Argentina ¿un país industrial?

Hace un tiempo venimos publicando en nuestra sección “Materiales de Formación” algunos sencillos estudios estadísticos donde analizamos a rasgos generales algunos indicadores económicos de nuestro país. El día de hoy publicamos un nuevo artículo, del cual queremos mencionar aquí algunas de sus conclusiones.

Resulta muy común escuchar en boca del progresismo, la intelectualidad y la izquierda en general, que nuestro país es principalmente exportador de productos primarios, que el peso de la industria es menor en la economía, y hasta llegamos a escuchar en boca de algunos partidos del FIT que es necesario “industrializar el país”. Pero ¿Qué elementos concretos presentan estos intelectuales para realizar tales afirmaciones? Si el lector indaga un poquito, verá que no existe ningún dato objetivo que permita afirmar tales barbaridades. Más bien forma parte de una política de ocultamiento de la existencia y el papel del proletariado industrial, de llorar subsidios para la industria o, en el caso de la izquierda, de inventar excusas teóricas para decir que no están dadas las condiciones materiales para una revolución proletaria en nuestro país. Veamos entonces algunos datos concretos.

El sector Industria Manufacturera tiene concentra el 15,16% de la generación de Valor Agregado Bruto mientras que el sector agropecuario posee solo el 5,84% de la participación. Dentro de industria manufacturera se diferencian 5 sectores principales que conforman los ejes de la cadena de valor argentina: industria química (que funciona como proveedor de materias primas para la industria alimenticia, el agro, e incluye también el procesamiento de petróleo y la industria farmacéutica), la fabricación de maquinaria, fabricación de metales comunes, industria alimenticia e industria del transporte (centralmente automotriz). Como puede ver el lector, se trata de una cadena de valor agregado: fabricación de insumos químicos para toda la industria, incluido el campo (fertilizantes y agro tóxicos) y la industria farmacéutica; fabricación de maquinaria implica tanto abastecimiento al sector industrial como maquinaria agrícola; elaboración de metales comunes que va destinado a la industria del transporte, petrolera y de la construcción; y como cadenas de valor finales la industria automotriz y la alimenticia en general. Después existen otros sectores menores como el textil, maderera, electrónica, etc.

Solo la industria alimenticia genera el 5,17% del valor agregado total (26,36% del valor agregado del sector manufacturero), es decir que solo la industria alimenticia tiene el mismo peso que la producción agropecuaria en la generación de valor. De aquí ya se deduce que la mayor parte de los productos del agro atraviesan algún tipo de proceso industrial, lo que desmitifica el hecho de que la producción agropecuaria no trae desarrollo industrial. Ni que hablar de la fabricación de maquinaria agrícola, sobre la cual no nos detendremos aquí.

Para no aburrir al lector con tantos datos –para ello puede recurrir al documento antes citado- a continuación, debemos preguntarnos ¿Qué significa que la industria manufacturera tenga un peso del 15% en el Valor Agregado Bruto de la economía? ¿Es mucho o es poco? Y acá viene lo que callan los intelectuales progres y la izquierda reformista. Para responder esa pregunta debemos comparar el peso del sector manufacturero en Argentina con otros países. Traemos como ejemplos los casos de Brasil y Estados Unidos como reconocidos países industriales, así como el caso de Chile, reconocido como un país poco industrial.

En la siguiente tabla comparamos el Valor Agregado Bruto (VAB) que aporta Industria Manufacturera, el VAB que aporta el sector productivo de la economía, la cantidad de trabajadores de Industria Manufacturera según los organismos oficiales de cada país, y la cantidad de empleos industriales (incluye minería, servicios de electricidad, agua, gas y construcción) según las cifras de la Organización Internacional del Trabajo:

Argentina EEUU Chile Brasil
Industria manufacturera % sobre el VAB[1] 15,16 11,63 11,54 11,43
Sector productivo % VAB6,[2] 40,57 32,75 43,98 33,99
Trabajadores de industria manufacturera (% sobre los trabajadores asalariados formales)[3] 10,86 8,39 16,83[4] 15,86
Empleos en la industria (% del total de empleos) según Banco Mundial[5] 21,91 19,87 22,33 20,13
Cuadro 1: Importancia de la industria manufacturera y los sectores productivos de acuerdo al VAB y la proporción de trabajadores formales. Fuente: elaboración propia en base a los datos del INDEC, IBGE, INE, U.S. Bureau of Labor Statistics, U.S. Bureau of Economic Statistics y Banco Mundial.

