Por una política de clase, independiente de la burguesía en cualquiera de sus variantes

En una charla cualquiera entre personas que se ganan la vida trabajando, en cualquier hogar de nuestro pueblo, los temas políticos nunca quedan al margen. Menos aún en un año en el que la caída de los salarios ha sido monumental y, como consecuencia, las condiciones de vida de las mayorías laboriosas se han visto caer estrepitosamente.

Los comentarios sobre lo duro que se hace vivir de un salario no reconocen fronteras ideológicas ni políticas; atraviesa a todo el pueblo trabajador, no importa a quién se haya votado. En esas charlas es inevitable la comparación entre el actual gobierno y el anterior. En dicha comparación, la gran mayoría afirma que con el otro gobierno estaba mejor. Y este es un dato concreto que surge de qué se podía hacer antes con un salario y qué se puede hacer ahora.

Ahora bien: como siempre afirmamos desde nuestro partido, los beneficios alcanzados en el anterior gobierno no fueron, ni por asomo, concesiones gratuitas del mismo. Fueron años de conquistas determinados por la proeza del pueblo argentino de haber derrotado en las calles las políticas antiobreras y antipopulares de los 90 y principios del 2000.

Este aspecto central es necesario ponerlo sobre la mesa de discusión. Porque los que afirman que antes se estaba mejor deben conocer el por qué, que nadie les regaló nada y, lo más importante, nadie les regalará nada en el futuro. Todo lo conquistado y a conquistar será, como siempre, a través de la lucha contra nuestro enemigo de clase: la burguesía monopolista y toda variante de la misma que le toque gobernar.

No sabemos ni es intención predecir cuáles serán las alternativas electorales para 2019. Lo que sí está claro es que es una política de la clase dominante (o al menos de un sector de la misma) el querer subir al ring nuevamente la pelea macrismo/antimacrismo; o, lo que es lo mismo, kirchnerismo/antikirchnerismo. Y es deber de los revolucionarios hablar con la verdad a las masas. Cualquier facción de la burguesía que logre el gobierno el año próximo no lo hará en un escenario cualquiera. Lo hará en el marco de los graves problemas económicos que atraviesa la economía capitalista en nuestro país y en el mundo. No hay pronóstico serio que no remita a que las perspectivas de una crisis mundial son concretas y que la misma traerá enormes y mayores padecimientos para nuestros pueblos, dado que la oligarquía financiera internacional ve como única perspectiva para paliar sus inevitables crisis el seguir deteriorando el nivel y las condiciones de vida de las masas. De allí que se vuelvan a flamear las banderas de reformas laborales que no han ido a fondo, o nuevas reformas previsionales, o nuevas reformas tributarias que sigan esquilmando los bolsillos de los trabajadores para que se agranden los bolsillos de los capitalistas.

Por lo tanto, gane quien gane en 2019, las perspectivas para la clase obrera y el pueblo argentinos será la de retomar fuerzas e ir por conquistas que serán objeto de nuevas intenciones para barrerlas.

Entonces una política de clase, independiente de las políticas de la burguesía en cualquiera de sus variantes, debe prepararse desde ahora para aumentar los niveles de organización propios y presentar batalla no teniendo en cuenta los cronogramas electorales, sino las necesidades y posibilidades de arremeter contra la clase dominante ante cada iniciativa, cada intentona de ataque a los intereses de las mayorías.

Debemos dar este debate amplia y francamente de cara a las masas. Debemos ser claros y contundentes en el planteo de una política independiente que, traducido en el plano organizativo, impulse y ayude a impulsar la lucha de las masas con una perspectiva de construcción de la herramienta para la lucha por el poder.

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