Concentración y centralización de capitales en la economía capitalista

Durante todo 2015, la multinacional Syngenta (uno de los gigantes mundiales de la biotecnología, tercera en el orden planetario en venta de semillas, con presencia en 90 países) realizó negociaciones con Monsanto (otra multinacional líder en la venta de semillas y transgénicos con origen en Estados Unidos) por cifras de 45.000 millones de dólares; a principios de 2016, finalmente, Syngenta fue adquirida por ChemChina en una suma de 43.000 millones de dólares. Esta compra significa la mayor adquisición de una empresa de origen chino en el exterior de ese país.

A esta adquisición se le suma la anunciada a finales de 2015 entre DuPont y Dow Chemical que realizaron una transacción por 130.000 millones de dólares.

El sector de la agroindustria, que ya era manejado por un pequeño grupo de monopolios mundiales, sigue adelante con un proceso de concentración y centralización de capitales que resulta inevitable en el marco de la economía capitalista, en su etapa imperialista.

Los capitales, que no tiene patria, siguen su curso de concentración y centralización tal como lo estudiara Lenin en sus escritos sobre el imperialismo. A un siglo de esos estudios, además de su vigencia, se confirma que la etapa imperialista del capitalismo no ha dado como resultado un sistema que resuelve “pacíficamente” sus contradicciones; muy por el contrario, éstas se profundizan y se vuelven irresolubles en los marcos del sistema.

Operaciones como las mencionadas implican un entramado de intereses industriales, financieros, comerciales, agrícolas que, en una etapa más desarrollada que la estudiada por Lenin, rebalsan formidablemente los países y Estados donde se originaron estas empresas, conformando conglomerados planetarios que son más grandes concentran más capitales que los muchos Estados y países del mundo. Esta realidad objetiva del desarrollo del capitalismo en su etapa imperialista, provoca que las trasnacionales que nacen al calor de estos procesos se valgan ya no solamente de sus Estados nacionales, sino que tengan incidencia directa en las decisiones de los distintos países en donde tienen sus negocios e intereses.

Esta es la base material donde se asientan las irreconciliables contradicciones interimperialistas, las que se envuelven cada vez más en una disputa que está lejos de ser entre “caballeros”, al tiempo que desnudan que no hay país capitalista en el mundo que esté por fuera de esta evolución del capital y, por lo tanto, no pueda ser considerado un capitalismo “diferente” al imperialismo reinante en el mundo.

Las ilusorias posiciones que quieren enfrentar un imperialismo “irracional” por otro “racional”, que vendría a poner “equilibrio” en el sistema capitalista mundial, considerarían que una empresa “china” le ganó a una “norteamericana” y eso es bueno para la Humanidad. Entonces, la aspiración de los pueblos sólo deben limitarse a esperar que los capitales sean razonables y se den cuenta, en algún momento, que la Humanidad va hacia una debacle y allí se pondría freno a la anarquía del capital.

Todas argumentaciones que, por más absurdas e irrealizables que sean, sólo intentan sostener el sistema.

La mayor vigencia del legado leninista sobre el imperialismo es que esta es la última y más decadente fase del sistema capitalista, como se puede comprobar cotidianamente vistas las calamidades que éste provoca a la Humanidad, y que la única salida viable para los pueblos es la destrucción del sistema y el paso al socialismo, a la vez que advertía que el capitalismo no caerá solo, por más contradicciones y agonía que padezca, sino que se lo debe hacer caer.

La actualidad de ese pensamiento científico, que es atacado por derecha y por izquierda, nos indica que la época de las revoluciones sociales tiene plena vigencia histórica y que los pueblos que no cejan en su lucha por un presente y un futuro promisorios necesitan más que nunca que los revolucionarios del mundo nos mantengamos firmes en los principios revolucionarios en el despliegue de la lucha ideológica, política y organizativa que dé cauce a esas luchas hacia la toma del poder y la construcción del socialismo.

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