Triunfo del pueblo de Humahuaca: no le temen ni a “Dios”, ni a la presidente, ni a los monopolios

Días atrás, la presidente Cristina Kirchner afirmó, con la petulancia que la caracteriza y sin rodeos, que había que “temerle a dios y a ella”. Esta frase encarna la concepción más pura de la democracia burguesa, un disfraz para ejercer el autoritarismo coherente con la constante y cada vez mayor concentración económica, correspondida con una mayor centralización política. El verticalismo en su máxima expresión. El ordeno y mando de los monopolios.

Por ello, nada debe sorprender cuando las conductas y actitudes desde el poder se reproducen de arriba hacia abajo en todas las estructuras y superestructuras del sistema político burgués. Por el contrario, son inherentes a las imposiciones y necesidades de los monopolios. El “témanme”, entonces va: del capitán al teniente, del teniente al sargento, del sargento al cabo, y del cabo al soldado; y así con las prácticas sistemáticas, la presidente le teme a dios monopolio, el capitán a la presidente, y así sucesivamente. Entonces, la escalada de soberbia e impunidad no es la condición de un individuo o un grupo de individuos. Es esencialmente la concepción práctica del sistema en cuanto a sus políticas y decisiones.

Ahora bien, ¿dónde se corta la cadena? Muy simple: cuando la clase obrera y el pueblo, los dominados, quiebran esa situación porque no están dispuestos a vivir y a aceptar los designios de la clase dominante. Esa oposición cada día se expresa con más notoriedad y firmeza, siendo la democracia directa el elemento central en contraposición a la democracia burguesa. En la democracia directa todos opinan, todos deciden, todos ejecutan, en beneficio de todos.

Es por ello que cuando la lucha de clases se agudiza, como nunca antes, se pone en blanco sobre negro, ambas prácticas: a más autoritarismo e impunidad, más autoconvocatoria, más masividad, más combatividad.

Vista de esta manera las cosas, los últimos sucesos de Humahuaca muestran a las claras lo que es popular, diferente y opuesto a lo que son bandas seudo fascistas envueltas en un disfraz de discursos “nacionales, populares y progresistas”, pero que no engañan a nadie. El pueblo se encarga de sacar ese disfraz. Cuando éste se levanta es implacable, no sólo por su fuerza y contundencia sino porque con su lucha pone claridad y eleva la conciencia con su práctica a niveles superiores.

La tristemente célebre Milagros Salas y su organización Tupac Amarú (engendro inventado por el poder de los monopolios, plan para armar una fuerza de choque contrarrevolucionaria), imitando el legado de la presidente en las cuestiones del temor, sufrió una tremenda derrota,  porque nuestro pueblo, humilde y sencillo, no le teme a nada, porque no es ni un aparato partidario ni cosa que se le parezca.

La Milagros Salas y su Tupac Amarú, atrevidos ellos, obviamente, con la connivencia del poder político y policial local, provincial y nacional, osaron echar a los vecinos del barrio nuevo de QUEBRADA DE VEIRA, intentando entrar a sus modestas casas, desalojarlos y apropiárselas ellos. Pero los humahuaqueños, gente sencilla del altiplano, se alzaron como un solo hombre y les hicieron emprender la retirada, y los acorralaron, al punto tal que el gobierno mandó infantería y gendarmería para defender y custodiar a la Tupac Amarú y evitar así la justicia popular que enfrentó balas de goma y de plomo.

El pueblo combatió con firmeza contra estas bandas y contra las fuerzas militares del régimen, desalojándolos a todos, tomando la plaza principal y cortando la ruta (al momento de esta nota la ruta seguía cortada).

Durante los enfrentamientos, el intendente kirchnerista, Roberto Lamas, fue corrido a pedradas e insultos por los vecinos, causa por la cual se apresuró a presentar la renuncia que luego se retractaría por orden del cínico gobernador Eduardo Fellner que declaró: “no tiene por qué renunciar. La verdad, no tiene ninguna responsabilidad. Es una pelea entre privados”, luego que había mandado las tropas.

En el enfrentamiento cayó herido de muerte el trabajador Luis Condorí de 29 años, defendiendo los intereses de su pueblo. Esto no quedó impune: el pueblo de Humahuaca está haciendo justicia.

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