Francia, espejo inocultable de la lucha en contra del capitalismo

Nunca en la historia de la humanidad se ha producido tanta riqueza como en la actualidad.
Nunca en la historia de la humanidad ha existido tanta pobreza como en la actualidad.
Nunca en la historia de la humanidad se ha producido tanta cantidad de valores generada por masas de personas trabajando colectivamente como en la actualidad.
Nunca en la historia de la humanidad ha habido tanta concentración de esa riqueza mundial en tan pocas manos, como en la actualidad.


Desde la aparición del imperialismo, última fase decadente del capitalismo, las leyes materiales, económicas (no las creadas por los seres humanos), han igualado los mecanismos empleados para producir, distribuir, intercambiar y hasta consumir lo producido. En donde antes había grandes diferencias en ese sentido, hoy existe igualdad y uniformidad. Cualquier persona encontrará lo mismo que hay en su propio país, aunque se desplace miles de kilómetros y cruce las imaginarias líneas divisorias entre norte y sur, entre este y oeste. Pero esa igualación de leyes no ha producido igualación en la situación de los pueblos ni de las propias burguesías que actúan en cada zona, región o país. Por el contrario las diferencias se han acentuado en todos los niveles.
El tipo de relaciones entre los que trabajan (proletarios) y los que viven del trabajo ajeno (burguesía) se repite en todos los confines, pero la material riqueza que toca a unos y a otros es sustancialmente diferente. En los territorios más industrializados y ricos, lo que obtienen los productores son mejores y más cantidad de bienes que lo que les toca a los productores de los países menos industrializados. Sin embargo, la brecha entre lo que se llevan los parásitos sociales y lo que reciben los generadores de la riqueza, es superior en los territorios más productivos que en los más precarios.
La brutal diferencia entre pobres trabajadores carentes de los recursos mínimos y ricos parásitos burgueses en los países más relegados genera grandes enfrentamientos de clases, pero la desproporción entre lo que les toca a los que trabajan y producen y lo que se llevan quienes no producen, los parásitos burgueses en los países más ricos también genera y profundiza los enfrentamientos entre las clases.
La lucha de los chalecos amarillos en Francia, así ha encontrado repercusión casi inmediata en Bélgica y Holanda, pero ya está provocando movimiento en varios países de Europa como reflejo y ejemplo de lo que tienen que hacer las masas de trabajadores y productores para conseguir mejores condiciones de vida. La revuelta francesa tiene características insurreccionales aunque todavía no pueda calificarse de insurrección, es decir, perspectiva de toma del poder por parte de los obreros y pueblo laborioso.
El movimiento ha provocado un retroceso de la burguesía y del Estado que ha otorgado un aumento al salario mínimo de 100 dólares. La burguesía francesa, acorralada por la lucha popular, toma una decisión política que va en contra de las leyes económicas materiales del capitalismo: otorga mejores salarios y reduce sus ganancias. El resto de la burguesía Europea y mundial comienza a remojarse las barbas para que no se los afeite en seco. Saltan a la luz las enormes diferencias: Brexit, unión Europea, convenios comerciales, recrudecen las pujas entre Rusa y Estados Unidos, entre China y yanquis, Merkel es cuestionada en Alemania, etc.
Pero, ¿cuánto durará esto? Todo dependerá de la presión, movilización, sostenimiento de la actividad de las masas proletarias y populares que expresen su nivel de organización en una férrea unidad nacional para enfrentar a la burguesía monopolista que actúa en su país.
El espejo en donde puede mirarse el proletariado mundial, es hoy Francia, pues es la vidriera que no pueden esconder los poderosos del mundo. Pero existen cientos y miles de ejemplos en el mundo en cada territorio en donde el capitalismo asentó sus dominios haciendo regir las leyes económicas de dicho sistema basadas en la máxima ganancia en desmedro de los salarios obreros e ingresos populares. Leyes ciegas, irracionales y que llevan a grandes enfrentamientos y padecimientos que hoy sufrimos los pueblos y que se incrementarán en el capitalismo.
La irracionalidad del sistema capitalista que divide la sociedad en dos importantes clases antagónicas, burguesía y proletariado, entre las cuales se mueven sectores medios del pueblo laborioso, tanto en Francia como en nuestro país y el resto del mundo, sólo puede combatirse con la actividad revolucionaria de obreros y pueblo en estrecha unidad contra el poder de la burguesía monopolista, verdadero parásito a quien hay que destruir para forjar una sociedad socialista en donde se comience a transitar el camino de la desaparición de las clases sociales, para dar surgimiento a un solo género de personas trabajadoras y beneficiarias de los frutos sociales.

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