La «paz social» está quebrada en nuestro país

De las medidas que tomó el actual gobierno, en muchas avanzó, por varias cuestiones, con la connivencia de la oposición política parlamentaria, el sindicalismo y los grandes medios (que ladran pero no muerden, en el mejor de los casos). Pero por sobre todo avanzaron porque si bien está expresado el rechazo de nuestro pueblo, no existe hoy una fuerza política real opositora al sistema con la capacidad de expresar consignas que catalicen la bronca y el descontento para dar así una respuesta de acción movilizadora nacional, y que nuestro pueblo los haga variar y desistir en sus medidas que requieren una respuesta política.

Por ejemplo, la nueva timba financiera con los bonos que le hizo ganar a los bancos internacionales miles de millones de dólares (ya se habla de más de 40 mil millones de dólares), y con ello un nuevo endeudamiento externo que traerá más y nuevos flagelos a nuestro pueblo; o la continuidad de la inflación; o las importaciones abiertas, donde el fin expreso es abaratar costos a las multinacionales radicadas en Argentina, que traen componentes mucho más baratos con mano de obra muy por debajo del costo de nuestro país, para luego reexportar en dólares el producto final. Es decir, una clara exportación de capitales. Mientras, se llenan la boca de “atraer capitales” para -supuestamente- poner en marcha el país.

En muchas otras medidas, el gobierno se vio obligado a retroceder, producto de la respuesta de lucha y rechazo unánime de nuestro pueblo en aquellas políticas de “efecto inmediato”, como fueron los intentos de los tarifazos en los servicios como ellos pretendían, y muchas otras puntuales de carácter más sectorial, en las cuales tuvieron que desistir.

Pero la intencionalidad y aspiraciones de sus planes es mucho más ambiciosa, y su esencia es un disciplinamiento y aplastamiento de la clase obrera y los trabajadores, eliminando conquistas, aplicando una nueva flexibilización laboral, barriendo Convenios, y decretando nuevas leyes laborales, agitando la productividad con el único e inequívoco objetivo de reducir la masa salarial en Argentina.

Tal es el designio del poder mundial para Argentina, y es ahí donde la lucha de clases los empantanó y los va a seguir hundiendo en los meses que se avecinan. Porque es en tal terreno donde la confrontación es por sector. Y es en dicho terreno donde las masas hoy se hacen fuertes. Lo de los bonos de fin de año fue claro y contundente, sobre todo en los sectores productivos, que es adonde apuntan; pero los trabajadores les marcaron la cancha muy a pesar de los sindicatos, que en su mayoría hicieron lo imposible para que esto no pasara.

En nuestro país hay lucha, mucha lucha más allá de la dispersión, por eso se escuchan voces y cacareos con la cuestión de la gobernabilidad. La gobernabilidad para ellos es que los dejen hacer cómo les viene la gana, y eso no es posible hoy en nuestro país. Salta toda la superestructura política y sindical oficialista y opositora a relucir en la preservación de la paz social, cuando la burguesía ya quebró la paz social en nuestro país.

 ¿De qué nos hablan, si nuestro pueblo está inmerso en una vida infeliz, plagada de sufrimientos de toda índole producto del sometimiento y la degradación de un sistema violento? Si hasta se ha puesto de moda, con nostalgia barata de parte de algunos, aquella famosa frase “Todo tiempo pasado fue mejor”. ¡Qué pobre e indigno entonces es nuestro presente! ¡Qué apocalíptico nuestro futuro! ¿De qué paz social hablan estos señores?

Pero esta situación de mayor lucha y confrontación se va a seguir dando en los diversos sectores, y ahí debe aparecer el rol de las vanguardias auténticas. Donde es un deber, una responsabilidad de tales vanguardias, llevar adelante sin desmayo tres aspectos fundamentales para la confrontación: la independencia política del sistema, desconociendo literalmente la legalidad burguesa que solo está para atarnos de pies y manos en la lucha; las metodologías de la democracia directa donde las masas sean arte y parte ya que ha llegado la hora de la rebelión de las bases; y la nacionalización política de cada conflicto.

Respecto a la nacionalización política de cada conflicto: hay que salir de los muros de las empresas, hay que buscar la unidad con el pueblo localmente, y dirigir el golpe contra las medidas nacionales del gobierno de los monopolios haciendo oídos sordos a todos esos cantitos de sirena de “la politización de los conflictos”.

Hoy el conflicto es inminentemente político, donde nadie que se presume representante de los trabajadores sale al país a decirle que hay que pararles la mano. Estas medidas solo pueden nacer desde abajo.

Políticas también son las medidas y maniobras del sistema, y eso es lo que hay que derrotar.

El enemigo está débil, aunque nos quieran hacer creer que está fuerte. Su debilidad se pone de manifiesto cuando se impone el protagonismo y la amplitud de las masas.

El gran secreto hoy, del triunfo de las luchas está en la masividad. Si las masas son arte y parte, no retroceden, y eso el poder hoy no está en condiciones de sostenerlo.

Están todos los condimentos para acelerar el surgimiento de una alternativa revolucionaria. Tenemos el convencimiento que los miles de destacamentos revolucionarios que hay en nuestro país, aunque dispersos, desde las nuevas confrontaciones masivas que se avecinan, la nacionalización de la lucha política vendrá de la mano de una nueva conducta revolucionaria que nos sabrá encontrar a las vanguardias junto a toda la clase obrera y el pueblo.

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