Como podrá ver el lector partiendo de datos objetivos, y con total claridad metodológica –cosa que no pueden alardear los investigadores del CONICET y las agencias privadas económicas, puesto que utilizan fuentes que no son de acceso público y las metodologías estadística constituyen secreto profesional- tanto el valor agregado como la cantidad de trabajadores son similares en los cuatro casos estudiados, a pesar que “a la vista miope” de los intelectuales, Brasil y Estados Unidos sean países “muy industrializados” y Argentina y Chile países “desindustrializados”.

En ninguno de los casos estudiados el empleo industrial constituye la mayor parte del empleo formal, de hecho, Argentina posee un mayor peso del sector industrial que el propio Estados Unidos.

Los marxistas no basamos nuestros análisis en anhelos y sueños chauvinistas. Partimos de la realidad concreta, material, del estudio del capitalismo y las relaciones de producción a nivel mundial para después determinar qué papel juega nuestro país en la división internacional del trabajo. Y el papel que cumplimos está determinado por esos sectores principales, donde la industria alimenticia juega un rol protagónico. Aquellos intelectuales que sueñan una Argentina que produzca aparatos de electrónica en lugar de alimentos y automóviles se dejan llevar por el sueño capitalista y se apartan completamente del materialismo dialéctico ¿acaso China, con su tremendo desarrollo industrial, no tiene serios problemas para alimentar a su numerosa población? ¿Acaso la tremenda producción de alimentos en Argentina no es un beneficio, puesto que facilita el sostenimiento independiente de una revolución socialista ante las dificultades de obtener dichos bienes en el mercado mundial? Esta pregunta la izquierda no se la hace porque no está pensando en la revolución, sino en colocar excusas para esquivarle al bulto –así como el PC lo hace un siglo con la excusa de la revolución democrática-.

 RELACIONES CAPITALISTAS DE PRODUCCIÓN

Vulgarmente se asocia el desarrollo del capitalismo como sinónimo de desarrollo industrial pero el desarrollo del capitalismo es mucho más amplio que eso. El desarrollo del capitalismo es desarrollo de relaciones capitalistas de producción, es decir, de realización de todas las actividades productivas y sociales como mediadas por el mercado. Estas relaciones de producción se desarrollan en extensión y en profundidad a medida que avanza el sistema. En extensión significa que cada vez somos más proletarios y menos burgueses, es decir, que los pequeños y medianos capitales, así como los trabajadores autónomos, van quebrando y terminan incorporándose a las filas del proletariado, es decir, a la clase social que sale a vender su capacidad laboral al mercado de trabajo para obtener un salario, como única forma de subsistencia. Y desarrollo en profundidad se refiere a que cada vez son más las actividades que realizamos mediadas por el mercado: educación privada, compra de alimentos cada vez más elaborados y procesados, sustitución de las tareas hogareñas por tareas realizadas en el mercado, etc. La formación de un proletariado cada vez mayor no quiere decir necesariamente que crezca el proletariado industrial, es decir, el proletariado empleado en la industria.

