Nuestro futuro inmediato se lee en un pasado cercano

Mensaje a los trabajadores y el pueblo – Mayo de 1968

Programa del 1º de Mayo

…éste es el verdadero rostro de la libre empresa, de la libre entrega, filosofía oficial del régimen por encima de ilusorias divisiones entre “nacionalistas” y “liberales”, incapaces de ocultar la realidad de fondo que son los monopolios en el poder.”

…la historia del movimiento obrero, nuestra situación concreta como clase y la situación del país nos llevan a cuestionar el fundamento mismo de esta sociedad: la compraventa del trabajo y la propiedad privada de los medios de producción.”

En este mensaje, y en sólo dos párrafos, hay toda una definición de clase.

La burguesía monopolista hoy,  está golpeando la dignidad de nuestra clase obrera y  la de todo el pueblo. Despidos, suspensiones, baja de salarios, intensificación de la productividad, baja de convenios laborales, extorsión, amenazas, amedrentamiento. Ése es el lenguaje utilizado. Ésa es la metodología.

Para enfrentar este momento y tener firme el timón de  la lucha, recordamos este texto en el que se lee el pasado cercano y que nos sirve de herramienta para el futuro inmediato.

En el pasado nuestra clase obrera supo enfrentar a la burguesía en el plano  puramente reivindicativo a la vez que desplegó sendas batallas políticas.

En el  presente camina por estos dos andariveles. Aquellos en los que se están enfrentando medidas flexibilización laboral, achatamiento salarial, despidos, pésimas condiciones de trabajo, etc. enfrentamientos de resistencia a esas medidas, acciones ofensivas de conquistas, se erigen nuevas comisiones internas, nuevos delegados combativos, miles de trabajadores que le están poniendo el pecho a las balas. Son momentos difíciles en los que se gana y se pierde.

La clase dominante nos saca una ventaja en el plano ideológico sobre el cual trabajó para borrar de la memoria histórica lo que desde hacía décadas estaba instalado en una buena parte de la clase trabajadora: la disputa en el plano político que cuestionaba a la sociedad capitalista en donde los medios de producción están en manos de la burguesía.

Aquellos años fueron duros y difíciles, pero la clase obrera estaba gestando el cordobazo del ‘69. Fueron años de muchos enfrentamientos, desde la “revolución” Libertadora a esa fecha se pasó por el plan Conintes,  un plan en donde se intentaba ahogar la lucha de clases con la represión a gran escala.

Fueron 14 años de búsquedas de caminos y salidas políticas para la clase obrera y el pueblo. La clase obrera irrumpió como debía irrumpir. Ese proceso de bronca y de odio clasista tiró por la borda uno y otro intento de la burguesía por someter políticamente a los verdaderos hacedores de las riquezas.

La esencia del sistema capitalista hasta hoy no ha cambiado, por el contrario, si ya en el año 1968 se planteaba de cómo los monopolios se habían apoderado del Estado, hoy día esa situación se ha incrementado en forma gigantesca.

En ese pasado está escrito lo que vendrá, pero no será por arte de la gracia divina. Las tareas de hoy hay que profundizarlas con más lucha, más organización, más conquistas de comisiones internas, de cuerpos de delegados, y de organizaciones sindicales, profundizando una cualidad de ese pasado que no supo imponerse a través del tiempo.

Hablamos de la metodología con que varias organizaciones de base sindicales se movieron desde la resistencia desatada desde ‘55 en adelante. Miles de delegados y trabajadores, centenas de comisiones internas, varios sindicatos  abandonados por el “colaboracionismo” frente a la dictadura, (cúpulas sindicales de la CGT traidora) se pusieron al frente de la lucha organizando a la clase en asambleas y mirando bien abajo, enraizándose para ganar masividad.

Este patrimonio no siempre fue bien explicitado, valorado y desarrollado, ni siquiera en épocas de mayor esplendor de esos enfrentamientos clasistas. Hoy se trata levantar bien alto esos principios y experiencias para elevar el plano político de la clase como clase, a la vez que ir desarrollando la metodología de democracia directa que está en la memoria histórica de nuestra clase y que viene practicando. No sólo es importante ganar más obreros dispuestos a la lucha, delegados y comisiones internas, el problema es para qué se ganan, y es allí en donde hay que recurrir a las enseñanzas del pasado y quebrar la posibilidad que crezcan nuevos tipos de burocracias que con “nuevos viejos discursos” desvíen los anhelos de luchar contra el sistema capitalista.

Las nuevas oleadas de obreros,  comisiones internas y de delegados sólo cumplirán con su papel histórico si como clase ejercen hacia abajo la democracia directa, es decir, ante cada hecho recurrir a  la asamblea para tomar decisión del qué hacer. En cada sector, en cada descanso, en cada rincón, organizar desde abajo la robustez de cada enfrentamiento.

En esos años duros a los que hacíamos referencias, la clase obrera no respetó “ni pelo ni marca” de la falsa y corrupta legalidad burguesa, hizo lo que tenía que hacer, sabía que respetando esa legalidad, sus luchas, por más justas que fuesen, iban a la derrota. Así se organizó la resistencia a toda la burguesía y utilizó sabiamente la legalidad burguesa en donde tenía cabida. Fueron épocas de intervenciones a sindicatos, a la CGT, pero la lucha se sostuvo, se incrementó…

En nuestros días esos delegados, obreros, comisiones internas y organizaciones sindicales comprometidas con los intereses reales de los trabajadores, esas avanzadas de obreros se tienen que nutrir de esos principios y volver todos los días a sus lugares de trabajo, a sus bases, para preparar las embestidas políticas una y otra vez sin desesperar, uniendo esa disposición a la lucha con más unidad y más organización. Elevar la mirada política y compartir con nuestros pares no sólo la lucha por las demandas cotidianas sino, además y sobre todo, esgrimir posiciones políticas capaces de elevar la conciencia revolucionaria de la clase obrera.

 

 

 

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