La clase obrera y sus familias ven puesta en riego su salud y sus vidas en pos de mantener las ganancias de las empresas

Frases hechas y lugares comunes hay a montones. Más todavía en estas épocas de furor de la “autoayuda”, expresión del más rancio individualismo burgués. Una de ellas es: “Cada crisis es una oportunidad”.

Si esto fuera así, la burguesía monopolista a nivel mundial ha encontrado la “oportunidad” de descargar la crisis sobre las espaldas de los pueblos. En particular, de la clase obrera.

Sin embargo, lo aparentemente oportuno no es otra cosa que la única vía que tiene a mano la burguesía monopolista para atenuar los efectos de una crisis de superproducción inédita en la historia del capitalismo, con las consiguientes medidas que intenta poner en práctica para avanzar sobre los derechos laborales, sociales y políticos.

Se dice por estos días que los trabajadores de la salud están en la primera línea de combate contra la pandemia. Y esto es contundentemente cierto. Cabe agregar que ese combate lo dan en medio de sistemas de salud diezmados por las políticas de la oligarquía financiera. Ello se traduce en una alarmante escasez de insumos básicos, protección adecuada, y las consecuencias de contagios y muertes de los trabajadores de ese sector.

Tan cierto como esto, pero no tan difundido, es que el otro sector expuesto a la pandemia en el mundo es el proletariado industrial. Las necesidades del capital están claramente por sobre el cuidado de la vida de los trabajadores; en el medio, intentos de rebajas salariales, despidos, suspensiones, imposición de mayor flexibilidad laboral. Los contagios del virus y las muertes comienzan a contarse entre las filas proletarias. Esta semana se conoció la muerte de un trabajador en la planta de la multinacional del acero, Arcelor-Mittal, en Lesaka, localidad de la comunidad de Navarra en España; y un trabajador del SENASA que cumplía funciones en el Frigorífico Federal, ubicado en la localidad de Quilmes, sur de Buenos Aires, en Argentina.

Así la clase obrera y sus familias ven puesta en riego su salud y sus vidas en pos de mantener las ganancias de las empresas. Mientras los gobiernos obligan al resto del pueblo a quedarse en sus casas, la gran producción capitalista no se detiene. Como sucede en épocas de “normalidad”, sus intereses e imposiciones están por encima de los del resto de la sociedad.

En este marco la respuesta de la clase obrera y demás trabajadores afectados en diversos lugares del planeta es la de abierto enfrentamiento contra estas decisiones. Que reiteramos, no sólo ponen en riesgo la vida sino que además se dan en medio de (amenazas en algunos casos, concreciones en otros) suspensiones y despidos.

Sin embargo, la respuesta del proletariado es categórica. La resistencia a las consecuencias de la crisis ha tomado un carácter de clase manifiesto que demuestra y confirma, hacia el interior y exterior de la clase, el papel de vanguardia que comienza a asumir como tal.

Esta resistencia y combatividad se hace sentir contundentemente.

Se ha caído el intento de un acuerdo nacional entre la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) y las cámaras empresarias del sector que intentaban reducir los salarios en esa rama; al mismo tiempo, los intentos por reabrir empresas de ese rubro chocan con el rechazo de los trabajadores impidiendo dichas reaperturas; lo mismo sucede en el rubro del neumático, en donde trabajadores de las principales empresas del sector se resisten a volver a la producción; hoy mismo los trabajadores despedidos del Frigorífico Penta (también de la cuidad de Quilmes), además de venir sosteniendo la lucha en la puerta de la empresa, se han movilizado a la Plaza Alsina de Avellaneda y de allí a la Plaza de Mayo, para visualizar su reclamo; los choferes de las líneas 540 y 533 realizaron paros por la falta de pago de los salarios, consiguiendo que se pague la totalidad de los mismos, al igual que los trabajadores de Autobuses Neuquén, provincia del sur del país; hoy también los trabajadores de las aplicaciones de actividades de reparto (Glovo, Rappi, PedidosYa) son parte de un paro a nivel internacional exigiendo aumento salarial del 100%  y denunciando la precariedad laboral.

Son estos sólo algunos ejemplos para graficar y confirmar que los sectores obreros y proletarios, así como han sido puestos por la burguesía en la primera fila de riesgo para sostener sus ganancias, también están en la primera fila de la resistencia cada vez más activa y decidida para defender sus derechos y poner en evidencia que, mientras nos cuidamos de la pandemia, el capital monopolista y sus gobiernos son el enemigo a enfrentar.

El carácter clasista de la resistencia constituye un cambio no sólo en el nivel de enfrentamiento sino también en la conciencia de la masa trabajadora. Aun cuando esta resistencia sigue siendo ocultada por la burguesía monopolista y sus medios, la misma no para de crecer y de trascender. Se va rompiendo la intención de aislar a los trabajadores del resto de la población que se ve obligada a permanecer en aislamiento.

Hay que ayudar desde todos los sectores y utilizando todos los medios al alcance para que esa tendencia se fortalezca. El conocimiento y la difusión de estas luchas van a portar sin dudas a que las acciones de resistencia se multipliquen, ganen en fortaleza y unidad, se afiance la solidaridad de clase y se avance en la conciencia política de los trabajadores.

La situación es cambiante día tras día y el agravamiento de las condiciones de trabajo y de vida del pueblo va a aumentar al compás de la crisis capitalista mundial.

La reacción de la clase obrera aquí y en el mundo debe ser puesta en conocimiento de las mayorías populares. Esa es una de las formas para ir preparando las fuerzas que se irán sumando a la lucha, y que esa lucha se vigorice con la clase obrera jugando el papel de vanguardia de todo el pueblo para desde allí avanzar en la lucha unitaria desde las bases.

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