Política revolucionaria: ¿qué es la lucha de clases?

Los dueños de los medios de producción y cambio, es decir quienes poseen las máquinas, las materias primas, los bancos etc.… siempre quieren ganar más. Y quienes no poseemos más que nuestra fuerza de trabajo siempre estamos luchando para vivir mejor de nuestro salario. Según cada momento de la historia a veces se avanza y a veces se retrocede, uno y otro contendiente va por lo suyo.

¿Qué es avanzar hacia una revolución social?

En el marco de la lucha de clases propio del mismo movimiento de la historia del Hombre, la clase desposeída de los medios de producción (a la vez  la clase que lo hace todo y no tiene nada más que lo necesario para seguir trabajando) comienza a entender que para desarrollarse como una verdadera sociedad humana necesita apropiarse de los medios de producción que están en manos cada vez más concentradas.

¿Quién defiende a los dueños de los medios de producción?

El Estado de la burguesía. “Aparece” como árbitro entre las clases enfrentadas pero en realidad es el Estado de la clase dominante que va en contra de los intereses de la clase obrera y de todo el pueblo. Tienen en sus manos todos los resortes institucionales: la justicia, las fuerzas represivas, el Parlamento, los medios de comunicación etc. Todo, absolutamente todo, está en manos de la clase dominante.

¿Quiénes son los verdaderos dueños del Estado burgués?

Son los monopolios que lo compran y lo venden todo.

Una conducta política táctica, revolucionaria  no puede nunca perder el norte del problema. Para nuestro país tiene nombre y apellido: ¡¡¡Revolución!!! Es decir, toda política que no contemple el problema de la revolución irremediablemente cae en el más barato de los oportunismos.

¿Qué quiere decir revolución social?

Que los medios de producción y cambio pasen a manos de la clase obrera y el pueblo y a la vez construyan un nuevo Estado que se corresponda con esta nueva situación.

¿Son éstas tareas políticas que se pueden dejar para mañana?, ¿para un mejor momento porque “la gente no entiende”? En todo caso ¿cuál sería ese mejor momento?

Ese mejor momento nunca viene y es tarea política de los revolucionarios que sobre la base de la lucha de clases hoy existente, se introduzcan las ideas de revolución sobre la base de política y más política revolucionaria.

¿Qué es la política revolucionaria?

Aquella que sabe combinar la política concreta en cada momento, que expresa el interés de clase sin ninguna atadura con la burguesía y que la misma esté teñida de la organización política revolucionaria en todos los planos entre el pueblo. Y que las metodologías autoconvocadas y de democracia directa en su actual aplicación en la lucha por el poder  sean el verdadero preludio de la nueva sociedad revolucionaria.

¿Qué diferencia hay entre reformismo-populismo de lo revolucionario?

Entre muchas, la principal de hoy es que las dos primeras sostienen el capitalismo. Para ellas siempre hay una posibilidad de encontrar una solución al recalcitrante sistema de mercado, buscan fórmulas para apaciguar la lucha de clases y por sobre todas las cosas, esconden quiénes son los dueños de los medios de producción.

Para ellos hay monopolios” buenos” y monopolios “malos”, hay monopolios “productivos” y de los otros, los “usureros”. Engañan al hacer pensar a las masas por ejemplo que un monopolio como Ford a esta altura del capitalismo no ha creado sus propias financieras, o que Ford no es parte de esos capitales que van por el mundo a la caza de negocios especulativos. Los populistas y reformistas no son de izquierda ni de derecha, frenan la historia del hombre y ese es el crimen al que nos expone n cotidianamente.

Los revolucionarios estamos dentro de la actual lucha de las clases. En el sistema capitalista vamos por lo nuestro, como va todo el pueblo. Pero entendemos que toda ésta esta lucha para que no acabe en círculo cerrado de lucha de clases y termine allí para que todo siga igual, empujamos con todas las fuerzas para tomar el poder y construir un Estado proletario y popular.  ¡Socialista!

Hemos pasado la peor embestida ideológica y política de la burguesía que duró más de tres décadas, escondiendo la posibilidad abierta de otro sistema.

Millones y millones de almas en el mundo ya saben lo que no quieren. Se abre una gran posibilidad histórica de que los proyectos revolucionarios tomen el vigor necesario entre las masas para despejar un camino que aún se encuentra entre malezas.

Es imprescindible que para ello participen decenas de miles, organizados de una u otra manera batallando las ideas de la revolución en sus múltiples expresiones políticas.

No es tarea de unos pocos, es tarea de cada vez más y más compañeros que, de una u otra manera, están activos para un cambio estructural de nuestra sociedad.

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