¿Son contradictorias la autoconvocatoria de masas y la convocatoria a la revolución?

La autoconvocatoria de masas surgida al principio del presente siglo ha instaurado el inicio del camino independiente del poder burgués que las masas están llevando a cabo como metodología de lucha.

La misma autoconvocatoria dio oxígeno a las prácticas de la democracia directa que hoy campea cada una de las acciones que las masas, sobre todo el proletariado en donde se originó la misma, llevan adelante por sus reivindicaciones sean éstas económicas, sociales o políticas. La democracia directa está emparentada necesariamente al desarrollo capitalista de las fuerzas productivas que, a pesar de la burguesía, tiende a la socialización de la producción cada vez más extendida y la enfrenta con las relaciones de producción burguesas que las frenan y destruyen.

Ambas, la autoconvocatoria y la democracia directa, son patrimonio hoy del proletariado y del pueblo, y han venido para quedarse y pujan por desarrollarse como expresión de lo más desarrollado que el ser humano ha logrado socialmente en nuestro país. Esto no tiene retorno ni encontrará freno histórico. Por el contrario, buscará caminos para su desarrollo y perfeccionamiento. Es el germen revolucionario del nuevo poder socialista.

Pero, precisamente, por ser de masas, no encontrará posibilidades de desarrollo si no cambian revolucionariamente las relaciones de producción en nuestro país.

Para ello, es necesario que el movimiento revolucionario de masas se encamine hacia la meta de la conquista del poder y la construcción del socialismo, única posibilidad de salida a la crisis crónica y estructural del capitalismo en Argentina que hace insoportable nuestras vidas.

Por eso, los revolucionarios y, principalmente nuestro Partido, debemos instalar en esas luchas de masas, las ideas revolucionarias de la lucha por el poder y el socialismo.

Esta tarea, es producto de un colectivo proletario, nacional, capaz de ponerse al frente y dirigir hacia ese objetivo el caudal revolucionario de masas, sintetizando las aspiraciones económicas, sociales y políticas que las masas exponen en cada lucha para transformarlas en consignas políticas de unidad en la acción. Capaz de movilizar los nervios más sensibles de las masas dispuestas a satisfacer sus necesidades desde las más elementales a las más elevadas que puedan caber en el corazón y las mentes de la condición humana proletaria y del pueblo en general.

La convocatoria revolucionaria no es espontánea ni puede ser resuelta por el movimiento de masas. La convocatoria revolucionaria es un plan político y de organización de la lucha de clases. Un camino hacia la toma del poder para la revolución. Constituye una tarea científica de un colectivo organizado nacionalmente, el cual debe ponerse a disposición del movimiento de masas para que éste lo haga suyo y lo recree con toda la potencia, ingenio y audacia que la inagotable fuente masiva le otorga a dicho movimiento.

Los revolucionarios tenemos que ponernos con decisión al frente de esa convocatoria en cada hito que en los lugares de trabajo, estudio o vivienda vayan desarrollando las luchas y movilizaciones por la conquista de las reivindicaciones de todo tipo que el pueblo necesita lograr contra las imposiciones emanadas del poder de la oligarquía financiera y su gobierno de turno. Haciendo penetrar la propuesta revolucionaria en cada organización proletaria y popular que las masas genuinamente se den en sus lugares naturales, tratando de unificar políticamente en un único proyecto revolucionario cada una de esas herramientas y a las masas no organizadas que vean identificadas sus aspiraciones en esa unidad, contribuyendo de esa manera a conformar una expresión orgánica revolucionaria y popular masiva y nacional bajo el objetivo de la lucha por el poder.

Dadas las condiciones alcanzadas por la lucha de clases en nuestro país, la autoconvocatoria y su democracia directa no pueden desarrollarse sin la convocatoria revolucionaria, y ésta no podrá penetrar en el movimiento de masas si no constituye una herramienta útil para desarrollar el poder proletario y popular cuyo germen es la autocovoncatoria con su democracia directa.

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