Nuevas tecnologías en la producción capitalista: destrucción de la principal fuerza productiva

Desde comienzo de este año venimos escuchando desde el gobierno que comienzan a verse los “brotes verdes”, fuentes de trabajo que se están creando de la mano de las inversiones de capitales, etc. Pero la realidad es inocultable e indica que la situación de la población empeora día tras día.

En el caso de la industria autopartista, que es uno de los sectores en los que se han producido más despidos y mayor flexibilización laboral en estos últimos años, la burguesía insiste en imponer en el pensamiento de la población que una “nueva revolución industrial” de la mano de la incorporación de nueva tecnología, es la salida y el camino hacia nuevas oportunidades de progreso para los trabajadores. Siguiendo esta nueva subestimación a las masas, en la próxima semana en la ciudad de Córdoba, se realizará la Feria Metal Expo 2017. Todo bajo el lema «productividad, actualización y capacitación para el nuevo paradigma de la industria 4.0 (producción digitalizada) y así acercar al sector a ser parte de la cuarta revolución industrial)».

En varias ocasiones hemos señalado cómo la incorporación de nueva tecnología a la producción en la sociedad capitalista y en especial en nuestro país, por el contrario de destrabar o favorecer las fuerzas productivas, las destruye, y en especial, a la más importante de las fuerzas productivas: la mano de obra.

Sin ir más lejos y a modo de ejemplo, el pasado jueves 8 de septiembre, los trabajadores de la multinacional Plascar dedicada a la fabricación de autopartes en la misma ciudad, iniciaron medidas de fuerza por el despido de 243 operarios.

Muchos son los puntos de vistas que se escuchan últimamente con respecto al problema de la incorporación de nuevas tecnologías en la producción, todos asentados en el contrabando ideológico de la burguesía para ocultar la verdadera esencia del problema: la acumulación privada de la producción social.

 Más aún en esta nueva etapa de la producción, en donde se da en una extraordinaria guerra intermonopólica basada en la mayor concentración económica jamás vista. Esta es la esencia que ocultan sin descanso y es el principal problema que atraviesa al pueblo trabajador en todos los órdenes de la vida político, cultural, educativo, económico, salud, y por supuesto, en el orden laboral.

Los monopolios entienden que son grandes los desafíos políticos que tienen de cara al pueblo y su gran debilidad es, en primer lugar, que no pueden debido a sus mezquinos intereses dar soluciones a los principales problemas de la humanidad.  En segundo lugar, no pueden ponerse de acuerdo, ni centralizar políticamente, cómo enfrentar al movimiento de masas, pues lo que reina es una absoluta anarquía.

También es cierto que son grandes los desafíos políticos que enfrentamos los trabajadores y el pueblo en general, pero la sustancial diferencia es que de este lado la posibilidad de avanzar en una centralización política, en torno a una salida revolucionaria para destrabar verdaderamente las fuerzas productivas y ponerlas en beneficio de toda la población, es absolutamente posible y podemos afirmar que la historia va para ese lado.

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