¿Por qué si crece la cantidad de proletarios en el mundo, no crece la cantidad de proletarios industriales? A partir de la década de 1960, sobre todo en Estados Unidos y Europa, empezó a crecer exponencialmente el empleo en el sector de servicios no productivos (servicios administrativos, financieros, bancarios, inmobiliarios, turísticos, etc). Este fenómeno tiene varias causas, una de ellas es el desarrollo en profundidad del capitalismo –por ejemplo, el médico que trabajaba como dueño de su consultorio paso a trabajar como asalariado para un hospital privado, se transformó así en proletario-, otra de las causas importantes es que el aumento de la productividad industrial y su consecuente caída en la cuota de ganancia, lleva a que los capitales inviertan cada vez menos en producción industrial –porque el retorno que obtienen por cada unidad de capital invertida es cada vez menor- y se dediquen a actividades especulativas no productivas, como la especulación financiera o inmobiliaria. Por lo tanto, la propia superproducción de capitales es la que genera una disminución de las inversiones en el sector industrial, es la naturaleza de su desarrollo histórico, lo que reafirma el hecho de que las condiciones para la revolución son cada vez mejores. Este es uno de los mecanismos económicos que expresan el carácter cada vez más parasitario del sistema capitalista.

Por eso, a la pregunta ¿nuestro país es industrial? Respondemos: comparativamente la Argentina es tan industrial como Estados Unidos –independientemente de la productividad del trabajo en dólares-; pero además reafirmamos: la pregunta correcta debiera ser ¿es Argentina un país con relaciones capitalistas desarrolladas? ¿Están dadas las condiciones materiales, desde el punto de vista de la producción, para que la clase obrera argentina haga una revolución y pueda sostenerse en el poder con el aparato productivo y los recursos naturales hoy disponibles? A todas estas preguntas respondemos afirmativamente.

[1] Elaboración propia en base a los datos del Instituto Nacional de Estadísticas de Chile (INE); INDEC (Argentina); IBGE (Brasil); y U.S. Bureau of Economic Statistics (Estados Unidos). Todos elaborados en base a precios corrientes.

[2] Para Argentina se consideraron como sectores productivos “Agricultura, ganadería, caza y silvicultura”, “Pesca”, “Explotación de minas y canteras”, “Electricidad, agua y gas”, “Construcción”, “Transporte y comunicaciones”; para Chile “Agropecuario-silvícola”, “Pesca”, “Minería”, “Industria Manufacturera”, “Electricidad, gas, agua y gestión de desechos”, “Construcción”, “Transporte”, “Comunicaciones y servicios de información”; para Brasil “Agropecuaria”, “Industrias extrativas”, “Indústrias de transformação”, “Eletricidade e gás, água, esgoto, ativ. de gestão de residuos”, “Construção”, “Transporte, armazenagem e correio” e “Informação e comunicação”; para Estados Unidos “  Agriculture, forestry, fishing, and hunting”, “Mining”, “Utilities”, “Construction”, “Manufacturing”, “Transportation and warehousing”, “Computer systems design and related services”, “Miscellaneous professional, scientific, and technical services” y “Administrative and waste management service”.

[3] Elaboración propia en base a los datos del INE (Chile), INDEC (Argentina), IBGE (Brasil) y U.S. Bureau of Labor Statistics (Estados Unidos).

[4] Las estadísticas de Chile en cuanto a la relación entre trabajadores asalariados y no asalariados no es precisa. Contamos solo con estimaciones realizadas por el INE para la OIT que son previsiones, por lo tanto, no coinciden en términos exactos con las cifras publicadas por sector. De esta manera, dentro del universo de trabajadores de la industria manufacturera (así como del resto de los sectores) no se precisa cuantos son asalariados y cuantos no. Por tal motivo, la cifra es una aproximación.

[5] La estimación realizada por la OIT y publicada por el Banco Mundial considera como total de trabajadores a las personas en edad laboral que se dedican a cualquier actividad para producir bienes o servicios. El sector industrial comprende las actividades de minas y canteras, manufactura, construcción y servicios públicos (electricidad, gas y agua), de acuerdo a las divisiones 2-5(CIIU2) o categorías CF (CIIU 3) o categorías BF (CIIU 4).

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