La Solidaridad de clase no es adhesión moral con una lucha ajena

La movilización social producida en Córdoba el día de ayer, con motivo de la lucha que están piloteando los choferes del transporte urbano de pasajeros es un hecho que trasciende el reclamo sindical. Lo hemos dicho, e insistimos, que se trata de una lucha política que involucra los intereses de todo el proletariado y pueblo laborioso de nuestro país, porque representa la rebeldía de las bases contra la política del gobierno de intensificación de la productividad del trabajo asalariado a favor de los intereses de los grupos monopólicos.

Decimos la lucha que están piloteando los choferes porque no es “la lucha de los choferes” a secas. Expresarlo así, es alentar el aislamiento y la división que intentan llevar a cabo la burguesía, el gobierno y todos los medios masivos de difusión. Por el contrario, es la lucha de una parte avanzada del gran conjunto de trabajadores que pueblan nuestro país y que se rebelan desde las bases contra el achatamiento de los medios de vida. Y como los medios no son fines, no podemos dejar de tener presente que se trata de una puja salarial por procurar una mayor calidad de vida. Porque, al fin y al cabo, la calidad de una vida digna es el fin que buscamos lograr los proletarios y pueblo de este país y, para lograrla, debemos enfrentarnos a la clase burguesa que impide alcanzar ese objetivo.

Por lo dicho, el concepto de solidaridad debe comprenderse en el sentido proletario de la palabra. Solidaridad, entonces, no es acompañamiento o adhesión a una lucha que pertenece a otros. Solidaridad es un emprendimiento conjunto, codo a codo, en pos de un objetivo que todos buscamos. Por eso la solidaridad con la rebelión que encabezan los choferes condensa la lucha conjunta de todos los trabajadores del país contra la política de aumento de la productividad, modificación de los convenios laborales a la baja y el achatamiento de la masa salarial.

Los revolucionarios debemos impulsarla y llevarla a cabo en cada lugar de trabajo, en cada empresa, fábrica, escuela u oficina pública. Allí hay que generar un estado deliberativo, de movilización y de organización lo más masiva posible de los compañeros con los que nos relacionamos todos los días, irradiándola con los trabajadores de otras empresas cercanas de la misma zona, saltando los límites que nos imponen las distintas ramas de producción o la pertenencia a tal o cual gremio. De tal manera de abrirle múltiples y simultáneos conflictos en todos los lugares que nos sea posible a lo largo y ancho del país.

Con la agitación y la propaganda explicando el carácter eminentemente político que tiene esta lucha contra la intensificación de la productividad, la modificación de los convenios a la baja y el achatamiento de la masa salarial como condición previa a las inversiones para nuevos negocios y para la continuidad de los que actualmente explota la burguesía monopolista, debemos avanzar día a día, amasando local y regionalmente la conformación orgánica del cuerpo al que debemos darle forma nacional.

Esta acción que debemos desplegar con decisión en cada lugar de trabajo será, seguramente, la base nueva, en un nivel superior, de la unidad y de una organización nacional que exprese a las múltiples organizaciones de base locales y zonales que hoy dan batalla y de aquellas que aún están germinando, hacia una política sindical revolucionaria que nuestro pueblo necesita para avanzar en esta compleja lucha de clases contra el enemigo monopolista que está desplegando todas sus mentiras y engaños e intentos de desgaste, tales como las marchas atrás de posibles acuerdos para superar el conflicto, como lo ocurrido anoche en Córdoba. Todo ello, para enfrentar al pueblo contra el destacamento de avanzada que hoy son los choferes cordobeses y que representan a la mayoría de la que somos parte todos los asalariados y pueblo sufriente.

La solidaridad así entendida es la que nos brinda a cada uno un puesto de lucha, de acción y de decisión, porque es nuestra y no de otros, a la que hay que “apoyar”.

Ante la jornada que prevén los compañeros choferes para el próximo viernes en Buenos Aires, levantando los mismos objetivos, nuestra principal tareas es verter nuestras ideas políticas revolucionarias hacia una unidad nacional de toda la fuerza laboral contra los planes arteros de los monopolios y su gobierno, y profundizar, movilizando, las inquietudes con los compañeros en cada empresa y, si de ese trabajo surge la posibilidad de ir masivamente a la marcha o que un grupo se haga presente en representación de los compañeros que han discutido y adherido a la marcha del viernes, mucho mejor.

Pero, de una u otra manera, haciendo este trabajo con nuestros compañeros de al lado, junto a la máquina o mesa en la que trabajamos, se habrá abierto así un nuevo frente de combate que significará otro flanco débil para la burguesía y su gobierno a fin de aplicar su política de disciplinamiento y mayor explotación. Con ello también habremos contribuido a avanzar en lo que definimos como solidaridad de clase o unidad revolucionaria por el objetivo común.

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