De la lluvia de inversiones a la lluvia de apoyos. Promesas que termina pagando el pueblo

En los inicios del gobierno de Mauricio Macri, el entonces presidente comenzó asistiendo al encuentro de Davos en Suiza (debidamente acompañado por Sergio Massa, referente del actual oficialismo); durante ese año su periplo incluyó viajes a distintos países de Europa y a Estados Unidos. El caballito de batalla de aquel gobierno era las promesas de una “lluvia de inversiones” que en realidad fue una lluvia de endeudamiento que sólo sirvió para garantizar a la oligarquía financiera mundial la fuga de capitales.

Los inicios del gobierno de Alberto Fernández van por el mismo camino. Visita a Israel, como gesto inequívoco a los Estados Unidos (que por estos días tuvo su contrapartida con las declaraciones de Donald Trump ante el embajador argentino en ese país, donde afirmó que Fernández contaba con un presidente amigo). Luego siguieron las visitas a Alemania, Italia, Francia, España; se informa que de cada una de ellas el actual presidente consiguió los apoyos de los mandatarios de dichos países para la negociación por la deuda. Es decir, se trajo una lluvia de apoyos que, en cada caso, fueron acompañadas por demandas de los monopolios con sede en esos países para lograr subsidios y todo tipo de prebendas.

Ni el Vaticano quedó exento en jugar un papel trascendente, con altisonantes declaraciones contra las políticas de endeudamiento que no quedarán más que en eso: en declaraciones. Pero que posicionan a la cúpula de la iglesia católica como garantes del sostenimiento del capitalismo.

Vemos cómo cierra el círculo perfecto. Un gobierno recorrió el mundo para que los capitales mundiales hicieran fortunas vía el endeudamiento y la fuga de capitales; el gobierno que lo sucedió recorre el mundo para garantizar a los mismos capitales que la deuda será honrada.

Se comprende así cómo es que se pudo cerrar la grieta cuando en las dos cámaras del parlamento burgués, oficialismo y oposición se encolumnaron como una sola fuerza para votar una ley sobre “endeudamiento”.

No es causalidad, ni es magia. Es “con todos” dirían desde el actual oficialismo.

En realidad es que todo el arco político de la burguesía monopolista trabaja para los mismos intereses y le garantizan a la oligarquía financiera mundial el retorno de sus dividendos.

Y no sólo pagando la deuda. Porque en la negociación de la misma el capital trasnacional logrará beneficios extras, tanto para las actuales como para las futuras inversiones.

El presidente Fernández lo dijo: esto es un partido de póker, haciendo alarde de una supuesta viveza para afrontar la negociación. Pero los “vivos” se olvidan de contar que la partida se juega con las cartas y las reglas que imponen el capital monopolista mundial. Valga de muestra el inmenso tropiezo que sufrió el gobernador de Buenos Aires, al querer correr a los acreedores mientras éstos esperaban sentados en sus mullidos sillones el cumplimiento del plazo para que el gobierno provincial ponga uno sobre otro los dólares, mientras a los docentes bonaerenses les patean un incremento salarial.

Cuando Alberto Fernández declara que no van a mostrar el plan económico hasta que no se resuelva la negociación, está mintiendo. No hay plan económico dado que el mismo será el resultado de las condiciones que imponga la oligarquía financiera internacional y no lo que el gobierno quiera hacer o dejar de hacer.

Porque, como ya dijimos, de lo que aquí se trata es que el capital financiero mundial utiliza el tema de la deuda como ariete para disciplinar a la facción burguesa monopolista de Argentina. En realidad no asistimos a una partida de póker sino a una pelea de boxeo donde los contrincantes tienen diferencia de peso, de talla, de categoría, de resistencia a los golpes, de técnica de combate; y además, el árbitro y los jueces ya se sabe para qué lado juegan.

En definitiva, una negociación que no es tal ya que los representantes del gobierno actual sólo pueden limitarse a ganar tiempo en el medio de una situación en donde el tiempo corre en contra de los intereses de las mayorías populares.

Por ello es imprescindible mantener una política de clase independiente de toda la burguesía monopolista, ya que sus promesas de campaña ya se han hecho añicos y las que hagan ahora respecto de una “negociación ventajosa” con el tema de la deuda más que promesas irrealizables son mentiras que buscan que la cosa no se salga de madre.

El apoyo que se le brinda al actual gobierno por sectores que lo ven como el “mal menor”, “lo único posible”, es caer en la trampa tendida por la burguesía monopolista; y por ende, en la traición a los intereses de la clase obrera y el pueblo argentinos.

Repetimos, el tiempo se irá agotando y las masas populares deben prepararse para la contienda que será el único camino posible para defender conquistas y derechos. Esos derroteros hay que transitarlos con las masas sin mentiras ni oportunismos; diciendo la verdad de las cosas como cabe a una política revolucionaria consecuente.

 

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