¿Defensa y profundización de la democracia representativa? Sostener firme el timón de la democracia directa

Por estas horas y con el conflicto de una institución del Estado burgués a cuestas (la policía bonaerense), todo el arco de la burguesía y el oportunismo de todo linaje coinciden y plantean el sostener las instituciones del Estado, o “el estado de derecho” y el normal funcionamiento de todo el andamiaje de dominación de clase.

Unos y otros expresan intereses contrapuestos, pero utilizan verborragias “democráticas” como una manifestación hipócrita para encubrir que este Estado de derecho que defienden unos y otros es el mismo que ha puesto en marcha la trituradora que significa la explotación y opresión que se ha agravado en tiempos de pandemia.

Los “defensores y profundizadores” de la democracia han hecho mucho daño en el plano ideológico del pueblo cuando en su batallar de décadas han sabido desclasar el carácter de la democracia y han sabido navegar en aguas turbulentas gracias a esa ventaja que han sacado durante varias décadas.

Una vez más los revolucionarios, las nuevas vanguardias que están surgiendo de las luchas, de una resistencia que tiende a crecer, de una clase obrera que comienza a reconocerse como clase, debemos poner en claro que a esta democracia burguesa, a este Estado en manos de los monopolios se la debe combatir en todos los planos, haciendo consciente que la verdadera democracia es el ejercicio que durante muchas décadas se viene realizando abundando en una democracia directa. Esa democracia obrera de carácter popular es la que hay que profundizar, ampliar y hacerla consciente que es parte y arte del proceso revolucionario.

La lucha por los derechos políticos que viene encarando nuestro pueblo ha tenido un fuerte componente de democracia directa con diversidad de expresiones. Una experiencia no menor en un contexto en donde lo nuevo de la sociedad lucha por nacer.

A ese acervo de acumulación de fuerzas se le agrega el incipiente papel de la clase obrera que comienza a tomar en sus manos la lucha por los derechos políticos. Naciente experiencia pero no menor.

El carácter de la democracia

Este es un debate impostergable en las vanguardias, es el llevar al seno propio de la clase uno de los principales problemas a resolver confiando que el vacío creado por la clase dominante se debe llenar también en tiempos de resistencia.

Ya no será suficiente el luchar, el organizarse si con ello la clase obrera y sus vanguardias revolucionarias no quiebran el peso de la “mala costumbre” impuesta por una democracia burguesa corroída y mal oliente que aún impone y confunde a una buena parte de la población, cuando afirman sin sonrojarse que es posible “mejorar la democracia” y “el estado de derecho” en la época en donde los monopolios se han hecho cargo del Estado.

El camino revolucionario en el antes, durante y el después de la toma del poder tiene un mismo hilo conductor: es el ejercicio efectivo de la democracia directa elevada al grado consciente revolucionario.

A modo de ejemplo

Desde lo más elemental que es una asamblea en un sector de fábrica, en ciertas manzanas de un barrio, en una escuela, facultad u hospital, el ejercicio que se está practicando tiene mucho que ver con la democracia directa. Pero se trata de elevarlo a la conciencia revolucionaria, cuestión fundamental a resolver. Cuando esa asamblea comienza a asimilar que tiene todo el poder en sus manos y a la vez comienza a asimilar que con ese poder debe implementar la política y la organización independiente con un marcado carácter de clase para masificarlo y nacionalizarlo.

 

El gobierno y sus séquitos progresistas hablan de “defensa de la democracia” para diferenciarse de la oposición que nos habla del “estado de derecho”. Por supuesto que el resto de las fuerzas electoralistas de izquierda proponen salidas en los marcos institucionales “olvidándose” de la lucha por el poder. Una y otra vez el reformismo nos habla de un cierto mañana para el socialismo para sostener el sistema capitalista y “postergar” las tareas revolucionarias del hoy.

Nuestro compromiso es con la revolución y con ello un compromiso cotidiano para elevar la conciencia, la organización y la acción revolucionaria de la clase obrera y del pueblo en sus embestidas de democracia directa que se practican cada vez con más fuerza.

Persistiremos para quebrar esa “mala costumbre” que nos ha impuesto la clase dominante por encontrar dentro de la burguesía el mal menor y embretarnos en debates que debilitan el pensamiento propio y la acción independiente.

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