El conjunto de los trabajadores debe saber qué es lo que se viene

El grupo Clorox es una multinacional con origen en Oklahoma, Estados Unidos, que se dedica a la producción de productos de limpieza y cuidado para el hogar y automóviles. Tiene presencia en los cinco continentes; en nuestro país comercializa las marcas Ayudín y Poett, entre otras, y es el mercado más grande de esa empresa en América Latina.

En su informe financiero a la SEC (Securities and Exchange Comission) de los Estados Unidos sobre las perspectivas hacia 2016, la empresa proyectó una “significativa devaluación del peso”; asimismo expresa dos “factores de riesgo” para su negocio: las presiones inflacionarias y el aumento de la conflictividad laboral.

Lo relevante del informe es que nos da una clara señal de qué está pensando un sector de la burguesía monopolista. Devaluación y conflictividad laboral van de la mano. La primera, como parte medular de una política que apunta a la rebaja de la masa salarial, vía depreciación del peso y aumento del dólar; la segunda, destacando la resistencia, expresada en conflictos de todo tipo, que el proletariado está presentando ante tales intenciones.

El sector burgués que pugna por la devaluación tiene un objetivo central: reducir los costos salariales nominales en dólares. Un trabajador que hoy gana 10.000 pesos recibe (con un dólar a 9,20) 1.087 dólares; ese mismo trabajador con un dólar a 13 pesos, por ejemplo, recibiría 770 dólares y si el dólar estuviera a quince pesos el equivalente en dólares sería de 666. Esto significa que el capitalista debería cambiar menos dólares para conseguir los mismos pesos para cubrir sus costos salariales. Pero fundamentalmente, lo posiciona en otro nivel en la puja intermonopolista mundial y reduciría el promedio salarial que el monopolio paga a nivel planetario. Recordemos que la crisis en China, por ejemplo, está originada en una deuda colosal que los capitalistas hicieron crecer en el país asiático a partir que allí los costos laborales (es decir, los salarios) no han parado de crecer después de las grandes huelgas de 2010, con los obreros de Honda a la cabeza.

Pero la burguesía sabe también que para que la rebaja salarial vía devaluación sea posible hay que disciplinar al proletariado, que presenta una “alta conflictividad laboral”. Entonces, su objetivo durante el último tiempo (pero en particular este último año) ha sido y es quebrar la organización independiente de los trabajadores.

Ajuste y disciplinamiento son dos caras de una misma moneda. Y la burguesía monopolista lo tiene muy claro y actúa en consecuencia, con todos los inconvenientes políticos a los que se enfrenta, dado que nuestra clase obrera y nuestro pueblo están muy lejos de haber sido domesticados y, por lo tanto, convencidos de resignar las conquistas de los últimos años, las que fueron arrancadas a base de lucha y organización y no de la “bondad” burguesa.

El mundo capitalista está en tembladeral económico de magnitudes nunca antes vistas. En ese mundo se mueve el capital monopolista y los países y los obreros y pueblos de los mismos somos una ficha más del ajedrez que ellos juegan en el tablero planetario. Pero ese ajedrez está atravesado por la lucha de clases y entonces una cosa es lo que ellos necesitan hacer para sostener sus alicaídas tasas de ganancia y otra, muy distinta, es lo que puedan hacer políticamente para lograrlo.

Esto que tan claro tiene la clase dominante es lo que debe tener en claro el proletariado. Por lo tanto, el debate político en le seno de los trabajadores debe girar en torno a esto temas, para saber qué enfrentamiento debemos sostener y cómo hacemos para organizar nuestras fuerzas. De lo contrario, estaremos yendo a la zaga de los acontecimientos; analizando equivocadamente si habrá más o menos producción, si se venderán más o menos productos, si habrá o no habrá despidos, etc. Y en definitiva, se termina analizando la lucha de clases desde los intereses de la clase dominante, que es lo que la burguesía quiere, y no desde los intereses políticos y de clase del proletariado.

Un franco y abierto debate sobre estos temas y sobre los caminos para seguir organizándonos en el seno de la masa proletaria, sin subestimación de ningún tipo, es la tarea inmediata a emprender. Debemos elevar la mirada de la lucha cotidiana y aprestarnos a entrar en una abierta contienda política que enfrente, en todos los planos necesarios, las políticas de la burguesía por rebajar la masa salarial y doblegar al movimiento de lucha existente. Eso nos pondrá en inmejorables condiciones, como clase, para levantar una bandera de salida real para el conjunto de los trabajadores y demás sectores populares.

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