Las mentiras no se recalibran

Después del “a partir del segundo trimestre va a bajar la inflación”, repetida hasta el hartazgo y jamás cumplida, apareció en escena “los primeros brotes verdes”, que más que una frase es un exabrupto, que hasta los popes de la economía prefieren olvidar. Para concluir en el diciembre de las virulentas y masivas movilizaciones populares contra las reformas jubilatorias y previsionales, con la “re calibración de las metas inflacionarias”, que obviamente tienen estrecha relación con la profundización del ajuste, la devaluación, los tarifazos y demás medidas de este calibre, que implica sin vueltas, la reducción salarial.

Todo esto en el marco de un creciente deterioro de las condiciones de vida, de la bronca, la movilización y el enfrentamiento de nuestro pueblo que jaquean las políticas de gobierno. Que aun a pesar de la implementación de estas medidas, no pueden hacer todo lo que quisieran hacer, viéndose obligados a empantanarse o retroceder sin saber cómo.

Viéndose sometidos ellos también al fragor de la lucha de clases. Situación que no solo abona su debilidad política institucional, sino que además queda expuesta, a partir de luchas como la de los trabajadores del INTI, que marcan un gran avance político, en la organización, el protagonismo y la masividad, confluyendo en una metodología de acción que quiebra con los condicionamientos preestablecidos desde la superestructura y que se inscribe con su propio sello desde la impronta de la rebelión de las bases.

Esta situación de debilidad política, ingobernabilidad, e incertidumbre económica, producto de la lucha de clases, no solo se percibe en el seno de nuestro pueblo que va asimilando prácticamente en esta experiencia y en otras el avance de lo nuevo, sino también en las esferas del capital monopolista mundial, que desde la virulencia de sus negocios y sus guerras intestinas, desde sus políticas de apropiación de las ganancias y la superexplotacion, ve como madura la inconsistencia del gobierno macrista.

Sobre la base de este escenario signado por la lucha de clases, por las pujas internas en el seno del gobierno, por las acusaciones cruzadas de corrupción entre los propios funcionarios de gabinete, por la pantomima de resolver y tapar todo con una renovada campaña electoral, que es más de lo mismo, por la fragilidad argumentativa que exhiben para justificar la preocupante situación que se vive, el señor Dujovne, el de las infelices promesas y frases inconsistentes, fue a España al “Foro de la Nueva Economía” a convencer a los empresarios -que por supuesto están metidos hasta el cuajo en su monumental crisis- a pedir inversiones y préstamos. O sea, a endeudar más al país y pretender abrochar algún negocio rápido en la venta de bonos de deuda que se aprecien en consonancia con el crecimiento inflacionario, que tengan su propia cláusula gatillo, la misma que les niegan a las negociaciones paritarias, pese “a que el gobierno no se mete con las paritarias”, por ende, fue a vender que la inflación también es rentable.

El stock de argumentos que exhibió no deja lugar a dudas que el mejor “equipo de los últimos 50 años” tiene estampado un pragmatismo de frases hechas que adolecen de una mínima credibilidad. En un estado de situación donde lo único que está garantizado es la agudización de la crisis y el descreimiento de millones a este gobierno, plantear que “la pobreza está bajando” y“que la inflación se reducirá a partir de abril de este año”, cuando en esencia la inflación también es un negocio del capital financiero es una burda mentira.

 “El equilibrio llegará a partir del 2021 siempre y cuando Mauricio Macri sea reelecto”, un verdadero chapucero que en ese mar de rufianes que representa ese foro y que más allá de las estafas y negocios que puedan realizar están muy atentos a la incertidumbre política que no augura tiempos de sustentabilidad y mucho menos, paz social.

La frase de un economista presente en el foro, el señor Fonseca, no deja dudas: “dan una imagen muy pobre de intelectualidad… me recuerda a un grupo de vendedores de un centro comercial ofreciendo una serie de aspectos virtuosos de un producto, que simplemente con mirarlo se pone en evidencia que no los tiene., Y por supuesto que los inversores tampoco lo ven”.

Compartí este artículo