A propósito del fallecimiento de De la Rúa

La muerte del ex presidente De la Rúa generó una catarata de recordatorios. En su gran mayoría, la memoria selectiva de la burguesía resaltó los “valores republicanos y democráticos” y que debió renunciar debido al levantamiento popular ocurrido nacionalmente en diciembre de 2001. La selectividad mencionada omite recordar que se trató del responsable político de 38 muertes en todo el país, producto de la represión desatada como respuesta al levantamiento.

Pero ese “olvido” no es casual. Las virtudes de hombre de Estado que destacan los recordatorios ponen de manifiesto que la burguesía monopolista, en su carácter de clase dominante, avaló y avala lo sucedido en aquellas jornadas. Dado que fue una decisión del Estado de los monopolios la represión y las consiguientes muertes. Primero, para intentar ahogar la protesta; luego, cuando ya la misma lejos de apagarse se extendía y el desenlace de la caída del gobierno era inapelable, para escarmentar a las masas. Para hacerles sentir todo el peso de un Estado de clase que debió retroceder muchos pasos pero que al mismo tiempo dejaba su sello, como en otras tantas jornadas de lucha de nuestra historia.

Sin embargo, el triunfo popular por la caída de un gobierno que desde el primer día había mostrado las uñas (a poco de asumir en diciembre de 1999, se produjeron los sucesos en el puente de Corrientes donde hubo dos muertos –según datos oficiales- por la represión de la Gendarmería) no pudo ser opacado y significó un condicionamiento político de magnitud para toda la burguesía monopolista en el futuro.

Transcurridos casi veinte años de estos hechos, creemos de utilidad transcribir partes de una nota aparecida en nuestra revista “La Comuna”, de noviembre de 2002, con el título: “Las jornadas de diciembre: Sus enseñanzas políticas”. El texto completo también ha sido incluido en el libro “PRT, Las huellas del futuro”.

“En esos días (sobre todo en importantes ciudades del interior como Rosario, Mendoza y Paraná) miles de compatriotas decidieron paliar la terrible situación social yendo allí donde estaban las mercaderías. Lo que se quiso presentar inicialmente como ejemplos aislados, terminó siendo una ola que no paró de crecer y que se convertiría, sin duda, en el principio del fin… El 18 por la noche y en la madrugada del 19 (y luego durante todo el día) los “saqueos” se generalizaron en el área del Gran Buenos Aires… El grado de organización era diferente según la zona y el sector que se movilizaba; pero, en su gran mayoría, los mismos eran protagonizados por los sectores más desposeídos y necesitados. El objetivo inmediato era paliar el hambre; sin embargo en provincias como Tucumán, Corrientes, Mendoza y algunos municipios del Gran Buenos Aires, ante la represión policial, se produjo la retirada hacia los barrios  y allí se organizó la autodefensa de masas. En algunos casos los enfrentamientos contra la policía duraron varias horas. Ante esta situación, durante la tarde del 19 el gobierno nacional dicto el estado de sitio y así le echó nafta al fuego… A partir de ese hecho, en Buenos Aires y todo el país se vivió un levantamiento de masas. Miles de personas salieron a la calle a desafiar el estado de sitio y a exigir el fin del gobierno… Los enfrentamientos del 20 (refiriéndose a la Plaza de Mayo, NdlR) no se presentaron con una planificación preestablecida y fueron organizándose en la medida que se incrementaba el número de manifestantes… El hostigamiento a las fuerzas policiales fue permanente y la furia se acrecentó con las primeras muertes… Como dijimos, u primer objetivo fue desalojar la plaza, creyendo que con ello se debilitaría la protesta y se produciría la desconcentración. Después de varias horas, y ante el evidente fracaso de ese propósito, se produce la orden política de tirar a matar. Luego de las 16 horas (el Comité de crisis presidido por enrique Mathov se había reunido alrededor de las 14), la policía comienza a replegarse por Av. De Mayo hacia la plaza y, al avanzar nuevamente los manifestantes, se producen las primeras muertes.”

Vale agregar que si bien el epicentro de los enfrentamientos era la Plaza de Mayo y alrededores, la orden política de asesinar manifestantes se cumplió en todo el país, llegando al número de 38 muertes.

Como viene circulando en distintas redes, murió entonces el responsable político de 38 asesinatos sin condena judicial alguna. Y por más que la clase dominante exalte la figura de De la Rúa, nuestro pueblo no olvida. De allí que también en las redes circula una categórica frase: No festejamos muertes, pero elegimos cuáles llorar.

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