DOTA: la explotación se cobra una vida más

Alrededor del medio día de hoy, un electricista que se desempeñaba en los nuevos talleres que la empresa DOTA tiene en el barrio de Barracas, fue trasladado de urgencia al Hospital Pena. Finalmente murió tras haber sido aplastado por una unidad en reparación.

Las cadenas de WathsApp rápidamente se pusieron al rojo vivo, dando cuenta de la trágica muerte del compañero David Ramallo, de 38 años. El comunicado que hicieron circular los delegados de la línea 60 -que pertenece al Grupo DOTA- condenaba el hecho, ya que a las interminables denuncias hechas por estos compañeros se sumaban a la del mal funcionamiento del elevador que hoy sostenía la unidad que terminó desplomándose sobre la humanidad del compañero David.

A la vez, de manera inmediata, determinaron en asamblea parar totalmente el servicio. En todos los audios de los compañeros que hoy nos mantuvieron informados de la tragedia no se disimuló la consternación y el dolor por lo sucedido.

La muerte de David –padre de 3 hijos y jefe de familia- generó la bronca y derivó en algunos enfrentamientos con la administración de la empresa y la medida se sostiene de manera inobjetable.

Algunos medios, de manera impertinente, dejaron deslizar la idea del “perjuicio ocasionados a los trabajadores  que regresan a sus casas”. Nosotros  hoy decimos que la muerte de David Ramallo es el verdadero perjuicio que se le ocasionó a la clase trabajadora argentina; porque además, no fue la única muerte que se dio en esta jornada. Simultáneamente a lo sucedido en Barracas, un obrero de la construcción era aplastado por un derrumbe en una obra de Villa Crespo.

No hay especulación mediática ni tartamudeo sindical que hoy pueda ensuciar el legítimo reclamo de los trabajadores. Durante años y paro tras paro, los medios se han encargado de manera descarada intentando deslegitimar la lucha y el reclamo del sector del transporte. Sólo los días de paro de transporte, los operadores mediáticos se «hacen carne» de la realidad de los trabajadores, que tienen que regresar a sus hogares, como si el resto del año no sufrieran la explotación y despojos de todo tipo.

La muerte de David se pudo evitar, por lo tanto no fue un accidente laboral, fue un crimen del Grupo DOTA y de la familia Faija, dueños de este Holding. Mientras este grupo fue beneficiario con favores de todo tipo y color para consolidarse como monopolio del transporte desde mediados de los 90, la desidia contra trabajadores y usuarios es inversamente proporcional a la fortuna que ganan día a día.

Este grupo recurre a todo tipo de artilugios para optimizar sus ingresos: quitan coches de servicio mientras cobran los subsidios como si estuvieran operando y desguazan unidades para acondicionar las que mandan a habilitar a la CNRT. Incitan al trabajo en negro y hoy, la precarización de los talleres quedó trágicamente a la vista de todos.

Una vez más, junto a los compañeros de la línea 60, se suma toda la clase trabajadora para decir BASTA, para decir que la oligarquía va a pagar por cada crimen que comete, para decir que no estamos dispuestos a pagar ni con sangre ni con explotación los costos de la gran fiesta que se están dando.

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