El 8N: un antes y un después

Centenares de miles de compatriotas a lo largo y a lo ancho del país salieron a las calles a demostrar su descontento y hastío frente a las políticas lideradas por el gobierno de los monopolios. Los reclamos fueron diversos: sociales, económicos y políticos. No faltaron pancartas con consignas muy sentidas como contra el impuesto a las ganancias, la inseguridad y contra todo tipo de impunidad de la justicia.

Esta expresión de nuestro pueblo se dio en el mejor terreno  que pudo darse.

La calle fue el escenario elegido para asestar el mayor golpe  a una dirigencia política cobijada en el parlamentarismo burgués que lleva con rigurosidad los mandatos de la oligarquía financiera. La masividad de anoche fue extraordinaria y la diversidad de sectores sociales presentes, conmovedora. Con el correr de los días podremos reafirmar que la autoconvocatoria se profundizó como un elemento letal frente a la conducta política de los gobiernos de turno. Será una jornada histórica, se expresó, de una manera muy simple, que nuestro pueblo no quiere seguir como hasta ahora y no permitirá, de ninguna manera, que toda la superestructura del Estado gobierne como quiera.

Muchas luchas precedieron el 8N, el descontento se fue extendiendo y expresando en centenares de conflictos por infinidad de reclamos. Expresiones turbulentas y extremas que todo el aparato propagandístico del poder ocultó. Pero la presión que vino por abajo encontró una salida y  un solo grito unificó la decisión de salir a enfrentar lo que ya no se quiere.

Desde nuestras editoriales venimos advirtiendo que este proceso de lucha no tiene vuelta atrás. En este caso ese sentido se profundizó y desde el vamos adquiere otra calidad, se ganó la calle claramente y el gobierno y la “oposición” sentirán el aliento en la nuca, no podrán ejercer ninguna medida sin antes pulsar el estado de ánimo reinante. Los hechos de ayer condicionarán la gobernabilidad de toda la burguesía. Le tienen terror a la movilización y ésta se expandirá todos los días un poco más, ya no será suficiente debatir los grados de espontaneidad o de organización de los acontecimientos que estremecen una sociedad, lo cierto es estos aparecen, de una u otra forma, se expresan y condicionan, hacen trastabillar a quienes desde sus despachos tienen que ponerle la firma a la entrega de nuestro patrimonio cuyo principal recurso es el Hombre.

El 8N fue un golpe de una intensidad magnífica, sintetizó lo que ya no se quiere y no se soporta y por, sobre todas las cosas, se salió del redil de las instituciones del Estado, se despreció de un plumazo cualquier oportunismo y se cuestionó de hecho las bases del sistema democrático burgués. Vanos fueron los intentos de desmovilizar o de montarse en los reclamos del pueblo para darle contenido electoralista. El papel de los medios masivos (los oficialistas y los “opositores”) fue lamentable en su intención de confundir al darle énfasis a la presencia de personajes ultra reaccionarios como Biondini o la Pando, resaltando a alguna opinión retrógrada o a la presencia de miembros de fuerzas de seguridad con el afán de desnaturalizar la protesta, cuando en realidad fueron agujas en el pajar. Todo el aparato burocrático del Estado fue cuestionado. Previo al 8N esto se sentía y se incrementaba diariamente en cada experiencia de lucha y lo cierto es que ayer, este hecho lo sintetizó.

Cuando centenares de miles ganan las calles y se expresan como en la jornada de ayer comienzan a crujir las estructuras, se comienza a afianzar una etapa diferente que lleva implícita la necesidad de una salida política y de un proyecto revolucionario capaz de hacer sentir  todo el potencial de un pueblo dispuesto a cambiar el actual estado de cosas.

La autoconvocatoria mediante la cual el pueblo se está expresando y exige soluciones, éste es el problema que deberá soportar el poder del Estado de los monopolios, con sus gobiernos nacional y provinciales. La autoconvocatoria que ya está pasando a otros niveles en su calidad de accionar no se detendrá y seguirá adoptando nuevas formas y profundizando sus esenciales conceptos de democracia directa. Comienzan así a masificarse los intentos de afianzar las Instituciones autoconvocadas por fuera del juego de la burguesía y seguir así desarrollando la idea del doble poder con estas expresiones que se están constituyendo embrionariamente en todos los rincones del país. El 8N ha sido un antes y un después en la calidad del proceso que venimos transitando, ya nada se podrá resolver desde el gobierno de los monopolios y desde la “oposición” parlamentarista sin contemplar este fenómeno autoconvocado que destapará sin duda nuevas y más fuerzas por el camino de los cambios revolucionarios.

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