La aspiración de la burguesía monopolista en palabras de un representante emblemático

“Queremos que los trabajadores sean polifuncionales, no que a un trabajador lo pueda usar para esto y no para otra cosa. Si no, de esa manera, siempre estoy aumentando artificialmente la cantidad de mano de obra, o sea, la ineficiencia. Otra cuestión es llevar el ausentismo a un nivel internacional. Tenemos una mano de obra muy protegida. En México, hay 1% o 2% de ausentismo; acá tenemos incluso por arriba de 10%, porque no pasa nada si me quedo en casa y no voy al trabajo. Están los costos de las ART, las cargas sociales, la necesidad de flexibilidad en la contratación de personal temporal o la formación técnica. No estamos hablando del salario de bolsillo, pero está el tema de la antigüedad, que deberíamos discutir. Solo por eso, aumentamos el costo laboral 1% por año. Tenemos un trabajador 30 años en la empresa y te cuesta 40% más que uno nuevo por antigüedad. Eso no es justo, gana más porque calentó más tiempo la silla. Podemos mantener lo que tenemos negociado para lo que están, pero para los nuevos contratos ponemos en la mesa de discusión algunos puntos.”  Joachim Maier (presidente de Mercedes Benz y Adefa – Asociación de Fabricantes de Automotores), en nota del diario La Nación publicada el 30-07-2017 y firmada por su admirador, Joaquín Jueguen.

Las pretendidas modificaciones constituyen el paraíso soñado de este personaje que expresa claramente las aspiraciones de toda la oligarquía financiera que actúa en el país y también de la que quiere ingresar con sus negocios. Una burguesía monopolista que está disconforme con la aplicación escalonada (o moderada tal cual le llaman) de estas medidas y pretende que el gobierno (el actual o cualquiera que esté de turno) las aplique de una sola vez todas juntas. Es por eso que miran con harta simpatía lo legislado por el gobierno brasileño.

No cabe ninguna duda que el proletariado y el pueblo tienen que profundizar y generalizar el enfrentamiento a las mismas como único camino para que no puedan ejecutar esos planes a la vez que se debe ir preparando el terreno para derrotar definitivamente a sus impulsores y conquistar el poder para cambiar el presente indigno que vivimos y el futuro que, en manos de la burguesía monopolista, se presenta aún peor.

Cuando este cínico parásito burgués dice “trabajadores polifuncionales” que puedan ser “usados” para varias cosas, revelando claramente que considera cosas, mercancías a los trabajadores, nosotros recordamos a los obreros contratados de Acindar que se metieron en los hornos calientes para retirar el material refractario y murieron y, con ellos, a los miles que murieron por hacer tareas, impuestas bajo presión, que no debían hacer.

Cuando dice: “siempre estoy aumentando artificialmente la cantidad de mano de obra” se nos presentan los cientos y miles que están siendo desplazados de sus puestos de trabajo en estos momentos por virtud de la incorporación de nuevas tecnologías, recortes de personal para mayor productividad, y aumentos de la jornada laboral llevándola a turnicidades y condiciones laborales inhumanas, haciendo crecer la producción en varias ramas, concentrando capital y no, como dicen, para superar una supuesta crisis.

Cuando protesta contra la “mano de obra muy protegida”, pensamos en los cuatro obreros contratados que murieron en Chaco por ir a destapar un pozo negro comunitario sin los elementos necesarios elementales, y con ellos, a los miles y cientos de obreros que corrieron la misma suerte trágica en situaciones evitables.

Cuando se queja de los costos de las ART, enseguida se nos viene la imagen de las lesiones o enfermedades producto de las condiciones de trabajo que los gerentes médicos de dichas aseguradoras no reconocen como tales o que diagnostican en perjuicio de la salud del trabajador y en beneficio de la empresa, y el ataque a la llamada “industria del juicio” que es el único instrumento legal con el que contamos, aunque sea mucho menos eficaz que la movilización y lucha masiva de trabajadores contra esas arbitrariedades.

Al quejarse de “las cargas sociales”, esconde que las mismas son partes del salario de los trabajadores que el empresario retiene para dárselo, luego de haberle ganado los correspondientes intereses bancarios, al Estado para que éste lo utilice como parte de recursos que dispone a favor de la burguesía.

Habla de la necesidad de “flexibilizar la contratación de trabajadores” y desconoce a propósito que el propio INDEC publica que más de la mitad de los trabajadores del país están en negro.

Se queja de que “no hay formación técnica”, al tiempo que cuestiona los recursos destinados a todo el gasto público orientado a la asistencia social que incluye educación, vivienda, salud, etc. y despotrica contra el déficit fiscal al que llama parte del costo país.

Quiere eliminar el incremento de salario por antigüedad y dice que “es injusto que un trabajador de 30 años de antigüedad cueste 40% más que uno que hace la misma tarea y recién se inicia”, ya que la diferencia entre ambos es que el primero “calentó más tiempo la silla”. ¡Un impecable concepto de “justicia” burguesa!

Pasando por alto el odio manifiesto al trabajo del obrero que, contrariamente, necesita como el agua para incrementar su capital y el ocultamiento que intenta realizar sobre el desgaste que significa el pasar de los años para el trabajador, deberíamos preguntarle cuántas sillas vio en las líneas de producción de Mercedes Benz y cuántas hay en la sala de directorio o en una reunión de accionistas de su empresa.

Agregamos nosotros que este ilustre zángano, al igual que su semejante de la familia de las abejas, sólo sirve para fecundar a su reina porque mientras él hace esa “noble” tarea, hay millones de obreros y trabajadores que se ocupan de procurar todos los elementos que sirven para el sostenimiento del país, nuestra gran colmena.

La diferencia entre el verdadero zángano y este remedo de bicho, radica en que, de alguna manera, el primero es necesario para la perpetuación de esa especie de insectos, pero éste como toda su clase, por el contrario, atenta contra la especie humana y su reproducción siendo, por esta razón, no sólo innecesario sino prescindible.

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