Nuestra política frente a la actual situación

En el plano internacional la falta de una centralización política de la oligarquía financiera profundiza la inestabilidad política generalizada, sumado esto a los problemas objetivos de la economía capitalista. Las distintas facciones de la burguesía monopolista mundial comparten una necesidad objetiva que es la de seguir conquistando áreas del planeta con riqueza en recursos naturales y posibilidades de incorporar ingentes masas de trabajadores para la explotación de mano de obra, al tiempo que se vuelca el peso de la crisis capitalista sobre los pueblos del mundo, incluidos los pueblos de los países imperialistas centrales. Todo esto orientado a sostener la tendencia decreciente de la tasa de ganancia a nivel planetario, proceso que es objetivo del sistema de producción capitalista. En ese marco, la incidencia de la lucha de clases en todas las regiones del mundo que se trate significan un condicionamiento cada vez mayor para llevar adelante dichas intenciones, lo que se constituye en uno de los sustentos de la pronunciada inestabilidad política, y hasta militar, en el mundo. Los distintos conflictos militares en diversas zonas del mundo pueden llegar a convertirse en conflagraciones mucho más extendidas y abiertas, en un marco en el que las potencias mundiales no descansan en sus políticas de rearme y de instalación de enclaves militares en las zonas de conflicto militar ya declarado y allí donde desembarcan los capitales (por ejemplo, África).

En el plano nacional la crisis política de la burguesía monopolista en la Argentina se ratifica, más aun en el marco internacional descripto. Se acelera una puja intermonopolista que hace tambalear cualquier plan, acuerdo o iniciativa. Todo es efímero; nada alcanza a ser estable y duradero. Cada sector de la burguesía atiende su juego y lleva adelante sus negocios como puede y sin ningún tipo de planificación, ni siquiera de mediano plazo, mucho menos en el largo plazo. Al mismo tiempo, el plan económico del gobierno comienza a emitir luces rojas hasta en los propios voceros afines al macrismo. La política de endeudamiento y altas tasas de interés es el único plan del gobierno; podríamos afirmar que es el plan A, el B, el C y así hasta completar las letras del abecedario. No existe otro plan, en el marco de la necesidad mundial de la oligarquía de ir en contra de las conquistas obreras y populares para achatar la masa salarial y aumentar la productividad de la economía. A esto se agrega que el proceso inflacionario no se desacelera y, al contrario, se recalienta ante le aumento generalizado de precios en los bienes y servicios. Un cóctel explosivo que profundiza la anarquía descripta más arriba, dado que ninguna de las facciones burguesas logra imponer hegemonía sobre el resto de la clase dominante.

Esta anarquía en la economía se traduce en lo político. En las últimas semanas se ha ratificado que el capital político que el gobierno decía haber obtenido en las últimas elecciones se ha escurrido como agua entre las manos. Las reformas laboral, previsional e impositiva se traban en el parlamento; los acuerdos con los gobernadores no funcionan a la hora de garantizar los votos necesarios para sacar las leyes. El pedido de desafuero y detención de Cristina Kirchner es una bomba que le estalla en las manos al conjunto de la burguesía, dado que el resultado es el no querido por nadie: profundizar la crisis política y aumentar las contradicciones entre las distintas facciones. Como lo afirmó un analista político burgués, que dijo que ojalá Macri estuviera detrás de la decisión del juez que quiere encarcelar a la ex presidenta, dado que eso significaría que alguien tiene el control de la situación; por el contrario, su afirmación apunta a que esto es “un desmadre” con el que nadie está conforme. Agregamos nosotros, y del que nadie tiene la receta ni la posibilidad para resolver.

Esta situación que se da por arriba en nuestro país, también tiene un correlato en lo que pasa por abajo. Si bien el rechazo a las políticas y planes del gobierno no se expresan en una generalizada protesta en las calles, sí existen miles y miles de pequeñas expresiones de lucha y rechazo a las políticas oficiales al mismo tiempo que la adhesión a las iniciativas que vienen de arriba, de existir, también son efímeras. Queremos decir con esta descripción que la burguesía no logra un apoyo incondicional y duradero de ningún sector mayoritario de masas. Todo es sesgado, parcial y temporal. Muy lejos del consenso generalizado que necesitan sus políticas y que, en otras etapas de nuestra historia, sí consiguieron.

En este marco general, caracterizamos que la anarquía y desorientación que se da por arriba influye en el abajo y genera confusión en el movimiento de masas, sumado a que las ideas revolucionarias aun no han logrado toda la masividad necesaria. De allí que la tarea de esclarecimiento de las cuestiones políticas nacionales e instalación de las ideas revolucionarias debe ser una de las primordiales en este momento de la lucha de clases. Debemos llevar claridad y certidumbre a las masas con nuestro proyecto revolucionario.

En esta etapa es cuando más se necesita mantener firme el timón y aferrarnos a uno de los principios básicos de la ideología proletaria que es la confianza ilimitada en las masas. Esta confianza no es una cuestión de fe ni ningún acto infectado de moralina. Es una conducta imprescindible que los revolucionarios debemos sostener en todo momento, mucho más aun cuando nuestra clase obrera y nuestro pueblo necesitan como el agua de las ideas y el proyecto revolucionario.

Además, esta confianza tiene bases materiales peculiares en la historia de nuestra lucha de clases. Nuestra clase y nuestro pueblo fueron capaces de sostenerse y levantarse en condiciones aun mucho más agudas que la actual y, sin embargo, siempre fueron el factor determinante para el condicionamiento y el cuestionamiento al poder burgués, incluida la oscura etapa del fascismo que se enfrentó y a la que se derrotó en miles de pequeñas y grandes batallas.

Ratificamos nuestra táctica de llevar a lo más profundo del movimiento de masas las iniciativas de acción y de lucha para, desde allí, frenar las políticas de la burguesía monopolista en el camino de construir la alternativa revolucionaria que nuestro país necesita y que permita un cambio en la calidad del proceso revolucionario.

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