Despiden y suspenden porque sobran capitales y no porque faltan

Los despidos en Pirelli, bajo el burdo y reconocido maquillaje de la no renovación de contratos, retiros anticipados o «voluntarios», arreglos «concertados» y otras «delicias» inventadas por la burguesía, son una expresión más del problema que los monopolios tienen en el mundo y que se reflejan en nuestro país con medidas similares que vienen tomando otras empresas bajo la situación impuesta por el propio proceso particular Argentino y el desarrollo de la lucha de clases.

Hay una superproducción mundial de capitales que no se sabe dónde invertirlos para la reproducción ampliada de los mismos sin que se baje la cuota de ganancia media. La fórmula aplicada por el imperialismo fue la de la eliminación  de masa humanas, fundamentalmente en África, a través de las guerras, persecuciones y expulsiones de poblaciones enteras de territorios ambicionados para la instalación de nuevos negocios, etc.

Lejos de constituir la «solución» que el capital monopolista deseaba con esas medidas, las mismas se transformaron en un boomerang y se volvieron contra el intento de protección de la tasa de ganancia. Las masas humanas parias que recorren los países europeos y demás países del mudo en busca de un asentamiento para poder sobrevivir, no sólo no han «contribuido» al nivel de la baja generalizada de salarios que la burguesía monopolista pretendía, sino que constituyen un problema de difícil y hasta imposible solución para los gobiernos custodios de los intereses imperialistas. Los embates de los pueblos (como por ejemplo el francés, sólo por citar el caso más emblemático), así lo confirman.

De ser un atractivo potencial para la baja de salarios a niveles esclavos, esas masas humanas, son ahora motivo de levantamiento de muros, ejercicio de controles aduaneros para evitar los ingresos a los países y, además, objeto de nuevas matanzas masivas a través del tráfico en mares y caminos.

Por su parte, los territorios ocupados que quedaron disponibles al capital (fundamentalmente en el África subsahariana, carecen de la infraestructura necesaria para el tipo y las formas de la producción actual. La mano de obra subsistente y vacante, producto de esas verdaderas cacerías humanas, tampoco alcanza los niveles necesarios para incorporarse a la fuerza productiva que exige el capitalismo del siglo XXI. Conclusión: la población que se consideraba sobrante y «molesta» para el cerrado círculo de la producción capitalista orientada a quien puede comprar, ahora ha aumentado proporcionalmente en el estrecho mercado capitalista con todas estas medidas criminales antihumanas y ha profundizado la crisis política de dominación del poder imperialista.

Ante tal situación, el único recurso al que recurre la oligarquía financiera mundial es a la inversión en el plano estrictamente financiero. Es decir, a la compra de bonos, préstamos para accionar la bicicleta financiera, y otros mecanismos especulativos y parásitos, o sea destinar plata para que genere plata.

Pero los obreros y trabajadores sabemos, y la burguesía con más razón, que la plata no genera plata por sí misma y que, por lo tanto, las llamadas inversiones estrictamente financieras lo único que hacen es alimentar una burbuja que tiene fecha de vencimiento y por lo tanto de explosión.

Es por eso que en medio de su aumentada crisis política, insisten una vez más en la intención de sembrar miedo y desconcierto con la espada de Damocles del desempleo.

Pero detrás de los despidos y suspensiones, la realidad incontrastable es que necesitan invertir sus capitales en la producción para la reproducción ampliada de los mismos sosteniendo su cuota de ganancia media. No es que faltan capitales. ¡Sobran capitales!. La crisis de ellos no es económica sino política. Por eso la lucha de los obreros y trabajadores tiene que ser ofensiva por mejores salarios y condiciones de trabajo en general. Todos sus fantasmas son mentiras y fábulas inventadas para sembrar miedo y confusión.

Aspiran a disciplinar a la clase obrera y al pueblo en general para poder producir a bajísimos salarios sin que nadie levante la cabeza.

Nuestra lucha obrera y popular por la dignidad de nuestra vida defendiendo y tratando de aumentar el valor de nuestra fuerza de trabajo para adquirir los bienes materiales que nos permitan vivir con decoro, tiene que ser el piso de nuestro combate cotidiano y nunca el límite de nuestra aspiración.

Por el contrario, nuestra aspiración a una vida digna que no sólo nos depare esos necesarios bienes materiales sino que nos dé la seguridad de un futuro de desarrollo material y espiritual para nosotros y nuestras generaciones posteriores es el camino que tenemos que transitar con la convicción de que es posible lograrlo sobre el cadáver de este sistema criminal.

Ésta es una empresa común de la clase productora de todo lo existente, es decir, los obreros junto a los trabajadores y pueblo en general, contra la asesina y antihumana burguesía monopolista y sus gobiernos de turno.

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