Once días para que «todo cambie» y no cambie nada

«¿Habrá un traspaso de los medios de producción a la clase obrera y el pueblo?

¿Habrá expropiaciones de los resortes fundamentales del poder en manos del poder monopólico?

¿Habrá reforma constitucional que declare la democracia directa como nuevo emblema de la democracia?

¿Se declarará el carácter socialista del nuevo proceso histórico?

¿Habrá un cambio de manos revolucionario de las instituciones del Estado burgués?

Entendemos que la fotografía del Fernández con Duhalde es una respuesta contundente a estas básicas preguntas que nos hacemos. El engaño como arma de sometimiento que utiliza la burguesía, aunque cada día que pasa es más complejo de hacerlo pesar, sigue siendo engaño.

El 10 de diciembre en Plaza de Mayo el gobierno entrante ha dicho que habrá “festejo”. Se habrá ido Macri y en alguna medida no es un dato menor. Pero los “festejos” propuestos por el nuevo gobierno de los monopolios no representan los sentimientos de los millones de explotados y oprimidos.

Las elecciones fueron utilizadas por el pueblo que en su gran mayoría las usó para ganar una batalla posible de ganar. Se ganó y ese cúmulo de fuerzas logrados son y han sido severas advertencias que nuestro pueblo seguirá intentando utilizar para abrir puertas y desembocar en un nuevo peldaño de luchas por conquistas políticas y económicas de carácter ascendente.

Solo once días y por abajo se abre una nueva etapa.

Hay certezas que el nuevo gobierno de los monopolios estará obligado a gobernar mirando la experiencia de los pueblos de la región. Nada les será fácil y cada momento la lucha de clases los condicionará.

Las fuerzas reaccionarias se vestirán de diversidad de colores, sus ropajes maltrechos se pasearán con atuendos progresistas o atuendos conservadores, nos vendrán con el cántico de toda la vida de garantizar la gobernabilidad para dejar las calles como arma fundamental de conquista.

De entrada, saldrán a desmovilizar con argumentos basura, corroídos por el tiempo de experiencia ya adquirida por nuestro pueblo. Todo el poder de fuego ideológico estará centrado en que hay dejarlos gobernar, darles tiempo.

Lo que quizá no tengan muy claro estos señores es que el tiempo es infinito, así que el tiempo está “garantizado”. Lo que en realidad le falta a la burguesía monopolista es vida política. Por el contrario, a nuestro pueblo le sobra vida política y exige ir por ella.

Gobernar como lo ha hecho el gobierno saliente metiendo el terror a la pérdida de trabajo, degradando la vida humana, en fin, gobernar desde la democracia de los monopolios con formas y métodos por fuera de la Constitución Nacional que ellos mismos reivindican, tenía patas cortas. El aval de la oligarquía financiera tenía un límite y el mismo lo imponía el propio pueblo. Si no era por las urnas se iban a ir por las calles.

El gobierno entrante nace condicionado, poco margen para el engaño y están asimilando que las urnas han sido la antesala de un nuevo auge de conquistas por lograr. La región no le va en zaga y es un “mal ejemplo para nuestro pueblo”.

No hay euforia en las calles, la situación es tensa y por cierto tiempo el alivio y el ahogo que se vive cederá una posición. Un tiempo político necesario.

En este mientras tanto los revolucionarios proponemos profundizar lo que nuestro propio pueblo hace desde la lucha autoconvocada, pero a sabiendas que adquieren relevancia los grados de organización que se dan en esas prácticas.

Las asambleas directas que nacen de la autoconvocatoria tienen que elevar el nivel político y de conciencia entre las más amplias masas, explicar esas prácticas y esas acciones desde la idea del poder local, de su profundización como herramienta de poder paralelo a toda la institucionalidad burguesa.

Es tarea de los revolucionarios encausar esas fuerzas inagotables hacia la lucha por el poder, a sabiendas que el gobierno entrante, repetimos, utilizará el mayor poder de fuego para garantizar su gobernabilidad, que es la gobernabilidad de la oligarquía financiera en el poder.

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