La dictadura del capital se puede disfrazar, pero cuando “afilamos el lápiz” los resultados cantan…

El objetivo central de la última dictadura fue sin ninguna duda dar los primeros pasos para implementar el Capitalismo Monopolista de Estado, como después lo demostró la historia. De allí que la esencia de la dictadura -por mandato de los monopolios- fue la instauración del fascismo como paso inevitable para enfrentar la revolución e imponer un proyecto económico que apuntara de lleno a la clase obrera y el pueblo.

En base a estos planes y objetivos cometieron el genocidio que todos conocemos. Derrotaron a los revolucionarios e implementaron una política de concentración económica que no cesaría hasta nuestros días. Y con ello, la esencia de sus objetivos: el achatamiento salarial para tener mano de obra del primer mundo con salarios de una república bananera.

Si bien en aquellos años las vanguardias fueron derrotadas desde el punto de la organización política, los caminos transitados de lucha y organización del proletariado durante casi cuatro décadas, con prácticas clandestinas y semi clandestinas en los establecimientos, dejaron la conciencia de clase y las experiencias intactas para poder afrontar la resistencia a los planes de hambre y súper explotación. Donde -si bien los trabajadores vieron acrecentado el desempleo por el cierre de empresas menores, producto de la concentración económica, y una caída del poder adquisitivo del salario- a los militares no les fue fácil frenar la resistencia por las demandas. Las mismas que de hecho fueron creciendo de menos a más, lo que fue permitiendo el desgaste de la dictadura en lo político. Todo esto hasta el punto de llevarlos a cometer la aventura política de las Malvinas pretendiendo detener el fuego de la lucha de clases que cada día se tornaba más intenso.

Traemos aquí esta pequeña reseña histórica porque si bien no estamos en una dictadura militar, sí estamos en una dictadura de los monopolios.

No se trata de “comparar” pasado y presente como si estuvieran en un mismo plano; de lo que se trata es de ir desnudando el “hilo conductor” de los capitales. Donde hoy, el mecanismo para implementar sus políticas de dominación pasa por la democracia burguesa y donde los datos inflacionarios de aquel tiempo con el actual (desde la resultante y el fenómeno de los números matemáticos) no expresan diferencias abismales.

Lo que presenta una semejanza exacta son las medidas que pretende llevar adelante este gobierno en su política de congelamiento salarial a través del “pacto social”. Donde si bien no es un congelamiento salarial a la vieja usanza, pretende hacerlo por decretos anulando las paritarias.

Es decir: ellos van a determinar con cuánto tenemos que vivir sin que cuente la opinión de los trabajadores. Y donde las medidas implementadas, como el tratamiento de la deuda externa ilegítima o -por ejemplo- la eliminación del 30% de impuestos a las operaciones en dólares a los monopolios que operan en nuestro país (solo corre para los pequeños ahorristas, como todos sabemos) se resolvieron en una sola reunión de los CEOS con el gobierno de Alberto Fernandez.

Martínez de Hoz fue un “adelantado” de todo esto. En marzo de 1977, entre el problema de la inflación y las demandas salariales por empresas, (o, mejor dicho, producto de las demandas salariales) no terminaba de controlar la inflación. Tales demandas, a pesar que se daban dispersas y atomizadas por parte de la clase obrera industrial y servicios, estaban atentando contra las ganancias de la burguesía.  Por eso se implementó lo que denominaron “una tregua de precios y salarios, por 120 días”, donde -dicho sea de paso- mermaron por un tiempo las oleadas de reclamos, pero luego se retomaron con mayor fuerza hacia finales de junio de aquel mismo año.

Es conveniente aclarar que ni de cerca pensamos que este gobierno sea fascista. En el marco de las conquistas de las libertades públicas por parte de nuestro pueblo, la burguesía no está en condiciones de una aventura tal (lo que sería tema de otro artículo). Pero en esta situación (desde el engaño y la división que genera en el actual contexto la situación política) las medidas, los objetivos y los intereses que representan, son los mismos que en aquella época: los de los monopolios. Y el actual gobierno los representa, así como los representó el anterior. En todo caso lo que cambia es que estos tienen “más cintura política”.

En última instancia de lo que se trata es que no decaiga la tasa de ganancia de los monopolios. Muy por el contrario: escudados en “la crisis” lo que intentan es incrementarla.

Por eso, cuando tanta gente mayor afirma “esta película ya la viví”… en nada se están equivocando.

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