techo del aumento salarial lo que se intenta imponer, sino además una baja del salario vía la inflación y/o la productividad, tal como se explica más arriba.

Debemos tener claro entonces que las luchas salariales son, en realidad, la lucha por la parte de la torta que la burguesía no quiere repartir, a al vez que busca quedarse con más tajada y en esa confrontación actúa como una sola clase, no como el patrón de tal o cual empresa o sector.

Nuestro objetivo como clase productora debe ir más allá, entonces, de las cuatro paredes de la fábrica y contemplar que las luchas salariales son parte de un contienda más grande y en la que debemos actuar también como clase.

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