La victoria política del pueblo ecuatoriano y la realidad que refleja

Que las contradicciones indisolubles del sistema capitalista llevan a una crisis crónica estructural del mismo a nivel mundial que se perpetúa, sobre todo en el aspecto político del cual no puede, la burguesía, asomar la cabeza y se hunde cada vez más, lo demuestra entre otros fenómenos, lo ocurrido recientemente con el pueblo hermano del Ecuador.

Como resultado de más de dos semanas de masivas movilizaciones, enfrentamientos, luchas cuerpo a cuerpo con saldo de muertos, heridos y presos, el gobierno de Lenin Moreno dio marcha atrás con el “paquetazo” derogando el decreto 883, que significaba una profundización en el empobrecimiento de las masas laboriosas del país.

El sistema capitalista basado en la explotación cada vez más salvaje del hombre por el hombre, necesita para sostenerse y seguir concentrando capital, mantener y, en lo posible, aumentar su cuota de ganancia media. No tiene opción… Y para ello, debe empobrecer aún más a los proletarios y pueblo en general, quienes son los productores de toda la riqueza.

En medio de los más álgidos enfrentamientos, según pudo filtrarse a través del paraguas de desinformación artero con que la oligarquía financiera internacional pretendió encubrir la extraordinaria insurrección, se pudo saber que se produjeron asambleas en los distintos lugares en donde las masas iban decidiendo los cursos a seguir, se ejecutaron movimientos tácticos de lucha callejera que se fueron organizando con autodefensa, fabricación de escudos para protegerse de las balas, fabricación de bombas molotov, etc., todo lo cual muestra el grado de elevación de la lucha de masas y el nivel alcanzado por el enfrentamiento entre los intereses insaciables del capital y su gobierno de turno por un lado, y los de la clase obrera y el pueblo, por el otro, quienes mostraron enorme decisión y heroicidad.

Experiencias como esta (entre otras en distintos puntos del planeta) también ponen sobre la mesa la necesidad imperiosa de seguir fortaleciendo en nuestros países un proyecto revolucionario que dé una verdadera salida a esta interminable crisis estructural que tiene el capitalismo mundial.

Y esto no ensombrece para nada el extraordinario logro del pueblo Ecuatoriano en defensa de sus derechos políticos conquistados, haciendo retroceder a la oligarquía financiera con su gobierno, a quienes ahora les va a significar una empinada cuesta arriba pronunciadísima intentar avanzar los casilleros perdidos en la carrera loca de aumentar sus ganancias.

El proceso del Ecuador nos pone enfrente un espejo para mirar nuestro propio proceso con las particularidades que nos diferencian, pero con los puntos comunes que tenemos con lo que pasa en aquél país y en el mundo en general.

Estos últimos consisten en el afloramiento claro y transparente de los vértices más agudos en los que se expresan las necesidades más importantes de ambos contendientes fundamentales: el obligatorio mayor apriete a los trabajadores y pueblo por parte de la burguesía monopolista con su actual y próximo gobierno para sostener el sistema de explotación (flexibilización laboral, reforma tributaria y previsional), y la necesidad del proletariado y pueblo de fortalecer las bases de un proyecto revolucionario capaz de ser enarbolado por una organización nacional política nacida al calor de las luchas de bases que se van desarrollando a lo largo y ancho del país, que lo haga posible y dé salida definitiva a esta vida de oprobio.

En ese sentido, la labor de los revolucionarios, y sobre todo de nuestro Partido, exige más compromiso y responsabilidad en la inserción de las ideas revolucionarias en el seno de la clase obrera, única clase capaz de liderar, en estrecha unidad con los amplios sectores populares, el proceso hacia la liberación de las cadenas impuestas por la explotación capitalista.

Sólo podremos avanzar hacia ese fin robusteciendo al partido de la clase obrera, para que sea esta clase la que, estableciendo los lazos de unidad orgánica indispensable con las capas oprimidas del pueblo, impulse consecuentemente el alumbramiento de esa organización política nacional de masas y delinee ejes de acción política directa que nos permitan ir ejercitando las fuerzas organizadas sobre las bases de la democracia directa que las masas ya van practicando en sus luchas de avanzada.

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