No sólo hay que enfrentarlos, hay que quebrarlos

Toda la prensa burguesa inunda sus páginas con noticias sobre los negocios de la burguesía monopolista. En un tono que pretende disimular y ocultar todo el ataque a la clase obrera, centra su despliegue informativo en las noticias económicas que abundan hasta el hartazgo respecto de las necesidades empresariales. Lo hace respecto a lo que ocurre en el mundo de sus negocios, las expectativas frente a la inflación, los negocios de la Bolsa, el crecimiento de las ventas de vehículos, el crecimiento de la construcción, el desarrollo de la obra pública, los planes de producción industrial, el despliegue tecnológico, lo «positivo» de los tarifazos, el techo de los acuerdos paritarios en 15% y en cuotas, los lamentables y necesarios ajustes que a la larga traerán «buenos resultados», el «descenso» de la pobreza, el crecimiento económico, etc…

Inclusive en situaciones como las de Carrefour, Cargill, La Campagnola, los ingenios azucareros (que como otros tantos monopolios emprenden sus ataques contra los salarios y la reducción del personal, al amparo de los planes de mayor explotación con menor salario) las noticias dan cuenta que el Estado a su servicio está para garantizar esas condiciones que los monopolios demandan, de la mano del Ministerio de Trabajo y las cúpulas sindicales a su servicio.

La prensa aduce argumentos como «los malos diagnósticos» y «la ineficiente dirección empresaria» que serian la causa de sus debacles, escondiendo una clara extorsión a los trabajadores para someterlos a mayores niveles de explotación y productividad. Inclusive, los choques de intereses que son muy agudos y ventilan las guerras de intereses intermonopolistas, intentan ser morigerados como cuestiones que no interfieren el marco político, ni en los planes de crecimiento.

A sabiendas de la fragilidad imperante, el clima de incertidumbre, el empeoramiento de la crisis estructural capitalista en todo el mundo, las llamadas “buenas noticias” con números y porcentajes, abundan en la prensa burguesa, con cifras, nuevos «paradigmas productivos», con grandes metas e inversiones, volcadas a diestra y siniestra, que aparecen día a día para expresar que aquí el capitalismo está exento de esos males y marcha por los carriles superadores, al estilo de Cambiemos y sus secuaces.

“Las buenas noticias” y su sentido eufórico, que incluyen los llamados “éxitos empresariales” y la iniciativa de negocios que impulsan, nos llevarían a mejoras en las condiciones de vida.

Muy lejos de esta realidad está la superestructura monopolista, que en pos de las ganancias y a costa de la superexplotación del trabajo ajeno, impone techos salariales del 15%, reducción, despidos de personal, políticas extorsivas, mecanismos represivos, cierre de empresas, alta inflación y tarifazos a diestra y siniestra. Todo esto se está consumado en el marcado deterioro de las condiciones de vida de la amplia mayoría de nuestro pueblo. Y como ya quedó expresado en la nota de ayer, implica un claro ataque a la clase obrera y sus condiciones salariales y sociales, que viabiliza el llamado crecimiento del que se enorgullece la burguesía monopolista.

Sin embargo, esta política de clase del capital monopolista no se da en un marco de paz social como intenta disimular el macrismo. Muy por el contrario, acontece en un clima donde la conflictividad no cesa y donde crece la necesidad de enfrentar desde metodologías revolucionarias, efectivas e independientes, amplias y revolucionarias, las políticas de los monopolios.

La instalación del 15% como techo paritario constituirá un resultado efectivo del poder si la clase obrera desde sus avanzadas y desde su enfrentamiento político no quiebra ese techo, atacando desde la acción, la democracia directa, el ejercicio asambleario y la movilización esta política de clase de los monopolios y el gobierno a su servicio.

Porque no basta con que la burguesía esté en crisis estructural y se encuentre en un plano de debilidad política,  que encubra la realidad con falaces noticias y diversionismo para esconder su realidad, ni menos aún el hecho que carece de soluciones futuras. No bastan el hartazgo y la bronca frente a todo ello. Inclusive en las peores condiciones, los monopolios no dejan de hacer negocios, no dejan de lado su ser como clase explotadora y ruin.

Esta es su naturaleza. En estas condiciones históricas de decrepitud, la burguesía está dispuesta a vender la cuerda con que será ahorcada por la clase obrera y el pueblo.

El hecho ineludible es que, sin la organización y la movilización política de la clase obrera, de su acción decidida, no se quebrarán las condiciones a las que quieren llevarnos, no se avanzará en la lucha por el poder. Por eso: no sólo hay que enfrentarlos, hay que quebrarlos.

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