Detrás de lo producido está el Hombre

En un artículo de ésta misma página, afirmamos la idea de que los monopolios se manejan como Estados dentro de los Estados.

Sobre la base de nuestro pensamiento revolucionario, el actual Estado le pertenece a la clase burguesa, particularmente a la oligarquía financiera. Nuestro objetivo político es hacer la revolución socialista capaz de destruir este Estado y construir sobre sus ruinas un Estado proletario y popular.

¿Por qué es viable la revolución en nuestro país?

Entendemos en primera instancia que la revolución que proponemos es política y se apoya en una clase fundamental. Conlleva la necesidad imperiosa de que los medios de producción y cambio pasen a manos de todo el pueblo. A partir de esa circunstancia histórica, comenzar un proceso en donde la participación de la clase obrera y de todo el pueblo en la administración del nuevo Estado, sea lo esencial.

Cuando planteamos que los monopolios en nuestro país se manejan como Estados, también estamos planteando que detrás de todo ello existe una experiencia acumulada en nuestra sociedad que se mueve en esos marcos. En concreto estamos diciendo que existen proletarios, trabajadores administrativos, profesionales de todo carácter, científicos, técnicos, una vasta cadena de estudiantes etc. que de una u otra manera se han apoderado de los conocimientos para producir y generar las riquezas que hoy por hoy se la apropian una pocas empresas.

El sistema capitalista se encuentra en una gran encrucijada histórica. Por un lado necesita sociabilizar cada vez más la producción para mantener sus ganancias y poder competir y por el otro, en forma más brutal, como nunca antes había sucedido en la historia del hombre concentra riquezas en cada vez menos manos.

Nuestra revolución es política. De lo que se trata en cada lucha entablada en la actualidad es elevar el grado de organización política de nuestro pueblo en todos los niveles, que nos lleven a la lucha por el poder y la construcción del Estado revolucionario basado en la plena movilización de las grandes mayorías explotadas y oprimidas.

La revolución que pregonamos se basa en la idea primaria de que los monopolios que operan en nuestro país han ensanchado notablemente la base material para que la revolución en  nuestro país deje de ser tomado como  un “idealismo” para pasar a ser parte de un plan revolucionario puesto ya en marcha.

Decíamos que un Estado proletario se basará en la experiencia ya adquirida de millones de trabajadores que actualmente producen y administran  en éstas empresas, que sobre esas circunstancias consideraremos la esencia del pensamiento del “Che” cuando planteó la necesidad de ver al Estado proletario como una gran empresa que reniega de entrada la ley del valor y niega la existencia de la mercancía. Un concepto de Estado que pone al Hombre como eje central del desarrollo.

Al considerar que en nuestro país existe una fuerza material para llevar adelante ésta concepción de construcción del nuevo Estado, estamos diciendo e insistiendo que el carácter político del proceso en marcha es lo sustancial a resolver y con ello el fortalecimientos de todas las organizaciones políticas revolucionarias  capaces de llevar a buen puerto este desafío histórico. La movilización permanente de nuestro pueblo y la lucha tienen que ir acompañadas también de la política y la conciencia revolucionaria de asimilar que no es ya suficiente contar con la fuerza material de la clase para llevar al triunfo la revolución  si en ella no comienzan a pesar las salidas revolucionarias.

Las empresas monopólicas que se manejan como Estados, que además son parte de la globalización, que están aquí y allá al mismo tiempo ven nuestras fronteras como reductos colonialistas y rompen fronteras para lograr mayores ganancias por sus mercancías que lo abarcan todo.

Contamos en nuestro país con la principal fuerza productiva que es el Hombre, hoy oprimido y explotado por el gran capital, de lo que se trata es que toda esa experiencia ya adquirida de producir todo y no tener nada se revierta. Es decir que toda esa experiencia se aplique para hacer del nuevo Estado una gran empresa en donde lo producido vaya en forma directa al productor.

El concepto de ver al Estado proletario como una gran empresa implica en el hoy que la lucha política por el poder esté basada en una planificación revolucionaria que cuente en con una poderosa acumulación de fuerzas en los centros del poder burgués que permita cambiar la correlación de fuerzas entre revolución y contrarrevolución. Hay que seguir transitando ese camino e ir concretando las fuerzas capaces de ir revirtiendo día a día el objetivo político revolucionario.

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