Las medidas del gobierno hunden al pueblo en la miseria

Las medidas del gobierno del Frente de Todos en materia económica, lejos de beneficiar a los trabajadores y al pueblo, hunden en la miseria a sectores cada vez más vastos de la población: los precios de los alimentos y los medicamentos no paran de subir, el poder de compra del salario se deteriora día a día, el nivel de pobreza se acerca ya al 50 %, y la desocupación sigue en aumento, a pesar del decreto presidencial que impide los despidos en tiempos de pandemia.

El gobierno renegoció la deuda externa con los bonistas, pateando para adelante muchas obligaciones que debían cancelarse durante este año y los próximos, pero sin embargo se realizaron pagos por unos 4.500 millones de dólares destinados a la especulación financiera internacional durante los últimos meses.

Ya lo sabemos: la deuda externa es extracción masiva de plusvalía, ya que toda la riqueza que se produce en el país es el resultado del trabajo de la clase obrera y el pueblo, que todo lo producen, pero nada tienen.

La desesperación del Ministerio de Economía y el Banco Central por la escasez de divisas los condujo a llevar adelante medidas de ocasión como el reforzamiento del cepo a la compra de los 200 dólares mensuales. La reacción de los grandes jugadores y especialistas en el saqueo de la riqueza de los pueblos no se hizo esperar: el dólar paralelo se disparó de 130 a 145 pesos en un día, lo cual significa lisa y llanamente devaluación de hecho.

El alza del dólar, esto es, la devaluación del peso, repercute directamente en los precios de los alimentos, y sabemos que gran parte del salario está destinada a la compra de alimentos: es decir, la inflación castiga especial y directamente a los trabajadores, que ven cómo día a día se deteriora su salario.

Estas maniobras del gobierno, títere y agente de la burguesía monopolista, apuntan a llevar adelante una reforma laboral de hecho, y una de sus condiciones es el abaratamiento del precio de la fuerza de trabajo. Eso es lo que piden los grandes grupos económicos y es lo que declama a gritos, como si fuera una buena noticia, que lleguen las inversiones.

Entretanto, y dado que todavía falta negociar el tema del pago de la deuda con el Fondo Monetario Internacional, es de esperar que los representantes del organismo internacional de crédito supervisen estas y otras medidas que el Ministerio de Economía va a determinar, para garantizar el pago diferido pero bien concreto de una deuda ilegítima y fraudulenta, ferozmente incrementada por la dictadura iniciada el 24 de marzo de 1976, dictadura que procuró y logró la instalación ya definitiva de la burguesía monopolista en toda la institucionalidad del Estado.

Con lo cual, es de esperar que el gobierno apunte a garantizar esos pagos, sosteniendo las jubilaciones miserables y los salarios paupérrimos, que achique el presupuesto para salud y educación en términos reales, acentuando la transferencia de los recursos del pueblo para favorecer a los fondos de inversión que manejan a las grandes empresas depredadoras.

Como es de esperar, esto conducirá a profundizar la ya desesperante situación que atraviesa la clase trabajadora y a grandes sectores de la población que hoy se encuentran al borde de la supervivencia, cobrando, en el mejor de los casos, un despreciable subsidio de 10.000 pesos que no alcanza ni para sobrevivir diez días en condiciones de miseria.

El gobierno se queda sin argumentos y ya no se puede hacer responsable de todo a la pandemia del coronavirus: las grandes industrias nunca pararon de producir, muchas empresas fueron beneficiadas con la “ayuda” del gobierno (es decir, con la plata del pueblo) para pagar una parte de salarios ya de por sí devaluados, y la necesidad arrecia a lo largo y a lo ancho del país.

Los sectores más concentrados de la economía son los más beneficiados por la política económica del gobierno. De hecho, cada vez es más fuerte el nivel de concentración económica, que se manifiesta a través de fusiones y compras de empresas (por ejemplo, Pedidos Ya absorbió a Glovo, Falabella está buscando compradores para sus operaciones en Argentina). Pero todas estas maniobras están al servicio de generar para esas grandes empresas las mejores condiciones para explotar a los trabajadores.

Ante la falta de trabajo, los despidos y en el contexto de acuciantes necesidades, el primer paso de la reforma laboral es el recorte en el salario. Hoy, el salario mínimo vital y móvil está, más o menos, en 120 dólares. La crisis económica y el consecuente aumento del “ejército de desocupados” le dan marco a esta cifra histórica. Las empresas quieren bajar el “costo laboral”, y el gobierno las acompaña.

Entretanto sucede todo esto, Alberto Fernández dice que nos cuida de la pandemia, se pelea con el Gobierno de la Ciudad por el manejo de la caja (volvemos a decir, el dinero de todos nosotros) y victimiza a su propio gobierno, sintiéndose atacado por una feroz oposición que, por supuesto, acarrea agua para su molino.

Pero la grieta no es la que nos venden los medios de prensa, verdaderas herramientas de control social que cada facción de la burguesía utiliza a su servicio. La grieta real, que se agiganta día a día, es la que enfrenta a la clase trabajadora con los dueños del poder, es decir, la burguesía y su Estado.

Esta lucha, es evidente, se va a profundizar en la medida en que las condiciones de vida se vuelven cada vez más asfixiantes. Nada se puede esperar de estos gobiernos de la burguesía: como ya lo señalamos, todas las medidas económicas que se vienen tomando favorecen a los negocios de sus mandantes.

Sólo la organización de los trabajadores y el pueblo, en unidad, potenciando las luchas que emergen en diferentes lugares del territorio, podrá destrabar una situación insostenible. Resulta necesario trabajar para elevar la calidad de esas luchas, para que los reclamos y las reivindicaciones por el salario y las condiciones de vida y de trabajo se transformen en lucha por el poder, para que podamos decidir acerca del destino que deseamos, siendo que, como clase obrera, producimos toda la riqueza, esa riqueza que un puñado de parásitos que hoy detentan ese poder, nos arrebatan.

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