Los tiburones olfatean la sangre

Mientras la gran mayoría de nuestro pueblo duerme y descansa de las agotadoras jornadas de trabajo, las ratas parlamentaristas (en largas noches de oscurantismo democrático) votan leyes y decretos, resoluciones y directivas que llevan un solo fin: extraer más riqueza de quienes  las producimos.

Se votó ganancias, reformas o no ¡el salario no es ganancia!  Estos señores no tuvieron escrúpulos, pusieron puntos y comas para frenar embestidas que vienen de muy abajo, pero saben y entienden que no hay ley que pare otra ley: ¡la lucha de clases!

Votaron “ganancias”, un mamarracho burocrático difícil de entender, pero estas ratas -que se manejan en las noches como pez en el agua- saben que el costo político pagado ha sido muy alto. Los funcionarios del gobierno le están pidiendo gobernabilidad a toda la oposición y la oposición le está pidiendo lo mismo al gobierno. Pero las puñaladas “traperas” no se hacen esperar, hay mucho en juego y la exigencia para la clase dominante es gobernabilidad para concentrar el fuego político. Allí, en ese punto más trascendente, está todo para atrás.

Son “victorias” con sabor amargo, la puja de intereses está en la misma administración Macrista, la salida de Isela Constantini (General Motors) de Aerolíneas Argentinas (y el ingreso de un director de Techint al frente) es la punta del ovillo de la que estamos hablando. Los tiburones olfatean sangre y enardecen sus posturas, muestran sus conductas políticas aberrantes al punto que lo que declaman como imprescindible, ¡la gobernabilidad!

Y en cada paso, la abortan. Habrá más pases de facturas, dentro y fuera del circo parlamentario y la grieta que ellos nos quieren imponer para dividir al pueblo se está transformado en la grieta que el pueblo está abriendo con ellos, que es muy diferente. De un lado ellos: el Estado de los monopolios y sus instituciones podridas y de este lado, la gran mayoría del pueblo explotado y oprimido.

En estos días, el mal humor reinante en la población no es tomado en cuenta por los de “arriba”. Hay mucha subestimación, no les interesa escuchar ni sentir el “abajo”.

Hay cortes de luz y nuevamente el vecino sale a la calle a protestar; hay inseguridad y se toman medidas contundentes contra la policía y la “justicia”; hay despidos y se lucha, los científicos del Conicet y los obreros contratados de Acindar toman medidas de acción directa; el reclamo por los bonos se ha generalizado por arriba de toda pretensión de las patronales.

Se tapan los ojos, se tapan los oídos pero abren la boca para mentir a pesar de la micro cirugía que le hicieron al señorito bocón. Descansan en su subestimación al pueblo y aparecen los primeros “sensatos” de la clase burguesa que están diciendo que así las cosas van a terminar muy mal… Nuevamente, la gobernabilidad aparece en el centro del problema de ellos pero pocos lo advierten con soluciones en sus manos.

La historia no vuelve a repetirse pero la cercanía de la fecha del 2001 atormenta a la burguesía. Son recuerdos de pesadillas que golpean al poder.

Por abajo hay algo muy claro: seguir luchando, embarrarles la cancha y a la vez, ya no todo está tan oscuro en el horizonte de la salida revolucionaria, en la medida que la acción en esa dirección -de una u otra forma- va apareciendo en lo más profundo de la sociedad.

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