Resultado positivo de coronavirus en un obrero en la planta de Toyota

 

Ante la confirmación de que a un compañero del sector motores le dio positivo en análisis para Covid-19, hablamos con un trabajador de la planta y nos dijo:

 

...Lo primero que puedo decir es que su único plan y es el único protocolo que existe es producir 300 camionetas, todo lo demás les interesa tres carajos y lo van acomodando en la medida que garanticen eso. Reina anarquía y prueban sobre la marcha, pero el pedido tiene que salir.

 

Los protocolos también se están subordinando al objetivo productivo. En ello a cada problema que se presenta intentan imponer “su” interpretación del protocolo.

 

Por la mañana de hoy se discutió con los líderes, supervisores y abriendo el debate de que a nosotros nos mandan a todos los sectores, a todos los grupos, a los micros, y como respuesta  tiran la pelota para arriba, escudándose como pueden y a la defensiva diciendo que así interpretan los protocolos las gerencias de los sectores.

 

Hay una mezcla de incertidumbre, miedo, bronca. Esto recién empieza. El sindicato no apareció. La administración de recursos humanos vive en una burbuja y nadie sabe quien decide las cosas. Pero lo cierto es que deciden  producir 300 camionetas.

 

El día jueves el presidente Fernández y Kicillof pasearon por la planta japonesa, le hicieron un poco de marketing y repitieron los mismos conceptos que previamente promocionaron en Scania y VW.

 

Las ganancias no pueden esperar ni pensar en la salud de los trabajadores: esa es la esencia de su propósito, aunque se escondan detrás de la consigna mentirosa de que primero la salud después los negocios.

 

Pasaron menos de 24 horas y una baja obrera se produce al confirmarse un positivo en el sector motores.

 

Seguramente en las palabras de este trabajador hay una mezcla de todo, pero priman la bronca y la incertidumbre. Hay miedo, nos dijo el compañero, le preguntamos a que se refería y nos dijo por la familia.

 

Hay mucha incertidumbre sobre el futuro inmediato y se siente que todo está agarrado de los pelos, hay una mezcla rara de sentimientos encontrados y confusiones que introduce la clase dominante sobre la necesidad de producir para mantener la fuente de trabajo pero su discurso que primero está la salud ya se ha desvanecido. Una baja obrera advierte que ya las cosas en la planta no serán como ellos pretendían que fuese. Solo duró dos semanas el fracasado protocolo.

 

Un estado deliberativo es el paso inicial en esta circunstancia, un apriete, un “bardeo” a las “autoridades” y a los delegados; este hecho se precipitó y sorprendió a todos y como resultado de ello habrá este fin de semana preparación de fuerzas, de denuncias, de aunar filas para cuidar nuestra salud y desbaratar las mentiras del poder. Pero nada será fácil, hay una fuerza de costumbre en los trabajadores de esta planta en donde el sindicato empresarial SMATA actúa como patrón de estancia y ha creado por años una estructura burocrática basada en el apriete.

 

Es en este contexto de incertidumbre en donde todo se pondrá en cuestionamiento, comienza a pesar la vida del trabajador y la de su familia y en ello (como en tantos otros aspectos) no hay posibilidad alguna de conciliación de clases.

 

En el debate permanente de la nueva situación se impone la iniciativa de resistir las medidas que exponen al trabajador y en base a ello también se plantea la organización independiente de los trabajadores para ir rompiendo el aislamiento interno y externo de este hecho criminal avalado 24 horas antes por este gobierno y el SMATA.

 

Decíamos que nada será fácil, pero hay que preparar fuerzas en pequeñas batallas, en cada sector, en poner piedras en la producción que nos están imponiendo arriesgando la integridad de la vida: no dejarlos avanzar en sus objetivos para producir 290 camionetas en las condiciones de anarquía impuesta. Toyota camina paso a paso para imponer el negocio y en ello compromete a miles y miles de trabajadores trabajando en diversidad de empresas que son proveedoras de Toyota. Allí no rigen protocolos y esa exposición de vidas humanas, de compañeros proletarios, se ven afectadas por los negocios. La salud no cuenta.

 

En estas condiciones, insistimos, hay que romper el aislamiento, unir fuerzas obreras de la empresa y dar batalla permanente en todos los planos. No hay vuelta atrás, ellos van por sus intereses, nosotros por los nuestros. La solidaridad con el compañero  afectado tiene que ser activa, con los compañeros declarados en cuarentena lo mismo, no dejarle este espacio a la empresa ni al sindicato porque su “caridad” es despreciable. La solidaridad de clase es activa cuando en la misma participan compañeros que saben que de una u otra manera, si no se teje ese aspecto de unidad las espaldas no serán los suficientemente fuertes a la hora de avanzar en un peldaño de la ola de exigencias. Resistir es preparar nuevas y cada vez más robustas rebeliones a sabiendas que están yendo por nuestras vidas.

 

 

 

 

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