Sobre la lucha de los trabajadores petroleros

Los trabajadores petroleros no tienen respiro. Toda la industria petrolera, de la mano de los grandes monopolios que operan en nuestro país, está abocada a profundizar la flexibilidad y la reducción de salarios.

El indicativo que sostienen para la imposición de estas políticas es el precio del petróleo a la baja a nivel mundial y la oferta de crudo existente. Por ende, según los monopolios, las condiciones laborales y salariales en el país, deben ser adecuadas a las condiciones de inestabilidad mundiales generadas por la competencia intermonopolista y la guerra de concentración que se ventila en estos momentos. De allí en más, todo se reduce a imponerle a los trabajadores -de la mano de las cúpulas sindicales traidoras- convenios a la baja, salarios mal pagos, reducción de horas, reducción de personal, despidos masivos y el chantaje montado sobre estas condiciones, que es la razón de ser de la flexibilidad de hecho, que los monopolios imponen para profundizar sus ganancias y ganar ventajas competitivas en su guerra de intereses.

Hace casi un año, en el «Minidavos» del 14 de setiembre de 2016, el Ceo de Techint, Paolo Roca, dueño de Tecpetrol y vocero de las políticas petroleras en el país, declaraba sin tapujos que “hay que reducir salarios… es necesario bajar salarios para que lleguen las inversiones que posibiliten la creación de nuevos puestos de empleo…  hay que convencer a los sindicalistas a que resignen pelear por aumentos de salarios a cambio de puestos de trabajo”. La historia de los últimos meses en la industria petrolera es precisamente la historia de estas definiciones de Roca. Entre despidos concretados (que son muchos), jubilaciones anticipadas y el envío de nuevos telegramas hay un juego de pinzas que implica la «lógica» de  a cambio de no despedir: Convenios a la baja.

Hay que decirlo sin tapujos: las petroleras han implementado estas políticas con mucha crudeza y de la mano de la pompa de sus anuncios, las dirigencias sindicales burócratas vendidas y traidoras, junto al Ministerio de Trabajo, firman conciliaciones obligatorias y demás convenios con una reducción salarial de casi entre el 30 y el 50%.

Panamerican Energy, Sinopec, Tecpetrol y otras, han venido avasallando las conquistas laborales de la mano de esta «santa alianza». La situación es muy tensa y nada indica que una vez firmado estos acuerdos se mantenga la paz social. Porque la iniciativa política de los monopolios para ganar esta pulseada descansa sobre un barril de pólvora. 

Estos chantajes montados sobre la productividad y la superexplotación ya no pueden ser enfrentados a la vieja usanza, al viejo estilo sindical, con las políticas, con las maniobras, con las declaraciones pomposas de triunfos que no son tales. Las metodologías implementadas para “negociar” lejos del conjunto de los trabajadores con “representantes que obedecen al mandato empresarial” tiene como corolario estos resultados.

No es una lucha económica la que se ventila en el petróleo sino una tenaz lucha política. Una lucha política que busca a todas luces someter a la clase obrera a las condiciones más favorables a las patronales. Por ello, la acción de clase debe por sobre todas las cosas en estas condiciones del capitalismo, en esta realidad de la lucha de clases, enfrentar a los monopolios con acción política, debe avanzar a un sindicalismo revolucionario.

Ello implica que las metodologías asamblearias, el ejercicio de la democracia directa, la organización de las bases en las secciones, deben expresarse en una política independiente de la tutela del Estado, de las empresas y de las traiciones sindicales. Los delegados deben ser revocables y el ejercicio asambleario soberano es el que decide y da mandato a los delegados para expresar lo que la asamblea decida.

Es revolucionario a su vez porque desde la independencia de clase con una política propia, fiel reflejo de los intereses de los trabajadores, se enfrenta al capital monopolista desde la necesidad de un proyecto revolucionario, que implica desde ya la unidad de la clase obrera en un gran movimiento político revolucionario y la lucha por la toma del poder hacia una sociedad digna, una sociedad socialista.

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