El despojo previsional muestra una de las caras más crueles del capitalismo

Una de las aristas más crueles de los gobiernos burgueses es el ataque a los jubilados, tal como lo está haciendo el macrismo con la complicidad de todos los partidos de “oposición” a través de las decisiones de gobernadores que han firmado el llamado pacto fiscal, mediante el cual, entre otras cosas, meterán mano nuevamente en los fondos destinados a las jubilaciones, para resolver los problemas del sostenimiento de los porcentajes de ganancia que la burguesía estima que debe percibir.

La medida que ya tiene media sanción del Senado nacional va a ser tratada en breve por los diputados a fin de darle fuerza de ley.

Una vez más, la burguesía nos enrostra que todo fondo nacional, provincial o comunal, le pertenece y puede hacer de él lo que quiera siempre que no se lo impida la fuerza movilizada del pueblo. Todo ahorro, todo fondo común al que aportan los trabajadores y el pueblo laborioso es dinero que la burguesía considera suyo. Así hacen también con los salarios en manos de los bancos, los que muchas veces no pueden extraerse del cajero en forma completa y lo mismo pasa con los impuestos, con los fondos de las obras sociales, etc. Todo lo recaudado o atesorado está sujeto a disponibilidad de “mejores destinos”, según el criterio de los dueños del capital.

Se supone, y las leyes y mandatos constitucionales así lo disponen, que los fondos de jubilaciones pertenecen a los trabajadores para cuando se jubilen, los fondos de obras sociales pertenecen a los trabajadores para costear problemas de salud que individualmente no podrían solventarse, los salarios deberían estar en manos de cada trabajador y no de los bancos… Y así podríamos seguir enumerando volúmenes de dinero atesorados o recaudados con el esfuerzo de los trabajadores y el pueblo para contingencias, para obras, para rentas jubilatorias, para desarrollo social, etc.

Pero no, la burguesía, esa clase parasitaria que saquea el valor de nuestro tiempo de trabajo en cada unidad productiva llevándose enormes ganancias de lo que producimos con esfuerzo social dejándonos sólo el salario con el cual podemos únicamente mal afrontar los gastos de transporte, comida, vestido, impuestos, servicios, etc., para volver a trabajar y producir ganancias para ellos, se apropia también de nuestros fondos recaudados con mucho esfuerzo y dispone de los mismos para sacarles más jugo. Porque esos fondos se destinan a paliar los mismos problemas que genera el funcionamiento de este sistema capitalista anárquico que intentan sostener a sangre y fuego, cuyas contradicciones no pueden solucionarse de ningún modo, tales como el déficit fiscal que ellos mismos generan, los pagos de intereses de deudas que cobran ellos mismos, efectos no deseados de la inflación que ellos provocan aumentando generalizadamente los precios, etc… y el pueblo debe pagar.

Ante tamaña saña, escuchamos a sus mismos voceros decirnos que esto se hace en beneficio de todos (los monopolios diríamos nosotros para especificar bien a los beneficiarios). Todos los gobiernos dicen que el sacrificio de hoy es para el beneficio de mañana, pero esa promesa se ha repetido durante décadas y desde que tenemos memoria, estamos peor y vivimos en una sociedad que hace agua por todos lados.

Desde la “oposición” ya sea de derecha o izquierda, echan las culpas a los gobernantes de turno pero mientras gritan y despotrican, nadie mueve un dedo para frenar tamaño abuso. Sus cacareadas fórmulas de estatización de dichos fondos se hacen añicos ante la evidencia de que mientras el Estado esté en manos de la burguesía, sus funcionarios podrán siempre, legal o ilegalmente, disponer de todos los fondos generados con el trabajo de las mayorías.

La lucha contra la burguesía, su Estado y sus podridas y malolientes instituciones pobladas de funcionarios con ingresos de miles de dólares, no es una elección entre tantas. Constituye una necesidad como beber agua cuando tenemos sed.

La movilización (en el sentido amplio de lucha y conquista y no resumida al desfile en las calles) y la organización de una fuerza nacional unitaria de trabajadores y pueblo laborioso, es el trabajo cotidiano con el que podemos no sólo frenar tal despojo, sino también ir transitando el camino hacia arrebatarles el poder y construir una nueva realidad. Para ello debemos recurrir a todos los medios necesarios que nos permitan avanzar, nuestra vida presente y nuestro futuro depende de ello.

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