Millonarios, burgueses y estafadores

El magnate financiero George Soros, ocupa el 16º lugar de la lista de los 400 más millonarios del mundo (según la revista Forbes). Este “señor” trató de estafador al “pobre infeliz”, magnate inmobiliario, que ocupa el lugar 121 de esa misma lista, y que concentra apenas una módica fortuna valuada en 4.400 millones de dólares, frente a los resonantes 24.000 millones que ostenta con orgullo el húngaro  gurú de las finanzas mundiales...

 “Donald Trump es un estafador y va a fracasar” disparó Soros en Davos hace pocos días.

“Trump representa una forma de gobierno cercana a la dictadura, más parecida a un estado mafioso, lo opuesto a la sociedad abierta como he defendido toda mi vida”.

Tan abierta es la sociedad defendida por Soros que no tuvo empacho en proponer y promover el aprovechamiento de los “llamados refugiados” que huyen de la guerra en Siria para servir de mano de obra barata e impulsar la baja de los salarios de la clase obrera europea, al igual que en EE.UU. y la fuerza de trabajo inmigrante de los países de Centroamérica.

Sin embargo, este oligarca que se jacta de demócrata, necesita de la dictadura del capital y del Estado a su servicio para hacer sus multimillonarios negocios globales, que están dispersos en las más variadas ramas industriales, desde alimentos hasta armamentos, pasando  por agencias de personal temporarios hasta finanzas. Como millonario con grandes influencias necesita del Estado mafioso, de la dictadura de los monopolios y de la fuerza de trabajo ajena de la que extrae sus jugosas  ganancias, las que ostenta con la arrogancia propia de los de su clase.

Pero ¿qué es de Trump? Es el espejo donde se mira toda la cofradía de la oligarquía mundial. Trump expone a la vista de todos y como una verdad incontrastable, lo que la burguesía es. Es el reflejo fiel y sin tapujos de la cofradía de explotadores, estafadores y parásitos que es la clase capitalista.

Es indisimuladamente lo que es la burguesía mundial: racista, xenófoba, destructiva de la vida humana y la naturaleza, guerrerista, rapiñara, imperialista y brutalmente reaccionaria.

Es verdaderamente la burguesía en su más nítida expresión y por ello mismo, la brutalidad y oscurantismo indisimulados que ostenta es más irritante para los personajes como Soros y otros tantos, que han disfrazado su hipocresía con loas a la democracia y la libertad en el capitalismo.

Trump, en sus vociferantes discursos y en sus extremas medidas económicas y políticas, plasma la desesperación y la incertidumbre de los monopolios. En el afán de la competencia intermonolpolista y en un intento de generar expectativas frente a su decadencia como clase dominante, se ha visto obligado a correr el velo de un supuesto progresismo capitalista, tan en boga en los últimos años.

La evidencia de que su mandato es una tenaz lucha para reconquistar las viejas glorias de la mano del fascismo, lo confirma su gabinete de multimillonarios qe, acechando el pasado, pretenden encaminar el futuro.

Fustigando con acidez el rol perdido como potencia hegemónica, pretende caminar por un camino que no volverá a pisar. Camino que condujo a la burguesía a esta situación insalvable.

Frente a la profunda crisis estructural del sistema, una crisis  inescrupulosa que no da respiro, la burguesía es más inescrupulosa. No está interesada en resolver nada más que sus propios negocios. Por ello la Ford junto con otras multinacionales automotrices y pese a las amenazas arancelarias de Trump y su séquito, y pese a las promesas de inversiones en EE.UU., confirmaron la construcción de su planta en México.

El salario de un trabajador especializado mexicano es de 8 dólares mientras que el de un norteamericano es de 58 dólares. Por ende, todas las consecuencias de sus acciones son, según sus propios términos militares, “daños colaterales”.

Pero la resolución de sus negocios choca con la resolución de los negocios de otros burgueses, que dan por resultado una situación con más daños colaterales que incluso afectan la prosecución del negocio ya encaminado, dando por resultado una realidad enmarañada  que no dominan. Trump, que simboliza también toda esta maraña, es también fiel perro faldero de los monopolios. Por lo de Ford no dijo ni una sola palabra más, Soros no es el único hipócrita en esta historia. La devaluación del peso mexicano abarata su salario. Tal como Soros quería.

Pero este nuevo mediático de EE.UU no es el paradigma de lo que ocurrirá en el mundo como nos dicen los diarios burgueses, sino de lo que ha venido ocurriendo. Este estado de incertidumbre es histórico, generalizado y cada día mas pronunciado, lo que significa una situación de inestabilidad que da lugar a la aparición de personajes como el.

“Con Trump, la incertidumbre, está en su máximo nivel.” dice Soros, y con ello expresa que la burguesía esta en un abigarrado laberinto de contradicciones insalvables y demos por seguro que ni los Trump, ni los Soros, ni los arrebatos de furia de uno, ni las frases mordaces e hipócritas de otro los diferencian, ambos son expresión de la misma clase social.

Sus diferencias son por lo negocios y les importa un bledo las consecuencias negativas que generan a los pueblos. Para ellos, la dictadura del los monopolios es el mar de sus encantos. Un fiel ejemplo es Macri, Peña Nieto, etc. aún a expensas de los riesgos que corren frente a la furia cada día más potente de las masas populares.

A decir verdad, el estado de incertidumbre es más bien producto de las acciones y las luchas populares, que no solamente enfrentan todo ello sino que están dispuestos a continuar luchando por vida digna.

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