Las calles son nuestras y a la burguesía la combatimos puertas afuera

La burguesía monopolista y su gobierno hacen esfuerzos para sembrar miedo y disciplinar a la clase obrera y el pueblo. Como siempre, utilizan la mentira y la manipulación.

Nos dicen que estamos en guerra contra un enemigo invisible. La imagen de la guerra no tiene nada que ver con el cuidado de la salud con el que adornan sus decisiones, por el contrario, es totalmente opuesta. Pues la guerra se gana matando, pero un virus se combate fortaleciendo la salud y la vida.

Todos sabemos que la mejor manera de enfrentar un virus, si fuera ése el verdadero objetivo del gobierno, es con buena alimentación, con una vida saludable, potenciando todas las capacidades y sabiduría colectiva del ser humano, trabajando activa y cooperativamente entre todos para combatirlo, haciendo conciencia del cuidado y la prevención, etc. y no como dicen ellos que, los autonombrados dirigentes, se ocupan exprimiendo a un reducido número de sanitaristas y colaboradores, mientras nosotros, la gran mayoría de la sociedad, debemos quedarnos en casa y estar dispuestos a ir al trabajo si así lo disponen sus apetitos de ganancia que en nada ayudan al combate contra el virus y menos al fortalecimiento de la salud social.

El gobierno y todo el aparato estatal nos dicen que hay que meterse en la casa y no salir. La OMS (Organización Mundial de la Salud) ha sido mundialmente cuestionada por sus «recomendaciones» en esta pandemia y otras intervenciones porque ha quedado en evidencia que oculta otras intenciones en consonancia con la especulación y las ganancias monopolistas. Cuestionamos esa forma mentirosa que en provecho de los monopolios el gobierno encara la cuarentena.

Coherentemente con el dictado de los monopolios mundiales, todas las medidas tomadas por el gobierno y su aparato estatal son: rebajas de salarios aumentando la pobreza y debilitando la salud, haciendo ir a trabajar a quienes ellos deciden que tienen que hacerlo, pero después encerrándolos en las casas (“quedate en casa”, nos repiten); abusan del personal de salud exprimiéndolo pero no le ponen reemplazos exponiéndolos al agotamiento, a la depresión de sus organismos y al contagio, a ellos también les rebajan sus salarios; han quitado los aportes de alimentos calientes a cientos y miles de comedores reemplazándolos por bolsones miserables de alimentos secos; al 21 de abril (según la agencia Telam) se habían producido 56.000 detenciones de gente que no había “respetado la cuarentena”, pero ningún empresario fue puesto tras las rejas por no respetar la decisión gubernamental de no echar ni suspender o descuidar a sus trabajadores; los precios de los alimentos se disparan todos los días; nos niegan las vacunas contra la gripe para los adultos mayores; se suspende y se echan trabajadores; se les aportan subsidios para el pago de salarios a 230.000 empresas (entre grandes, medianas y las pequeñas que son satélites de las grandes y medianas), con lo cual los trabajadores nos pagamos nuestro propio salario; hay ciudades del país que hace más de una semana que no tienen colectivos y los trabajadores deben pagarse taxis y remises para ir al trabajo; mientras se fugan capitales (leer nota de ayer de esta página) ninguna empresa ni banco ponen un solo peso para combatir la crisis que es generada por el capitalismo y no por el virus; los mineros de Andacollo que se dirigían hacia la ciudad de Neuquén a reclamar por sus salarios y puestos de trabajo, fueron frenados en la localidad de Arroyito por la gendarmería, privándolos de su derecho político no sólo de desplazarse sino de reclamar por sus derechos y ese derecho político de transitar y reunirse se lesiona diariamente, además, en muchas localidades del país en horas de la tarde noche en las que se instrumenta un ensayo de desertificación de las calles, a partir del cual detienen a la gente que circule.

La cuarentena tal como la está instrumentando el gobierno de la burguesía no es para cuidar nuestra salud. Lo hemos afirmado (ver nota de esta página del 25-03-2020) y lo repetimos. Por el contrario, es el instrumento utilizado para destruir fuerzas productivas, puestos de trabajo que los monopolios dominantes consideran inservibles, eliminación de fuerza laboral que consideran igualmente inútil, generación de nuevas condiciones laborales de superexplotación, provocación de miedo y terror para meter adentro al pueblo y dificultar su acción en contra de tanta agresividad, todo con el solo fin de ocasionar una tierra arrasada que limpie de malezas el campo de producción de ganancias para los pocos monopolios que queden en pie y, sobre esas ruinas, volver a producir plusvalía con mayor superexplotación.

Sin embargo, intuitivamente, y a veces no tan intuitivamente, trabajadores y pueblo se organizan para enfrentar colectivamente esta guerra que nos ha declarado la burguesía y su Estado. Se han organizado y se multiplican ollas populares a las que se asiste con los cuidados de contagio que se deben tomar. Las luchas por los ingresos salariales y defensa de los puestos de trabajo no se han hecho esperar, sucediéndose y generalizándose. El repudio a las acciones gubernamentales se multiplica, etc., poniendo en evidencia el espíritu rebelde de este pueblo argentino, que brota y germina, aunque todavía no es masivo.

¿Acaso hay otra forma de hacer retroceder al peor enemigo que ha tenido en toda su historia la humanidad? Porque, tal como lo vienen demostrando cientos de experiencias, a la burguesía y sus medidas contra el pueblo, en la fase imperialista, no se las enfrenta desde la casa. La demanda de cuidado de nuestra salud no puede hacerse efectiva si no se lucha por la misma en forma masiva doblándole al brazo al poder que intenta avanzar encerrándonos en nuestras casas o barrios. El cuidado de nuestra salud no puede quedar en manos de quienes nos han “enfermado” de pobreza, miseria y privaciones de todo tipo, haciendo que tengamos que soportar esta pandemia en condiciones de salud sumamente desventajosas… Las muertes de ancianos y otras personas, sobre todo en las villas que han sufrido falta de agua además de sus condiciones paupérrimas de vida, así lo demuestra.

Elllos nos dicen: “nosotros nos encargamos y uds. quédense en casa”. A esa falacia debemos responderle: nosotros vamos a cuidar nuestra salud contra el corona virus y nuestras vidas contra la ganancia y superexplotación burguesas, luchando, uniendo, rebelándonos contra las imposiciones de la autoridad estatal, afianzándonos en cada fábrica y empresa, organizándonos contra los sindicatos que han acordado la rebaja salarial y condiciones de trabajo, practicando la solidaridad en cada barrio y zona, tejiendo la organización y la fuerza necesarias que los haga retroceder y que nos permita avanzar pasos decididos en nuestro camino hacia la libertad.

No podemos confiar ni esperar nada del poder burgués. A éste se le reclama y se lucha lo más masivamente contra él. Las calles son nuestras y nuestras son las decisiones sobre la defensa y cuidado de nuestra salud y nuestras vidas.

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