«Los de abajo no quieren y los de arriba no pueden»

La lucha de clases, sigue tensando todas la fuerzas, como si fuera una cuerda donde de un lado tiran los monopolios y el gobierno y del otro lado la clase obrera y el pueblo. Por un lado, la burguesía que intenta por todos los medios devaluar los salarios con el aumento inflacionario de los precios y la crecida del dólar, y por el otro las huelgas, las movilizaciones y el estado deliberativo en el que se encuentran todos los trabajadores argentinos.

Frente al intento fallido del gobierno, que a principio de año pretendía ponerle un techo al aumento salarial hasta un 20 %, ahora va por un nuevo intento de encorsetar la lucha por el salario, planteando acordar las paritarias a largo plazo, extendiéndolas a 18 meses. Es decir, como no pudieron ponerle un techo a la lucha salarial, producto de la presión de los trabajadores, ahora algunos sindicatos están hablando de entre un 25% y un 30% de aumento del cual el gobierno intentara pactar para que ese aumento sea extensivo a un año y medio, y que durante el transcurso de ese tiempo, no se vuelva a hablar de aumento salarial. De esta manera, no sólo pretenden licuar el aumento absorbiéndolo con la inflación, si no que también pretenden pactar una «paz social» con el sindicalismo, para obtener cierto respiro frente a la presión de los trabajadores.

Esta nueva intentona esta planteada en un marco político donde la burguesía y su gobierno, no pueden sostener una posición política durante 24 hs., producto del descontento y el descreimiento de la población a todas las instituciones del Estado. Y así como de un día para otro dejan de odiar al Papa y pasan a anunciarlo como un «revolucionario», esa misma posición vacilante es la que los caracteriza frente a los azotes de la lucha de clases.

Mientras tanto en las fábricas y lugares de trabajo, el estado de ánimo no se acerca ni por asomo a algún tipo de intento de paz social que plantea el gobierno. Porque la realidad es una sola, frente a un sueldo promedio en la Argentina que no supera los 4500 pesos mensuales y donde en el transcurso de un mes, ese mismo salario se sigue devaluando al ritmo del aumento de los precios. La bronca y el descontento se acrecientan día a día. 

Este mismo estado de ánimo se traduce a los innumerables conflictos de todo orden que se desatan permanentemente dentro de los centros industriales y lugares de trabajo. También  las organizaciones que se crean desde las bases comienzan a tener mayor peso y protagonismo en la decisión de los conflictos.

Y aunque logren llevar adelante este tipo de acuerdos con algunos gremios, todo indica que en ves de calmar las aguas por un año y medio, en realidad lo que están haciendo es echarle mas leña al fuego. En este mismo contexto, también quedan condicionados  los planes de productividad de los monopolios, que se ven imposibilitados de avanzar con mayor explotación para obtener mayor rentabilidad. Porque frente a esta situación, como dijimos anteriormente, la lucha de los trabajadores, se traslada en todos los ordenes, y no muere solamente en las paritarias, si no que se repiten una y otra vez, frente a los intentos de despidos por reducción de personal; frente a los intentos de acelerar los ritmos de producción; frente a los accidentes laborales; por la conquista de un plus o recategorización; por aumento del salario por fuera de las paritarias; entre otros.

Este es uno de los aspectos fundamentales donde se evidencia claramente la profunda crisis política que atraviesa la burguesía en nuestro país, donde no pueden planificar ni a largo ni a mediano plazo, ya que cualquier intento político que pretendan llevar adelante está condicionado por la lucha de clases. 

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