¿Qué es el “blindaje” en Vaca Muerta?

El “blindaje” en Vaca Muerta es un pacto social firmado entre el gobierno provincial, los empresarios y los dirigentes sindicales de los gremios petroleros, UOCRA, Luz y Fuerza, Comercio y Gastronómicos, (camioneros no quiso firmar). El acuerdo sellado en diversas actas, tiene como objetivo que los paros o medidas de fuerza no afecten la producción en los yacimientos de Vaca Muerta.

El gobernador Omar Gutiérrez firmó en la casa de gobierno con Pereyra de petroleros, actual  senador por Neuquén y presidente de la Comisión de Energía donde se cocinan todos los negocios de petróleo y gas. A ellos se sumaron Sergio Rodríguez de empleados de Comercio y secretario general de la CGT local, Arévalo de petroleros jerárquicos, Víctor Carcar – interventor en la UOCRA y hasta hace poco prófugo por narco (detenido en un aguantadero del barrio Bouquet Roldan de la capital Neuquina) y los representantes de las cámaras empresarias del sector. Entre ellos, se pueden destacar a los “marines económicos” (de Tecpetrol –Techint-) desembarcados con total sigilo desde EE.UU. Tambíen estuvieron Rodney de Shell, a 48 horas de haber asumido nuevamente en Argentina como gerente de TOTAL. Estas tres son las empresas con mayores áreas en Vaca Muerta.

Acordaron la constitución de una “comisión especial de interpretación y resolución de conflictos”, que –obviamente- tendrá la tarea de desactivarlos para no llegar a paros y a quita de colaboración.

“Se acabaron las excusas para no invertir” dijo pomposamente el gobernador, lo que deja traslucir –en realidad- que a quien tienen miedo es a los trabajadores

Como parte de los acuerdos se anunció un aumento del 20% por encima del 20% acordado anteriormente en tres cuotas. También se plantean cambiar el régimen de 14 días en el campo por siete en la casa, a otro más funesto: 6 días en el campo por tres en la casa (con el régimen anterior de 14×7, el trabajador intentaba “desenchufarse” 5 de esos 7 días, antes que le agarre el estrés del día antes de presentarse). Con el cambio que buscan implementar ahora, solo tendrá un día de descanso real y seguirá conectado al trabajo que apenas dejó.

El blindaje es un “pacto social” que creen poder implementar en esta zona. Y una prueba piloto para el resto del país.

Al mismo tiempo que firmaban este acuerdo, se realizó una exposición de la actividad petrolera y gasífera, la más importante de Latinoamérica, con empresarios de EE.UU, Rusia, China,  Holanda, Inglaterra y otros. Este es el ámbito donde se cierran los negocios y se imponen tecnologías.  También se realiza  una acción política de las empresas más concentradas del sector para dorar la píldora a las pequeñas y medianas, que “somos una sola familia” y “que estamos en el mismo barco”. Pero en una etapa inflacionaria como la que padecemos, está claro que las empresas que prestan servicio a los monopolios irán quedando en el camino.

Como el plan de inversiones prevé que millones de metros cúbicos vayan a Bahía Blanca donde se industrializará, los empresarios de Neuquén del área de servicios se partieron (no hay lugar para todos) y la mitad apuesta a la inversión en Bahía Blanca. Según dicen, a partir del primer trimestre del 2019.

Hace 15 días Paolo Rocca (Techint) viajó a Vaca Muerta, prometió 500 millones de dólares para 2019 y se sacó la foto con el gobernador. Ayer quedó conformada la Unión Industrial en Bahía Blanca, encabezada por Techint, aparece Crexel (de los Sapag) y también figura Lucia Crexel (la otra senadora por Neuquén).

Los millones que esperan de nuevas regalías (estiman 100.000 millones) hacen que se froten las manos, pero también que las rencillas, los enfrentamientos y fracturas dentro de la burguesía sean un circo dramático aparte. Crisis política e ingobernabilidad.

 En los trabajadores y el pueblo de Neuquén hay comprensión respecto a todo esto que sucede. El arreglo con los empresarios y el gobierno por parte de toda la dirigencia social y política -incluida la dirigencia oportunista y reformista- es conocido por la población; pero no está ausente el problema de la parálisis y la impotencia que genera cuando la búsqueda de una salida choca con la democracia representativa, siempre al servicio del gran capital.

La burguesía cree que haberse apropiado de nuestras herramientas organizativas tradicionales nos mantendrá sumisos y desmoralizados. Pero esto –en realidad- es lo que nos da fuerza y nos obliga a los trabajadores y al pueblo a enfrentar con más virulencia sus políticas. Como nos dijera un trabajador petrolero: “la de ellos es una jugada fuerte -con tapones de acero-, nosotros no podemos enfrentarlos con ojotas”.

Más allá de los pactos que intenten por arriba, la acción directa de la clase obrera en lucha seguirá  manifestándose y marcará la verdadera temperatura del termómetro de la lucha de clases.

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