Hay un solo imperialismo, hay un solo capitalismo

Que el mundo capitalista vive una encarnizada guerra intermonopolista en pos de los negocios y que ello implica la lucha por el dominio de regiones enteras del planeta, no es novedad alguna. Más aun, esa disputa entre capitales ya no reconoce fronteras de los otrora Estados nacionales y está dominada por la iniciativa del capital trasnacionalizado aunque en la práctica cada facción del capital monopolista utilice a los Estados imperialistas para esa contienda.

La acción de los Estados ya no representan meramente los intereses de la burguesía monopolista de los mismos, sino que cada aparato estatal es un terreno de disputa entre capitales de origen diverso que interactúan, se asocian, se dividen y disputan palmo a palmo el control de los resortes estatales.

En este escenario, que atraviesa a todo el sistema capitalista mundial sin excepciones, los gobernantes son representantes del capital monopolista que en cada momento de la disputa logra imponerse sobre el resto. Esta realidad general luego tiene sus particularidades en cada país; allí ya entran a tallar los factores políticos que determinan las acciones a seguir y si las mismas son aplicables en concreto.

Bajo esta introducción general vamos a tratar de analizar los últimos sucesos generados a partir del la decisión del gobierno de los Estados Unidos de imponer aranceles a la importación de acero y aluminio a ese país y, a partir de allí, comprobar el carácter trasnacionalizado del capital en esta etapa del capitalismo.

En el año 2017 EE.UU. importó 48.000 millones de dólares de acero y aluminio; eso representa sólo el 2% de todo lo que ese país importó en ese período. El 16% del acero llegó de Canadá y el 13% de Brasil. El otro gran importador es Corea del Sur, con el 10% del total. Rusia y México, cada una con el 9% del total. China no aparece entre los diez primeros importados, ya que importó solo el 2%. Ahora bien, cuando se nombra a los países que exportan esos productos se está hablando de capitales de diverso origen que están asentados en los mismos, que producen allí como en otros lugares del mundo.

Un caso concreto es el de Techint que tiene plantas en Canadá y México y, desde allí como desde Argentina, exporta acero a los Estados Unidos al mismo tiempo que posee plantas instaladas en ese país.

Precisamente el caso de Techint y una de sus empresas, Tenaris, nos ilustra sobre cómo actúan los capitales en el mundo. Cuando Trump anunció la imposición de aranceles al acero exceptuando a sus socios del NAFTA, México y Canadá, las acciones de Tenaris tuvieron un alza considerable dado que al estar radicada esa empresa en estos tres países de América del norte se especuló con que la misma iba a incrementar sus ventas y a mejorar su posición estratégica en esa región.

Cuando el gobierno de EE.UU. anunció que iba a exceptuar a varios países, además de los del NAFTA, de los aranceles de importación las acciones de Tenaris en Wall Street bajaron 9.8%, un 6,1 en la bolsa de Italia y un 9,7 en la bolsa de nuestro país lo que significó que en un solo día el valor bursátil de la empresa (es decir, el resultado del precio de cada acción multiplicado por la cantidad de acciones que salen al mercado) descendiera 2.000 millones de dólares.

Si bien uno de los países favorecidos por las exenciones de Trump es la Argentina, de donde proviene el grupo Techint, lo determinante fue que la compañía no se vería beneficiada por las inversiones que tiene en América del norte y no porque desde Argentina podría seguir vendiéndole acero a Estados Unidos.

En definitiva, una muestra palpable que Techint no es una empresa argentina sino trasnacional y que sus intereses no están ligados solamente al Estado argentino sino a cada uno de los Estados (o lo que sería lo mismo, cada uno de los mercados) donde tiene intereses efectivos por los cuales se enfrenta con otros capitales del mismo carácter.

Unos y otros utilizan a los Estados y no al revés. Por lo que seguir analizando las disputas comerciales entre Estados y no entre capitales de diverso origen desemboca en una equivocada caracterización del actual grado de concentración y centralización del capital y del papel que éste juega en la determinación de las políticas del imperialismo a nivel mundial.

Hay un solo imperialismo, que es lo mismo que decir que hay un solo capitalismo. En ese marco de contradicciones se dan las luchas intermonopolistas que no representan ni a los países ni mucho menos a los pueblos.

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