Romper el techo salarial que nos han impuesto

Los ministros de Macri andan recorriendo los medios intentando tapar el sol con un dedo, con la pretensión de «justificar» a su jefe, que al parecer está preocupado porque «la inflación afecta sobre todo a los que menos tienen». Y los muy caraduras, como lo son el Ministro de Trabajo Jorge Triaca y el Ministro de Hacienda Dujovne, con un cinismo a prueba de balas, salen a decir que «se van a cumplir las metas trazadas del 15 % anual».

Pero no es tan complejo desnudar tales afirmaciones. Veamos si en lo que va del primer trimestre, en donde según cifras oficiales del INDEC la inflación alcanzó un 6,7%… Para llegar al 15 % anual tendría que haber una inflación mensual del 0,92%, una verdadera fantasía, máxime si tomamos en cuenta que ya en lo que va del mes de abril tal porcentual (el supuesto 0,92%)  quedó ampliamente superado.

En realidad quieren disimular que la proyección anual llegará, con viento a favor y en bajada, a no menos de un 24%. Cifras estas también sumamente relativas, en el país de las sorpresas y de las especulaciones lobistas de los monopolios a través de los medios y sus intelectuales economistas, que se hacen los portadores de toda «verdad y conjetura».

Pero las matemáticas siempre nos van a dar una exactitud en los números pero no en la economía burguesa y menos en la política, cuando el principal objetivo de la inflación es precisamente reducir la masa salarial a través de la escalada inflacionaria.

Es decir, la otra parte de la mentira sobre «las preocupaciones de Macri». De hecho, el gran mandato del poder monopólico desde la asunción de este gobierno, fue disciplinar a los trabajadores y continuar con la reducción salarial, si es preciso por la vía que «menos desean», la inflación y aquí nadie está inventando nada.

El problema es que eligieron ese camino y  frenar la inflación les está produciendo un deterioro y desprestigio al gobierno de turno (como entre otras cosas le pasó al gobierno anterior), al tiempo que indican que sus aspiraciones eran otras y no pudieron cumplirlas. Porque a pesar que el salario real disminuyó, las luchas y reclamos de los trabajadores por salarios es un problema para la burguesía en nuestro país, que sigue sin una solución afín a sus intereses de superexplotación, en un contexto donde cada día crece más la bronca y el descontento de nuestro pueblo porque la plata no alcanza.

Por eso, lo que más le preocupa al poder y al gobierno es que aparece en el futuro inmediato la famosa cláusula gatillo que abre un posibilidad de reabrir una nueva discusión salarial antes de fin de año.

Desde ya que con tal famosa cláusula, el año pasado -tanto los monopolios como el gobierno y la casi totalidad de los sindicatos- se hicieron los distraídos y aplicaron el «si pasa, pasa». Pero ahora la situación es diferente, el salario llegó a  un límite intolerable para los trabajadores y a pesar de una oleada de despidos (muy propagandizada, por cierto) que replegó en un momento las aspiraciones de lucha, la bronca ya comienza a superar a la prudencia.

Pero con la bronca no alcanza. Estamos en una etapa de la lucha de clases donde se hace imprescindible explotar bien por abajo y ello no sólo es necesario sino posible.

La burguesía ha demostrado su temor a la masividad y es ahí donde está la clave para que toda lucha se encare con masividad y desde allí se creen las posibilidades ciertas de triunfo.

Pero tal masividad sólo se logra si los trabajadores se enfrascan en una auténtica lucha anti burocrática, sistematizando las asambleas por sector y asambleas generales soberanas, con poderes plenipotenciarios. Es decir, las decisiones de las mayorías no se pueden alterar en ninguna mesa de negociaciones.

Pero a cada iniciativa debemos acompañarla con nuevas y sencillas formas de organización. Ya no se puede negociar en ninguna oficina, se negocia con la plena movilización de los trabajadores. Estas son conductas revolucionarias, que el conjunto mayoritario de las masas trabajadoras sienten, intuyen. Esta es la esencia de la democracia directa, no alcanza con parecerse revolucionario o clasista, como les gusta auto definirse a tantos burócratas «de izquierda o progres», pero que a la hora de poner en juego las ideas que presumen defender prefieren «hacerlo con un cafecito en las oficinas de las gerencias».

No y mil veces no. Vivimos otros tiempos, estamos en momentos históricos donde aunque parezca que debemos «comenzar de cero»… Hagámoslo «de cero» si es preciso, porque si no, no habrá manera de pararles la mano a estos señoritos tiranos y explotadores .

Hoy el gran desafío de la clase obrera y demás trabajadores en las luchas por los reclamos y para pararles la mano a los planes de los monopolios, como sea y a la hora que sea, es romperles el techo salarial que nos han impuesto.

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