La desconfianza y el rechazo al orden burgués, se extienden y agudizan

La rica historia de lucha de nuestra clase obrera tiene elementos muy profundos que la caracterizan: cada vez que el enfrentamiento con su enemigo de clase -la burguesía- va adquiriendo una intensidad superior, confrontando con el orden institucional, con su aparato de dominación y sojuzgamiento, promovió desde su seno una camada de revolucionarios que se pusieron al frente de esa lucha, para darle un curso definido y planificado.

La necesidad de una organización que dirija la lucha de todo el pueblo hacia la revolución socialista ha estado en la mira de nuestra clase obrera desde su mismo nacimiento.

Cada avance de los trabajadores trajo consigo un llamado a la lucha de todo el pueblo, atando su propio destino al destino común y colectivo. La búsqueda de la unidad popular, ha sido y es una característica a lo largo de toda su historia.

La necesidad de ampliar, desarrollar y fortalecer el partido revolucionario, cala en su conciencia, y el llamado a la unidad más amplia, es un signo de la clase obrera argentina. Ese su capital más importante, por el valor que adquiere para una estrategia de poder.

El creciente y ofensivo enfrentamiento masivo y protagónico del conjunto de las masas populares, pone el acento en construir una organización revolucionaria, formando parte de la experiencia proletaria, y constituyéndose en el pilar donde afirmarnos hoy, hacia los futuros acontecimientos.

La desconfianza y el rechazo al orden burgués se extienden y agudizan.

Desde la lucha autoconvocada, ese enorme tesoro que como pueblo tenemos en nuestras manos, se garantiza que las luchas no sean cooptadas, que no queden atrapadas en las redes de la institucionalidad, que no sean entregadas ni negociadas en la farsa democratista de la mugre burguesa.

Millones de argentinos en movimiento a lo largo de todo el país, fuerzas motrices del cambio revolucionario que nuestro país requiere, para que el fruto del trabajo de todos deje de quedar en  los bolsillos de una ínfima minoría parasitaria.

Un océano de fuerzas lanzadas a la acción, donde hoy se está decidiendo el curso de los acontecimientos, en donde se dirime la dirección política de los próximos combates y el futuro de todo el movimiento.

El Partido y la estrategia revolucionaria se consolidarán y desarrollarán desde esa experiencia, poniendo el debate del poder a partir de su propio ejercicio; en la misma dinámica de acción y lucha, al calor del enfrentamiento, convocando a nuevos y superiores objetivos, involucrando a todos en una lucha general, profunda y generalizada.

Mantener en alto las banderas que han jalonado las luchas del proletariado en nuestro país, con miles de ejemplos que nos enorgullecen, anclados en valores y tradiciones que no sólo nos mantienen firmes y de pie, sino que son los que abren las puertas a la expectativa y el protagonismo revolucionario que laten en nuestro pueblo.

Desde una firme y decidida dirección, fortaleceremos y edificaremos desde cada lucha,  como clase y como pueblo, la dignidad que nos merecemos.

Compartí este artículo